—Confío en que en algún momento pasare la meta aunque no creo llegar de primera, soy buena conductora —Era honesta, había aprendido a manejar y había memorizado todas las leyes de tránsito, lo que nunca había hecho era conducir a una velocidad excedida o pasarse algunas normas por alto.

—Si no crees llegar de primera no sería buena idea apostar dinero.

—Todo sea por la experiencia —Kala sonrió y extendió su cuello hasta poder tocar los labios de Saúl con los suyos, fue una corta presión de labios que se sintió como una tierna caricia pero que caló hasta los huesos de ambos, quizás Saúl no quería admitirlo, pero era imposible negar la química que existía entre ambos.

Saúl sonrió y con lentitud colocó su mano en la barbilla de Kala y la atrajo hasta que sus labios volvieran a tocarse. Esta vez no fue un beso todo pasional como el primero o corto como el que acababan de darse, éste beso era más tranquilo y suave, Saúl se tomó todo su tiempo para saborear ambos labios y para luego deleitarse con el sabor de su lengua. Le gustaba probar el chocolate que acariciaba la lengua de Kala al igual que le gustaba capturar sus labios entre sus dientes y morderlos suavemente. Kala dejó escapar un suave gemido y colocó su mano en la nunca del rubio para atraerlo más hacia sí misma, si es que era posible, con lentitud dejó salir su lengua la que se enredó con Saúl y bailó al ritmo que éste imponía, era asombroso la capacidad que tenía un beso de despertar tantas cosas que se encontraban dormidas.

Sintiendo su respiración acelerarse y su pecho expandirse con más fuerza, no perdió el tiempo y permitió a su mano libre colarse bajo la camiseta de Saúl, suspiro cuando pudo sentir la suave piel de su abdomen acariciar la palma de su mano, era un abdomen plano y duro, no tenía músculos pero aun así podía imaginarse planchando su ropa en esa sexy tabla. Relamió sus labios cuando Saúl rompió el beso y se extasío al ver los hinchados y rojos labios de su acompañante, le encantaban que estuviesen así por su culpa.

—Creo que ya es hora de que me marche —anunció el rubio tomando asiento en la cama y dándole la espalda a Kala, con disimulo trató de arreglar el problema que crecía en sus pantalones, acababa de tener una dolorosa erección con solo un beso, parecía un jovenzuelo de catorce años.

—Si... me alegra que hayas venido —musitó Kala tomando asiento a su lado y arreglando su cabello. Entonces nos veremos luego —dijo depositando un rápido beso en su mejilla y poniéndose de pie, Saúl la ponía nerviosa y anulaba las palabras de su cerebro.

—Nos reuniremos pronto, Agnes se pasa las navidades en mi casa —comunicó Saúl colocándose sus gafas oscuras y buscando su bastón, Kala se lo extendió, gracias.

—Agnes no nos había dicho eso —confesó Kala viendo como Saúl se ponía de bien.

—Supongo que te lo dirá pronto, al igual que supongo que mi casa estará llena de personas estas navidades —Kala sonrió y asintió lentamente con la cabeza, estaba a punto de acompañarlo hacia la salida cuando un sonriente Aiden abrió la puerta de su habitación.

— ¿Ya te vas? preguntó dirigiéndose a Saúl quien afirmó con un sonido nasal y un asentimiento de cabeza. Pues te acompaño a la salida.

—Está bien... adiós Kala —susurró para luego desaparecer de la vista de Kala. Con una sonrisa en los labios y como si estuviese soñando se dejó caer en su pequeña cama e inhalo el aroma a cítricos que Saúl había dejado impregnado en sus sabanas; le gustaba que estas olieran a lavanda pero no se quejaba de que ahora tuvieran el delicioso aroma de Saúl.

—Ese chico es tonto un bombón, prima —Levantó la cabeza cuando escuchó la voz de su prima y la observó recostarse del marco de su puerta. Se percató de que iba vestida con un vestido floreado que levantaba sus pechos y que se moldeaba a su cintura acompañado de unos lindos botines negros.

Aunque no pueda VerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora