Al descubrir sus habilidades, Iana se ve inmersa en un caos de inmortalidad, nuevos mundos, y problemas.
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Durante 19 años, ha tenido una venda en sus ojos que cayó con una desgracia. Tras enterase de que tiene habilidades extrañas, Iana comie...
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Lismore, Australia.
10950 días restantes
Tenía una hora en ese lugar. Recordaba perfectamente como la información le llegó por montones cuando abrió los ojos. Sabía el lugar en el que estaba, a pesar de que era la primera vez que estaba ahí. Lo reconocía. No.
Lo sentía. Tan fuerte y persistente bajo su piel. Pensamiento tras pensamiento. Había permanecido sentada alrededor de 30 minutos después de eso, sin creerse de que estaba en un domo. ¿Cómo lo sabía? Eso era lo que peor la ponía. No sabía porque sabía todo. Cuando despertó, se encontró con dos personas más con las que, después de hablar, estaban en las mismas condiciones.
Sabiendo mucho y entendiendo muy poco.
Dos guardias vestidos de negro y gris la habían agarrado fuertemente de los brazos y la llevaron hacia una habitación pequeña, tanto que causaba una sensación de claustrofobia. Allí, quien se hacía llamar Daniel Patterson, era el director de la CPE. Le fue explicando cada pequeña cosa, sin darle opción a hablar. Su presencia de por sí ya intimidaba mucho. En pocas palabras, le dijo que no regresaría a su casa hasta terminar su entrenamiento personal y grupal que duraba, aproximadamente 15 años, sino era más. Seguía sin entender nada, y al mismo tiempo todo. Simplemente, lo sabía, pero su mente no parecía quererlo aceptar.
—Estas en la Central de Percepción extrasensorial, Iana Fischer. Lo sabes, ¿verdad? —le preguntó Patterson con voz arisca, sin despegar su mirada. Solo logró asentir— Nos encargamos de entrenar a todo aquel que posea el gen leum. Cada persona con el gen, nace un trece de cada mes y eso solo ocurre cada siglo. ¿Cuál es tu fecha de nacimiento?
No respondió. Estaba tan tensa y a la defensiva que las palabras no surgían.
—13 de agosto —respondió por ella. Iana tuvo que reprimir las ganas de rodar los ojos. Si lo sabía, ¿Por qué lo preguntaba? Vale, los nervios comenzaban a sobrepasarla.
Era más que seguro que él solo quería dejar en claro que tenía información sobre ella. Sabía quién era, lo que era sinónimo de que podía destruirle la vida en segundos.
—Sé que conociste a Cooper y a Lee. Ellos cumplen en junio y diciembre, respectivamente. Un 13. ¿Crees que es coincidencia? Todo está planeado. Nacieron con los poderes de la luna y el sol, Iana.
—Cool —soltó sin una pizca de humor, sin poder contenerse— ¿Puedo irme ahora?
Patterson la miró tan fijamente, que ella sintió como fue atravesada por sus malas vibras y malos deseos. Prefirió callarse. Cuando se ponía nerviosa y confundida, no podía evitar soltar cualquier tontería. No podían culparla. Se hizo chiquita en el lugar.
—Se me está agotando la paciencia.
A mí también, quiso responderle. No lo hizo.
—Hagamos más fácil de entender esto. Una sola palabra: Ava. ¿Qué la mató? Responde, Fischer —cuestionó, sonando interesado repentinamente.
