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—Parece ser que la tormenta no parará.
Observo con nerviosismo a Felix que se encuentra a mi lado, sus cabellos están algo mojados y trago en seco admirando su perfíl, «debo decirle, este viaje fue por ese motivo»
—Lixie...— murmuro.
Él voltea a verme soplando sus manos así que lo acerco a mi cuerpo tratando de ofrecerle de mi calor, —Lo siento, de haber sabido que lloveria no te hubiese traído a la montaña.
—Esta bien, hyung— él esconde su rostro contra mi pecho y escucho una pequeña risita, —Estoy contigo así que eso lo hace perfecto.
De nuevo la incertidumbre me invade y llevo mi mano hasta el bolsillo de mi pantalón, siento la cajita en su lugar pero me siento incapaz de hacerlo.
—Te amo, Felix.
—Te amo mucho más Hyung.
En silencio volvemos a quedarnos escuchando los latidos del otro y armando me de valor, lo alejo suavemente por los hombros. Con extrañeza los radiantes ojos de Felix se clavan en mi hasta que sacó la cajita de mi pantalón mirándolo con una sonrojo hasta las orejas.
—¿Quieres casarte conmigo?— la pregunta sale casi como un susurro, la lluvia no ayuda mucho a mi voz y quisiera golpearme por tan mediocre proposición.
Pero Felix brinca a mis brazos besando mis labios de una manera tan dulce que me doy cuenta de que lo hice bien, —¡Si quiero, claro que quiero Hyung!
Suspiro aliviado teniéndolo entre mis brazos y de nuevo bajo esa tormenta volvemos a besarnos apasionadamente esperando que el sol salga y nos permita gritarle nuestro amor al mundo entero.
