Proyecto Tauriel

Prólogo

Las primeras señales pasaron en la presan mundial como un hallazgo medianamente interesante. Muchos de los científicos descartaron la idea de que eran señales artificiales, por que procedían de galaxias muy lejanas entre si. Algunas a millones y millones de años luz. A pesar de ello, estos mismos científicos estaban desconcertados. La potencia de las ondas de radio que llegaban en estallidos rápidos era mucho más grande de lo que nunca se había visto. Poco tiempo después encontraron la respuesta. La civilización que nos saludaba estaba rebotando estas ondas de radio en un agujero blanco cercano a su planeta natal. Una pequeña galaxia a 300 millones de años luz de nuestro planeta. Aprovechaban las explosiones de masa de la singularidad para proyectar las ondas de radio a una mayor distancia y con mayor potencia. Einstein había planteado la existencia de estos agujeros, pero hasta que no nos enseñaron uno no supimos reconocerlo. Una vez descubierto el primero, encontrar uno cercano con el que pudiéramos responder al mensaje solo fue cuestión de tiempo.

Tras el primer contacto por todos lados surgieron conflictos. Los catastrofistas hablaban de una invasión y los entusiastas hablaban de la mayor revolución evolutiva. Al final ambos tuvieron razón. Lo que no se esperaron ni unos ni otros, y no entiendo como no pudimos preverlo vista nuestra historia, fue que los lideres del mundo nos vendieran al mejor postor. Llegaron aquí con tecnología genética capaz de proporcionar la inmortalidad, formas de eliminar las enfermedades y la promesa de un universo entero para explorar. A cambio lo pidieron todo. Su planeta estaba moribundo. Necesitaban recursos y carne de cañón que les ayudara a conseguir otro lugar donde habitar. Pero claro, esto no lo supimos hasta que fue demasiado tarde.

— ¡Es alucinante!. ¿Has escuchado lo que han contado en las noticias? – Keith se sostenía la cabeza con las manos y caminaba por la habitación visiblemente excitado - ¡Han llegado por un puente de Einstein-Rosen!. ¡Los agujeros están conectados!

— ¿Un puente de qué? – Keith hablaba muy rápido y no podía seguirle el ritmo. – Me senté en la cama que era el único lugar donde el caos de Keith parecía un poco más ordenado

— Un puente..., ¡un agujero de gusano!

— Ah, eso. – Desvié la atención hacia los objetos esparcidos por la habitación. La incomodidad me invadía sin que pudiera hacer nada. No se como explicarlo, pero cuanto más se emocionaba con la situación que el mundo estaba viviendo, peor sensación me daba. Hasta ese momento hablar del universo con él era emocionante. Pero a pesar de que quería compartir su entusiasmo algo me decía que aquello no estaba bien.

— Un agujero negro es una puerta de entrada y un agujero blanco es una puerta de salida. Y los une un agujero de gusano. Ahora todo tiene sentido. Me pregunto como habrán conseguido entrar dentro del fenómeno sin consecuencias. Son increíbles.

— No lo se. A mi no me dan buena espina. – Keith se paró y me miró como si de repente se hubiera percatado de mi.

— ¿Por qué? Hasta ahora lo único que han hecho ha sido expandir nuestro conocimiento. ¿Quién sabe lo que habríamos tardado en descubrir todo esto sin su ayuda? – No pude evitar soltar un suspiro. Sabía que Keith tenía razón y que no había ningún indicio de lo que estaba diciendo. Pero la sensación seguía ahí.

— Es solo que... son tan... parecidos a nosotros. – Keith sonrió maliciosamente.

— ¿Qué esperabas hombrecillos verdes o grises? y te han decepcionado.

— No se puede hablar contigo.

Las cosas empezaron a cambiar rápido. Se crearon nuevos puestos de trabajo para conseguir los minerales que nuestros amigos del exterior necesitaban. Pequeños grupos se establecieron en nuestro planeta. Según dijeron con el objetivo de compartir conocimientos. Y crearon el programa Tauriel, un reclutamiento en la tierra con el objetivo de realizar una misión en el sistema estelar T-Tauri. En cuanto escuché la noticia supe lo que iba a pasar. Keith llegó corriendo. Lo tenía escrito por toda la cara.