𝙳𝚛𝚊𝚌𝚘 𝙼𝚊𝚕𝚏𝚘𝚢.

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𝙈𝙞 𝙨𝙖𝙣𝙜𝙧𝙚 𝙨𝙪𝙘𝙞𝙖.

No era la primera vez que los de Slytherin se burlaban de ella por su sangre, era hija de muggles y eso era el motivo por el cual Pansy Parkinson y los demás secuaces de Draco siempre encontraban alguna oportunidad para meterse con ella.

Pero eso no era lo que le dolía. Para nada, estaba más que acostumbrada. Lo que realmente le dolía más que un hechizo Crucio era la indiferencia de su novio ante esos comentarios. Sabía que no debía haber aceptado el acuerdo de matrimonio que un día había llegado a su casa. A ver, sus auténticos padres eran magos muy poderosos que una vez hicieron un juramento inquebrantable con los Malfoy para casar a sus hijos, pero los padres de ella fallecieron poco después de nacer su hija y a ella la adoptó una pareja de muggles.

-Te estaba buscando, Sam. - sonrió Hermione, que se sentó a su lado. - ¿De nuevo Malfoy? - preguntó al ver su cara.

-No puedo hacer nada Herms, tenemos un acuerdo. - habló Sam. - Él nunca va a amarme como yo lo amo, tengo que resignarme a ser su esposa igualmente.

-Pero no es justo, deberías casarte con alguien que sí te ame. - habló Hermione.

Sam esbozó una triste sonrisa y se levantó, despidiéndose de su amiga. Todo el Colegio estaba rodeado por los dementores, se preparaban para la mayor batalla de sus vidas: la batalla por su futuro y el de Hogwarts. La batalla contra Lord Voldemort. Todos habían puesto sus enseñanzas y hechizos en práctica, ya sabían usar sus respectivos patronus y muchos más hechizos. Irónicamente, el patronus de Sam era un hurón, que es como conocían allí a Draco Malfoy.

-Especto Patronum. - habló ella.

De su varita salió el hurón, que correteaba cerca de ella y se desvanecía al rodear su cuello, como si estuviese abrazándola. Suspiró y guardó la varita en su bota izquierda, continuando su paseo por el colegio. Sin darse cuenta había empezado a jugar con el anillo de su dedo, ese estúpido anillo que le unía al estúpido de Malfoy. Se sentó de nuevo en unas escaleras y pudo escuchar un llanto, reconocería esa voz en cualquier lugar. Corrió hacia ese sitio y pudo ver a Draco sollozando en los baños, se veía alterado. Cuando él escuchó un ruido, levantó la cabeza y fue cuando la miró a través del espejo, girándose con sorpresa.

-Sam. - habló.

-Es extraño verte así, Malfoy. - dijo ella que estaba parada en la puerta, no entraría en el baño de hombres. - El imperpetrable Draco Malfoy llorando en el baño, ya pareces Myrta. - rió levemente.

Draco fue hacia ella y la abrazó fuertemente, temblando sin parar. Realmente estaba asustado por algo, aunque ella aún no sabía por qué.

-Sam. - repitió. - Tengo miedo. - confesó.

-¿Miedo de qué, Draco? - preguntó ella. - Si es por quien tú ya sabes, tranquilo, aquí no puede hacerte nada.

-Soy uno de ellos, Sam. - murmuró. En ningún momento levantó la cabeza del hombro de la chica, no quería que ella le viese llorando. - Me eligió a mi.

-¿Elegirte? ¿Para que? - preguntó confusa. - ¿Y que es lo que eres?

-Maldición, ¡soy un jodido mortífago! - gritó subiendo su manga derecha, dejando ver la marca de mortífago allí. Sam retrocedió un par de pasos. - Tengo que matar a Dumbledore o él me matará a mi, a mi madre y a ti.

One-shots [HP]Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum