─ ¡Espera!─ gritó Sofía y la niña se dio la vuelta asustada ─ ¿Que-Que te a pasado pequeña? ¿Por qué lloras?

     ─ Me he perdido y no se donde esta mi papa ─ pronunció la pequeña con su frágil voz, que sonaba como una florecilla que ha perdido sus pétalos con el viento.

    Cuando Sofía iba a hablar, alguien llamó a la niña.

     ─ ¡Eva!

     ─ ¡Papa!─ gritó la pequeña de pronto y salió corriendo a reunirse con el hombre.

     ─ ¿Dónde te habías metido? Te estuve buscando por todas partes. 

     ─ Lo siento papa, me perdí ─ gimoteó, y ambos se abrazaron mientras Sofía contemplaba atónita la escena.

     Pasado un rato el hombre por fin notó la presencia de Sofía.

     ─ Gracias por ayudar a mi hija.

     Sofía se puso firme, incómoda.

     ─ Yo en realidad...no hice nada...

     ─ De todas formas, muchísimas gracias por haber acompañado a mi hija ─ insistió el hombre, indicando a su hija que se despidiera. La pequeña sonrió dándole un abrazo a Sofía y un beso en la mejilla. Padre e hija se marcharon agitando los brazos de forma exagerada.

     Sofía avergonzada y feliz por aquella familia, les veía partir con una sonrisa. En ese momento recordó que sus hermanos estaban solos y debía regresar junto a ellos cuanto antes, pero al girar sobre sus talones, vio un pequeño puente rojo que unía con el otro lado de la calle.

     "Yo no he cruzado ningún puente, no había ninguno cerca de las escaleras" pensó, pero cruzó por él de todos modos. Las escaleras y sus hermanos estaban al otro lado.

     Siguiendo la línea de casas adosadas ninguna le resultaba familiar y no encontró ni rastro de las escaleras.

     "¿Tanto me he alejado? ¿Tan lejos me he ido?" Pensaba, cada vez más nerviosa.

     Se internó por callejuelas que parecía ir en la dirección deseada. Sin embargo, todas terminaban en callejones sin salida y no tenía más remedio que darse la vuelta.

      "Mis hermanos están solos, debo volver con mis hermanos" se repetía, y viendo a un grupo de señoras sentadas al fresco en unas sillas de plástico, se acercó para preguntarles.

     ─ Disculpen ¿Como se llega a las grandes escaleras que suben directamente a la calle alta?

     Las ancianas se miraron extrañadas.

     ─ Pequeña ¿te has perdido?─ dijo la anciana que estaba sentada en medio.

     ─ No, es solo que me he despistado. Las escaleras grandes ¿saben donde están? ─ Sofía movía las manos mientras hablaba, parecía un títere con espasmos, pero al darse cuenta que las ancianas no la entendían, agachó la cabeza y los hombros con desilusión.

     ─ Se donde están ─ dijo de pronto la anciana a la izquierda ─ .Tiras por allí, tres casas a la derecha hay un camino estrecho, te metes por él y avanzas un poquito, y justo a mano izquierda encontrarás las escaleras que dices.

     "No había casas delante de las escaleras..."

     Sofía dudó pero terminó sonriendo a las tres ancianas. Daba igual el camino mientras encontrarse a sus hermanos.

     ─ Muchas gracias por su ayuda ─ dijo y se marchó corriendo.

     Tal como le había dicho la anciana, había un camino de subida, pero no eran las escaleras que quería ver. Estos escalones eran estrechos y zigzagueaba.

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