Prólogo

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Estaba situada enfrente del espejo de cuerpo entero que esta en mi habitación.

Traigo puesta la falda que me compré hoy en la mañana.

Es uno de color rosa que se ajusta perfectamente a mi cadera y me llega a mitad del muslo.

Sonreí al observar mi reflejo. Me gusta la falda. Me gustó como me quedó, me gusta como se ve en mí.

Pero justo en ese momento, la puerta se abrió, mi vista se volcó en esa dirección y, vi a mi papá debajo del umbral, con una mano en el pomo de la puerta. Seguramente ya se enteró de que me compré la falda.

—¡Te vas a quitar esa falda de encima, ahora mismo! —bramó.

—Pero papá…

—Pero nada —me interrumpió—, ya dije.

—A mi me gusta —objeté.

—¡Por dios Jade! Tienes quince años. Si dejo que uses ese tipo de faldas cuando seas adulta vas andar enseñando no solo las piernas. ¡Y yo no quiero eso! ¡Eso no esta bien! ¡Las mujeres se comportan y se visten bien! ¿Entiendes?

—Si… —bajé la vista al suelo.

—Ahora tira es falda. Porque no te quiero ver con ella puesta.

Dicho eso, se dio la vuelta y despareció.

Hice un puchero. No quiero tirar la falda.

No entiendo porqué mi papá me prohíbe usar faldas cortas. Si mis compañeras usan faldas cortas. Y no tiene nada de malo.

Me bajé la cremallera y me la quité.

Y como no me gusta desobedecer a papá, hice lo que me ordenó.

La falda que me compré, porque me había gustado muchísimo, se fue directamente a la basura.

El Color De Tus OjosUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum