— ¡Música a alto volumen!

Sinb conectó el Spotify de su celular a los parlantes y en pocos segundos se podía escuchar en toda la casa las melodías de los Beatles, una banda que hace poco frecuentaba y ya comenzaba a amar.

—Na-na-na na, hey Jude. —Comenzó a cantar junto a la voz de John Lennon.

Amaba tener estos momentos sola. Disfrutó muchísimo tener la casa sola durante las dos semanas que su madre estuvo de luna de miel, aunque no lo disfrutó mucho por los parciales y exámenes estrictos que tuvo, agradeció el hecho de poder estudiar sin ruido alguno.

Se echó en su cama y comenzó a pensar mientras el aleatorio de su Spotify ahora cambiaba de "Hey Jude" a "Celebration" de Kool & The Gang. Su mente viajó a todo lo que había vivido hasta entonces y recordó a Yerin.

Yerin, su Yerin. Tenía tantas ganas de conocerla, tantas ganas de hablar con ella y darle un abrazo. Tenía millones de preguntas qué hacer y tenía millones de respuestas para dar si es que llegaba el momento de verla frente a frente.

Encararla quizás sea algo difícil, pero que sería un total privilegio de vivir. Conocer la verdad con quién lo vivió era lo que más quería pero también era lo más insensato buscarla ahora.

Tomó su celular y llamó a Eunha. Bastaron dos timbradas para que conteste.

— ¿Qué pasa? —Preguntó Eunha al contestar.

— ¿Estás ocupada?

— ¿Por?

—Necesito hablar contigo, si quieres puedes venir a mi casa. Te paso mi dirección por mensaje. —La línea se mantuvo en silencio por un momento y Sinb pensó que Eunha se había arrepentido de ayudarla.

— ¿Tu mamá? —Preguntó Eunha parando los pensamientos de Sinb.

—No está en casa y vendrá mañana quizás, puedes venir libremente.

—Está bien. Voy en una hora.

Sinb sonrió y colgó la llamada después de que ambas se despidieran.

Siguió escuchando música hasta que Eunha viniera y no pasó mucho tiempo, alrededor de cuarenta minutos para que tocara su puerta.

—Llegas temprano. —Sinb abrió la puerta dejándola entrar.

—Sí, no soy como otras que demoran media hora en ir a una cafetería. —Reprochó Eunha mirando la casa por dentro.

Las paredes estaban pintadas de un blanco perla y retoques de rosa pastel decoraban el lugar. Habían unos sofás color marrón que adornaban la sala junto a la escalera que llevaba al segundo nivel. La casa de Sinb era igual a la mayoría, una casa común y corriente.

—Ya te dije que no fue mi culpa, fue la del profesor.

—Da igual. ¿Para qué querías que viniera? Tuve que darle una excusa convincente a Sojung para que me deje salir.

— ¿Pides permiso para salir? ¿Así es la vida de pareja?

—No, la vida de pareja es hermosa y complicada. Tienes que aprender a convivir con esa persona que tanto amas, conoces sus malos hábitos, sus malas costumbres, sus horribles olores pero todo queda atrás cuando en la noche duerme contigo o te da duro contra el muro.

—Todo iba bien hasta que llegaste al final.

—Querida, en una relación siempre habrá sexo. Es lo que los mantiene unidos de una forma más íntima.

—Dejemos ese tema para cuando me case. —Sinb se acercó a las escaleras. —Vamos a mí habitación, podemos hablar tranquilas ahí.

Ambas subieron y Eunha se asombró totalmente al llegar al lugar. No era como la sala, aquí las paredes estaban pintadas de un color grisáceo y habían pósteres pegados en las paredes a lo random. Había una cama con sábanas blancas, un escritorio de estudio, dos estantes de libros, un tocador de mano y dos puertas que Eunha suponía que llevaban al baño y al guardarropa.

[2]  Mi niña de Coletas I SinrinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora