CAPÍTULO 2

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22 de junio

Mi madre está metiendo las últimas cajas en el maletero y en la parte de atrás del coche, mientras, nosotros cuatro nos estamos despidiendo, estamos todos llorando, no me puedo creer que no los vaya a ver en una larga temporada, o incluso nunca más.

-Joder tía te voy a echar mucho de menos. – Me dice Laura mirándome a los ojos.

-Yo también. – No quiero hablar mucho, no me gusta llorar delante de nadie.

-Tía, que sepas que no te vamos a olvidar, espero que tú tampoco nos olvides a nosotros. – Sé que Cris tiene miedo de que cuando me mude me convierta en otra persona, pero yo nunca podría hacerle eso, ella ha estado siempre para mí.

-Nunca. – Le digo sinceramente.

- Te quiero, tía, todos los días nos acordaremos de ti y sé que tu harás lo mismo con nosotros. – Me encanta que Pablo confié tanto en que no les voy a fallar, porque no lo voy a hacer.

Mi madre acaba de meter a mi hermano en el asiento de atrás, se despide de mis 3 amigos, y me dice que ya es hora de irse.

-Os quiero chicos. – Entonces, nos damos un abrazo y Cris me da una foto enmarcada de los cuatro juntos, sentados en un bordillo comiendo pipas, esa foto la hizo mi madre.

Me meto en el coche, abro la ventana y mi madre arranca, cuando el coche empieza a moverse, saco la cabeza por la ventana, les mando besos y les digo adiós con la mano. Mientras salimos del pueblo miro todo con detenimiento: el parque en el que he jugado toda mi vida y posteriormente en el que me he comido bolsas y bolsas de pipas sentada en un banco, el bar del pueblo en el que he celebrado todos mis cumpleaños y el chino, al que iba todas las tardes a comprar chuches y chicles. Miro atrás y veo a mi hermano, que ya se ha dormido, que suerte tiene de poder relajarse en esta situación, mi madre me mira y sé que está preocupada, supongo que ella tampoco quería mudarse.

-Lucía. – Me dice mi madre.

- ¿sí?

- ¿Cómo estás? – Sé que a mi madre no le gusta verme así, solo espero que no se sienta culpable.

-Bien. – Miento, pero, ¿qué le digo? Aunque le dijera que estoy triste, ella no me podría ayudar.

-Vale. – Sabe que no le estoy diciendo la verdad, pero también sabe que ella no puede hacer nada para mejorar mi estado de ánimo.

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Han sido cuatro horas de viaje y ya son las once de la mañana pasadas, en todo el trayecto lo único que he hecho ha sido escuchar un poco de música, mirar por la ventana y parar para mear en una gasolinera, acabo de ver pasar un cartel en el que pone: "Bienvenido a Málaga" y después de unos 10 minutos llegamos a una urbanización de casa grande, blancas, con cristaleras enormes y con palmeras...joder, después de conducir unos segundos más, paramos en frente de la casa de mi tía.

-Ostia pu... - No logro terminar, porque mi madre me interrumpe.

- ¡Lucía! No digas esas cosas delante de tu hermano, que luego las repite. – Me riñe mientras toca al timbre.

-Joder mamá, es que mira esta casa. – Madre mía, hacía tiempo que no venía aquí, me había olvidado de lo grande que era este domicilio, me cago en la puta, no me puedo creer que esta vaya a ser mi casa.

- ¡Holaaaa chicaaaaas! – La voz de mi tía interrumpe mis pensamientos, se lanza a abrazarme. – Madre de dios, ¡pero como has crecido! – Me había olvidado de que era tan risueña y tenía tantísima energía. Me da un beso en la frente y luego pasa a abrazar a mi madre.

TU, YO, AQUI Y AHORAWhere stories live. Discover now