uno

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Aunque desde un inicio sabemos que la flama de una vela quema nuestra piel, hay veces en las que es tanta la fascinación que tenemos por ella que ponemos nuestro dedo en el calor e incluso jugamos con ella.

¿Sadismo?

¿Necesidad de romper las reglas?

¿Transtorno?

Sabía desde el inicio que estaba mal, que no debía y no podía gustarme un hombre tan adulto. En realidad era más como un amor platónico que tuve desde hace años, pero que con el paso del tiempo fue creciendo y en algún punto me enamoré de la idea de él y de mí juntos. Claro que es patético dado que hablabamos de un hombre que no conocía, que en mi vida había hablado con él, y que mucho menos me notaba, pero la atracción estaba en mi interior latente.

- Charlotte, -mi madre me llamó causando que saliera de mis pensamientos. Alcé la mirada del plato y la vi verme con una linda sonrisa- te doy un centavo por cada pensamiento.

Sonreí al escucharla y entonces le contesté:

- No creo que tengas los suficientes, mamá.

Me levanté de la mesa y suspiré mientras caminaba a la cocina para dejar mi plato, vi por la ventana que daba hacia la calle y la casa del vecino que la luz de su sala estaba encendida. Eran casi las siete ya, eso significaba que hoy no trabajaba o descansaba dado que él siempre se iba como a las seis de la mañana.

- Charlotte, apurate o llegarás tarde a la escuela -gritó mi mamá volviendome a sacar de mis pensamientos.

Miré unos segundos más hacia allá y suspiré finalmente, honestamente no sé que ganaba intentando pensar en por qué estaba ahí, pero la curiosidad me comía. Me di la vuelta y subí a mi habitación para lavarme los dientes, me coloqué el sueter y finalmente salí con la mochila sobre un hombro de mi casa. Mi madre ya estaba dentro de la camioneta así que para cuando entré ya estaba la calefacción lista y suspiré por la agradable temperatura.

- ¿Hoy llegarás temprano? -le pregunté girando mi cabeza para poder verla.

Mi mamá se pintaba los labios y sin despegar su atención del espejo me dijo:

- No lo creo, no me esperes en cualquier caso.

- ¿Papá cuando regresa?

Dejó a un lado el labial al terminar y suspiró mientras me respondía:

- Creo que en una semana, ya sabes que esta dos semanas fuera y con nosotras una.

Mi papá era arquitecto, siempre tenía que viajar y creía que trayendo recuerdos nos sentiríamos mejor, pero para ser honesta tampoco nos hería que no estuviera. Sabíamos que su trabajo era demandante, proyectos en todas las partes de Europa e incluso Asia, la empresa para la que trabajaba era muy importante y para él cuidar su empleo era su prioridad.

Mi mamá condujo hasta mi escuela y yo sólo decidí escuchar musica todo el camino.

-

L

legué a mi casa como a las tres, bajé del Uber y fui directo a la puerta, saqué las llaves para abrirla, pero se cayeron al suelo cuando intenté encajarlas. Maldije al verlas y saber que tendría que agacharme, suspiré y entonces me estiré y las recogí, pero cuando sentí como la maldita mochila se vino de golpe arrastrando mi falda con ella dejandome mostrar mis panties, solté un gritito y asustada me enderecé de golpe tapando mi trasero de nuevo.

Me gire preocupada para ver si alguien me había visto, pero no había nadie y suspiré aliviada.

Que vergüenza.

oh my daddy!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora