MIRADAS

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Hay miradas que por mucho que trates, no puedes sacarte de los ojos.

La noche se volvió de día y no supe en qué momento pasó. No podía reprimir lo que había pasado con Tom en estos días.

Alonso pensó que era buena idea nadar por el lago que estaba a las afueras de la propiedad. Desde el ventanal del comedor de la casa, solo escuchaba y observaba a mi hermano y sus amigos. Un cruce de miradas lascivas entre Tom y yo hizo que desviara la mirada a otro lado y al moverme logré golpearme con Herman.

—Perdóname—respondí de manera un tanto estúpida.
—No te preocupes. Rubí, ¿Alonso sabe sobre Thomas?—preguntó Herman.
—¿De qué estás hablando?—mis mejillas ruborizadas me delataron.
—Tú y Thomas—. Mi paz mental ya había sido perturbada y a partir de ese momento una serie de recuerdos con Tom se apoderaron de mí.
—Por Dios, estás delirante el día de hoy.
—¿Si sabes que algún día el amor te atrapará y no tendrás mayor escape que rendirte?—. Sus ojos me miraban fijamente,  detallando cada movimiento de mi boca.
—Pues yo no lo veo así—. Le sonreí e hice señales de que estaba loco.
—Thomas es buena persona. Y noté que cada vez las emociones de ambos son más volátiles. El como te le quedas viendo, Cillian también lo vió, me pareció extraño que no se mostrara celoso, después de todo lo que pasó.
—Deja de decir bobadas.
—Procura coquetear menos—dijo sonriendo
—No tienes que ser tan observador siempre.

Charlamos un rato, para pasar el tiempo. Esa tarde estábamos en un Ferretti Yachts 720, una embarcación prestada por nuestro vecino, el señor Norris. Estábamos en el salón principal de la cubierta y miraba las aguas limpias y transparentes del lago.

Eché un vistazo al teléfono y le envié un par de mensajes a mi padre, pero éste no me contestó. Busqué un rincón solitario en la embarcación. Grace se sentó y me miraba de forma extraña como si tratara de leer lo que sentía.

—He estado analizando las cosas y no creo que Tom salga con Olivia, ¿no lo crees?
—No es asunto mío Grace—dije.
Continué disfrutando de mi vino, sorbo a sorbo saboreando su esencia, saboreándolo como si de mi propia vida se tratara.
—No soy entrometida, solo digo que hay una atracción obvia entre ustedes dos y creo que debes ser honesta contigo misma.
—Por favor Grace. Deja ese tema por la paz.
—Solo piénsalo, de repente te encontraste con un hombre guapo, alegre y divertido, no semejante fiera con la que andabas.
—Grace, no es para tanto. Christian tiene lo suyo, es muy guapo y ha sido un gran apoyo. No es fácil encontrar a un hombre así—la miré.
—¿Sabes qué pienso? Por complacer a tus padres, fuiste olvidándote de lo que tú querías. Empezaste a vivir en un mundo donde la realidad no era tuya. En una gran mentira que te has creído.

Suspiré y miré el terco semblante de Grace, que permanecía  junto a mi. Me pregunté si aquello que dijo tendría importancia.

—Tienes miedo de pensar en un hombre que no sea Christian, y más si es alguien como Tom.
—No puedo volver a eso, posiblemente sea uno de esos hombres donde las chicas lo persiguen y les da lo suficiente para que regresen y huye cuando todo se pone difícil. Además de que él y yo no funcionaríamos.
—Aunque trates de buscarle defectos, tienes sentimientos hacia él.

Después de la conversación, miré a Tom y procuré controlar mis emociones. Escuché un poco la conversación de Jasper y Tom sobre el paisaje de montañas.

Me encantaba mirar el cuerpo de Tom, tenía una musculatura marcada, un bañador largo que tapaba sus muslos hasta la mitad. Sí, definitivamente esta muy bueno.  Vi como Tom me miraba. Llevaba puesto uno de esos vestidos muy cortos y veraniegos encima del bañador que había tardado en escoger. Él miraba cada uno de mis gestos y noté que dejó de prestarle atención a Jasper.

Tuve que mantener la compostura, así que me levanté por otra botella de vino. Sin darme cuenta me siguió hasta apartarnos de todos.

—¿A dónde vas?—me preguntó mientras me tomaba del brazo.
—Voy por más vino.
Notó un pequeño estremecimiento en mi cuerpo y con sus dedos acarició mi cara, mientras miraba el brillo de sus ojos.
—Espera, dame un beso.
Me agarró con una mano por la cintura y me arrimó contra su pecho con fuerza, me quitó la copa con la otra mano y al final rozó mis labios con sus labios. Mi corazón palpitaba a mil por hora, sentí un calor que se extendió desde mis labios hasta la punta de mis pies. Era un beso cálido y profundo, trastornó a mi corazón y a todas mis neuronas, comencé a rozar su espalda con la punta de mis dedos.

Cuando nos separamos Tom me miró, sabiendo ambos que allí mismo nos hubiéramos desnudado. El sol ya empezaba a ocultarse, y un melancólico naranja marcaba ya su dominio en el cielo.

—Rubí, hay algo entre tú y yo que ni el mismo destino sabe como paso, ni tú, ni yo, lo esperábamos, pero ha sucedido de tal manera, que ocupas el noventa por ciento de mis pensamientos.

Lo atraje hacia mi fuertemente, él hundió su cabeza en mi cuello y me lo besaba tiernamente. Ante mi reacción, sus besos tiernos dieron lugar a unos muchos más salvajes y comencé a perder la cabeza dejándome llevar por sus caricias.
—Tom—le dije al oído con suavidad.
—¿Quieres que pare?
Sentí su miembro excitado entre mis piernas y no pude evitar sonreír mientras le regalaba una mirada llena de lujuria.
Sus manos subieron un poco mi vestido para poder separar mis piernas y poder tocarme mejor. Levemente suspiraba y lo miré mientras las yemas de sus dedos acariciaban mis pechos.
—Tom para, podrían vernos—contesté entre suspiros.
Lo tomé de la cara para mirar sus ojos. Y noté una sonrisa en sus labios.

Se activó mi sistema nervioso, se elevó mi pulso.
Y fue entonces cuando descubrí que no podía mirar a nadie como lo miraba a él.

CANDY - Tom Holland y tú Where stories live. Discover now