31.

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Aaron sonríe enseñándome su perfecta dentadura al escuchar mi respuesta. Pero al instante algo parece venir a su cabeza haciendo que el brillo de sus ojos cambie, la angustia los invade, y la sonrisa desaparece. Enseguida mi cuerpo se tensa ante su cambio de actitud.

-¿No quieres?- pregunto tras unos segundos de silencio.

-Si, si quiero. Es solo que...-frota sus manos en su cara, frustrado- No se como decírtelo- suspira.

Enseguida puedo sentir un nudo en el estómago ante sus palabras. ¿Qué será lo que lo tiene tan atormentado? ¿Y por qué tiene tanto miedo a decírmelo? ¿Y si el problema es que no le atraigo lo suficiente?
Esta última pregunta se me clava en la cabeza de una forma tan dolorosa que me produce un cierta presión en el pecho.

-Aaron...- aparto la mirada- si el problema...soy yo...-

-NO- me interrumpe antes de que acabe- ni se te ocurra pensar eso- agarra mi cara con las dos manos, obligándome a mirarlo a los ojos- Merylin, te quiero, y no te imaginas cuanto- deposita pequeños besos en mis labios- Eres la chica perfecta, y no hablo solo de lo físico, en todos los sentidos-

-¿Entonces?- preguntó confusa

-Merylin, no quiero perderte, y este es un gran paso- me acaricia la mejilla- No creo que me merezca a alguien como tú y tampoco lo que me estás ofreciendo- puedo ver en su mirada algo que lo atormenta.

-Un paso que quiero dar contigo- junto su frente con la mía- No me vas a perder por esto, ni por nada- me separo para volver a verlo a la cara- Lamentablemente, ya no puedes deshacerte de mi-

-Ni quiero hacerlo- mis palabras apaciguan un poco su pelea interna, logrando que Aaron vuelva a sonreír-

Me muerdo el labio sin saber que hacer. Quería seguir con lo que empezamos, pero sin parecer una desesperada. Aaron mira atento mi gesto, y puedo ver cómo su pupila se dilata ligeramente.

-No creo que pueda aguantar más- dice Antea de juntar su boca con la mía.

Empieza lentamente, pero cuando muerde mi labio inferior ligeramente, tengo la necesidad de que el beso sea más intenso. Poco a poco siento que mi piel arde ante sus caricias. Empieza por mis muslos para acabar en la parte posterior de estos. Me agarra con firmeza, juntándome más el. Enrollo mis piernas en el, asegurándome de que ese acercamiento no acabe.
Aaron me levanta de la encimera, y empieza a caminar, pero sin parar nuestros besos. Sé perfectamente que se dirige a mi habitación.
Intenta ir con cuidado pero en el trayecto choca con algunos muebles, haciendo que me ría de vez en cuando, incluso llega a tirar unos cuantos objetos al suelo a lo que argumentaba que mañana recogería y limpiará sin falta.

Al llegar a la habitación, después de un viaje que me pareció eterno, me coloca en la cama con mucho cuidado. Dejo mis gafas en las mesita que se encuentra al lado de la cama, pero sin moverme de mi sitio.
Su cuerpo queda encima del mío, se separa ligeramente, apoyándose sobre su brazo derecho, y junta su mirada con la mía.
Siento que su mano izquierda, sube despacio por mi pierna hasta llegar a mi vientre. Me levanta ligeramente la camisa de seda que había elegido para la cena, e introduce su mano. Cierro los ojos, centrando todos mis sentidos en sus movimientos. Mete la mano dentro  de mi sujetador y agarra con delicadeza uno de mis pechos, haciendo que mi espalda se curve ligeramente.
Me agarro a su camisa con fuerza.

-Eres increíble- su voz es cada vez más ronca.

Abro los ojos para volver a ver los suyos, y menos cuenta que no ha dejado de mirarme ni un segundo. Aparta su mano de mi pecho y se arrodilla entre mis piernas. Se quita la camisa y por me quedo sin respiración al ver al chico que está enfrente de mi. Sus perfecta estructura se veía más acentuada a causa de la poca luz que entraba por la ventana de mi habitación. Muerdo mis labios y el sonríe en respuesta. Se inclina ligeramente, con grandes manos desabrocha torpemente los botones de la camisa pero no tarda mucho en llegar al último de ellos. Me levanto un poco y me apoyo sobre mis codos, haciendo que la camisa se deslice lentamente por mis hombros. Aaron mira mi pecho al descubierto, y ahora el que se muerde el labio es él. Envuelvo una de mis manos sobre su nuca y lo atraigo hacia mi. No puedo estar más tiempo sin besarlo, se ha convertido en una necesidad, y en este momento más todavía.
No me cabe ninguna duda de que con él lo quiero todo.
Aaron se mueve, pegando sus caderas contra las mias. Quiero que esto avance más, quiero sentirlo más, al completo.
Parece que me lee la mente, ya que su mano viaja hasta el botón de mi pantalón. Con cuidado me los empieza a quitar, y la lentitud con lo que lo hace es una tortura. Después hace lo mismo con mi ropa interior. Al ver que mi zona más íntima está al descubierto delante de él, me ruborizo. Coloca su brazo derecho a mi lado, apoyándose en el,  y su mano izquierda empieza a subir sutilmente por mi pierna. Siento como las yemas de sus dedos llegan al interior de mi muslo.

Odio a Mr. EgocéntricoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora