-No se hable más, pero Mr. Alastor, una pregunta- Afirmé.

-Pregúntame lo que sea, cariño.-Su tono me hacia encenderme aún más.

-¿No le desagrada mi cuerpo?

Se echó a reír, y se acercó a mí.

-Cariño, donde algunos ven sólo kilos, yo veo, que te faltan besos, y me encanta, que estés así, algo rellenita, tendré dónde clavar mis garras.

Me sentó sobre el sofá y se puso a horcajadas sobre mí, me rasgó la camisa, pasó a mi espalda, a arañarla entera, parece ser que también lo notaba porque gemía conmigo, es increíble como el dolor a veces produce placer, pero me iba a destrozar la espalda entera, a este paso, le saqué la camisa, y algo, me llamó la atención; estaba lleno de marcas por todo el cuerpo, me distraje por un segundo, pero seguí con lo mío, su respiración agitada me daba a indicar que estaba muy excitado, pero lo frené.

-Mr. Alastor, por favor, un momento.

-¿Sí, mi vida?- Preguntó con dulzura, mientras volvía a la realidad, respirando agitadamente.

-Aquí...no quiero, sabe.

-¿Porqué? Aquí te estrenaste como cazadora.

-Si, lo sé, pero a saber cuánta gente ha usado este sofá, ¡Qué asco!

Estalló en risas.

-Tienes razón, tenemos mucha clase para esto, encanto. Espera, que voy. Ven aquí linda.

Me tomó de la cadera, y de repente, estábamos en una habitación enorme, con una cama de matrimonio, con colchas de color rojo granate, la decoración era exquisita, cortinas de color burdeos con finos bordados, muebles de época años 20, la cama tenía un dosel con cortinas de color púrpura, me quedé impresionada.

-¿Te gusta?-

-Es preciosa.

-Es mi habitación. Disfruta, encanto, me tiró sobre la cama, sacándose la camisa del todo, hice lo mismo, y se tiró sobre mí. Aprovechaba para quitarme las gafas. Oh, sí. Oh, sí. Se había dejado barba, su forma humana ahora era más atractiva, con esos rasgos masculinos más marcados, pero esa expresión de bastardo no se la quitaba nadie, menos ahora, me volvía loca por momentos.

-Oh, sí, voy a disfrutarlo bien...-Dijo con lujuria.

Me sacó el sostén, parecía ser que le gustó lo que vio, porque me mató a mordiscos, mordía mis pezones con sus afilados dientes, los sujetaba con ansia, clavando sus uñas, cada vez que me clavaba más hondo y gemía más, se ponía como loco, parece ser que el vínculo se acrecentaba.

-Eve, preciosa mía, necesito terminar con esto, por favor déjame.

Asentí con la cabeza.

Suspiré hondo, me miró, por unos momentos.

-Espera, eres virgen, ¿verdad?

-Ajá...

-¡estupendo! El vínculo será el más fuerte que se haya visto.

-¿Cómo?-Me quedé en shock.

-Cielo, todos los discípulos que hay en este mundo y en el otro, son de usar y tirar pero tú, eres única...sabes, no lamentaré tomarte y desgarrar tu carne, pero sí lamentaría terminar donde no debo, eso sí sería un lío, sabes...-

-Oh, eso...

Se le iluminó la cara, pareció recordar algo.

-No te preocupes, tengo un remedio que se usa allí abajo para esto. Sigamos.

El Maestro.Where stories live. Discover now