Capítulo 11

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Tadeo Robinson

-¡Hijo!- Me llama mi Lucía, mi madre, en forma de reprimenda. - No digas barbaridades.

Borro la sonrisa lunática de mis labios al escuchar el tono que ha empleado mi madre.

- Solo estoy bromeando mamá – Digo rodando los ojos, Lucía aún sigue fulminándome con la mira y procedo a hacer lo correcto – Aclaro que yo nunca dije que la mataría, eso lo ideó sola.

-¡Tadeo Robinson!, pide disculpas de una buena vez – El leve grito que me proporciona mi madre, me hace dar un brinquito en mi sitio.

-Lo siento Abigail, no lo volveré a hacer – Las palabras salen de mi boca disparadas, mi madre relaja la expresión y me regala una pequeña sonrisa en aprobación.

-Quiero irme – Anuncia Abigail con un tono serio y la vista al frente.

- Tranquila cariño, Sam puede acompañarte hasta la cabaña – Le hace saber mi madre con cariño mientras se acerca a ella y posa su delicada mano en el hombro.

Abigail toma la mano de mi madre y en un moviente brusco la aleja.

-¡No! Quiero irme a casa, a la de verdad. No quiero seguir aquí con ustedes. – Frunzo mi ceño, mi enojo se elevó a tope por ve su acción en contra de mi madre, ¿Cómo se atreve?.

Me acerco a ella con rapidez. Apenas se percata de mi cercanía, comienza a retroceder hasta que choca con la pared y es mi momento de poner mi mano en su cuello y apretarlo levemente.

-¡Mira maldita niña estúpida!, a mi madre no le vuelves a hablar así, o me asegurare de destrozarte – Las palabras dejan mi boca en un grito furioso.

Unos brazos me sujetan y me apartan de Abigail en cuestión de segundos.

-Tranquilízate hijo, debes tener paciencia – Mi padre volvió de arreglar el daño eléctrico según veo.

La electricidad se había ido por este terreno y en lo que él arreglaba el pequeño daño, yo debía ir a la cabaña Brown a informarles lo sucedido.

-¡Suéltame de una buena vez! Ahora si la mataré – Intento quitarme a mi padre de encima, pero nada me resulta. Cuando me doy por vencido, me quedo quieto, observando con desprecio a la malagradecida de Abigail.

-Te voy a soltar, pero debes prometerme que no lastimaras a nadie hijo.

-Está bien papa, lo prometo.

Papá me suelta y ya estando libre, me acerco de nuevo a Abigail, ella se encuentra con sus manos en su cuello y las lágrimas corren por sus mejillas.

No me arrepiento por lo que le hice y ni mucho menos siento lastima.

-Tadeo me lo prometiste – Escucho decir a papá detrás de mí.

-Te haré la vida aquí un infierno – Le digo a Abigail en un susurro que solo ella podría escuchar.





El FestínWhere stories live. Discover now