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Los malos eran buenos y los buenos eran malos.

Así era su mundo.

La puerta del cubículo se abrió y salió un chico alto subiéndose la bragueta del pantalón mientras lucia una enorme sonrisa de satisfacción, se dirigió al lavabo donde a través del espejo sus ojos de diferente color (el derecho dorado y el izquierdo rojo) fueron capaces de ver a quien seguía dentro del cubículo aún acomodándose la ropa. Abrió el grifo y mojó sus manos para posteriormente peinar sus cabellos de también diferente color, poseía la mitad derecha negra y la mitad izquierda azul, una combinación única aún entre ellos.

El otro chico salió por fin, temblando de pies a cabeza y con la mirada en el suelo, nunca se atrevía a verlo a los ojos, dirigiéndose también al lavabo para lavar sus manos y cara manchadas con un sospechoso líquido blanquecino. Su cabello era negro, sus ojos azules y su personalidad no contrastaba con aquel Don con el que había nacido. El bicolor se recargó al lavabo con los brazos cruzados y una mirada maliciosa mientras veía los movimientos inseguros del contrario, cuando terminó de retirar la suciedad y secó la humedad, se dispuso a irse pero se vio detenido por un fuerte y doloroso agarre sobre uno de sus brazos.


—¿Quién te dio permiso para irte, Kats?


—Shou-chan... P-por fa-favor, due-le...



Rogó, temblando y con la mirada aún en suelo, quejándose al sentir como el agarre se hacía más fuerte. Shouto lo hizo girarse hacia él y lo acercó de forma brusca haciendo que sus pechos se golpearan, rodeó su delgada cintura con uno de sus brazos mientras con la mano libre lo tomaba por el mentón, obligándolo a levantar el rostro y enfrentar su mirada cruel. Katsuki tenía los ojos cristalizados, sus manos estaban contra el pecho contrario apretando la camisa oscura del bicolor y su cuerpo temblaba con nervios, eso hacía tan feliz a quien lo retenía.


—Te ves tan hermoso de esta forma.


Murmuró con la voz ronca y mordiendo su labio inferior con lujuria, se acercó al rostro del peli-negro y lo besó, su boca tomó el control con facilidad arrancando gemidos y estremecimientos que lo hacían desear volver a profanar aquel cuerpo tembloroso que tantas veces había tomado ya. Lo liberó cuando el aire se los exigió y sonrío con amplitud al ver aquella expresión, Katsuki lloraba con las mejillas rojas y suplicandole en silencio detenerse, Shouto realmente adoraba verlo así y hubiera vuelto a besarlo de no haber sido por la interrupción de una molesta voz.


—Arg, qué asqueroso.


Dos chicos entraron al baño; el primero que había hablado y los veía con asco, además de fastidio y odio, era bajo, tenía tanto el cabello como los ojos de color púrpura mientras que el otro, siendo más alto y luciendo una dentadura bastante afilada, lucia el cabello y los ojos de color azul que los miraba con repulsión. Shouto los miró por sobre su hombro mientras abrazaba de forma protectora a Katsuki, quien se ocultaba en su pecho y temblaba con más fuerza, todos los presentes sabían bien el motivo detrás de su miedo.


—¿Ahora que quieren, bastardos?


—Es el baño, podemos entrar sin pedir tu permiso, ¿no es así, Kirishima?


Habló el más bajo de ellos, encogiéndose de hombros y recibiendo un sentimiento por parte del peli-azul, quien antes poseía el cabello completamente blanco y había decidido pintarlo cuando entró a la academia para mostrar una faceta más "malvada". Katsuki lloró con más fuerza pero sin dejar salir ningún sonido al escuchar esa voz, esa voz que tanto terror le causaba, pues aquel peli-púrpura había sido alguna vez su vecino cuando eran pequeños y desde entonces se había encargado de hacerle la vida imposible. Shouto le acarició la espalda, conociendo su pasado, en un vago intento por tranquilizarlo mientras volvía a hablar.


Mundos Diferentes [Todobaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora