BRACO

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Ariana no recuerda cuando llegó.

Según mamá y la abuela decían había sucedido cuando ella tendría 3 años y ambos compartían la misma edad. Sin embargo, ella podía presumir de ser mayor por 5 meses y 3 días exactamente, y no decía las horas porque ni idea de a qué hora había nacido Braco.

¿Quién era su mejor amigo?

Si se lo preguntabas a los cinco años, sin dudar ella te habría dicho que su abuelo, a los 9 años habría respondido el nombre de algún compañero en el colegio, ahora con 16 años afirmaba que siempre había sido Braco.

Después de todo, el perro es el mejor amigo del hombre.

Ahora, Ariana se arrepentía de tanto. El problema con tener a tu perro a tu lado desde que tienes consciencia y memoria es que al igual que con la familia, simplemente te acostumbras a su presencia y te da un poco igual.

Hasta que se va de tu lado.

Mientras lo sostenía en sus brazos, viendo lo pequeño que era ahora. Siempre lo había sido, pero en ese momento solo podía abrazarlo y presionarlo contra ella, con la esperanza de que moviera su cabeza contra ella y le pidiera silenciosamente que lo acariciara.

Recordó el día en que decidió sacarlo a pasear por primera vez sin correa, todo un reto, porque a pesar de pretender inocencia y tranquilidad, en cuanto Braco ponía un pie en la calle era un pequeño escurridizo.

Corrieron y Ariana fue feliz, porque esos momentos a solas eran pocos frecuentes, casi inexistentes, y ahora se culpaba, culpaba su egoísmo y la manera en que se centró en ella olvidando a su pequeño amigo.

Su fiel compañero, al que abrazó cuando se peleó por primera vez con la que decía mejor amiga, cuando su hermana erró y le hizo daño, quien se le acercaba cuando lloraba en silencio y con su cabeza le pedía que le hiciera cariño, la consolaba y amaba como solo un perro podía.

Le ofrecía su amor sincero, como solo él se lo podía ofrecer.

Y ella trató de devolvérselo, tal vez no fue suficiente, pero lo intentó con todas sus fuerzas en el último mes, porque demonios, sólo quería hacer lo posible porque permaneciera más tiempo a su lado.

Así que, cerró sus ojos y lo abrazó con fuerza, susurrando una y otra vez lo mucho que lo amaba. Entendía que él había tenido una larga vida y era su momento de partir, no quitaba el dolor, pero la ayudaba a soportarlo.

Entonces, susurró antes de dejarlo ir:

Tú fuiste mi primer te amo, gracias por ser lo más real que he tenido.

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