Violeta

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Hoy desperté y mi ventana mostró el mismo paisaje de siempre, un cielo gris con toques de verde y amarillo. Era un día colorido, mis cobijas como siempre, se habían desparramado por el suelo y por la cama, casi parecía que eran ellas las que soñaban. La puerta permanecía cerrada y sin decirme una palabra, le pregunté sin cansancio si soñé algo, pero no me respondió, era la misma puerta indiferente de toda mi vida. Regresé a ver atrás de la cabecera de mi pequeña cama de la infancia para saludar a las siempre alegres y amables pinturas de la pared. "Buen día señores, ¿cómo se encuentran?", siempre me respondían la misma frase, era ya mi canción matutina. "Buen día Violeta, nuestro color favorito". Lo más curioso de todo era que yo no me llamaba Violeta y mucho menos era un color, mis padres seguro se habían equivocado al bautizarme como Daisy, y no es que no me gusten las margaritas, son flores bellas, pero prefiero el nombre de Violeta. Me parece más audaz y menos aburrida la idea de ser un color, siempre me imagine formando parte del arcoíris, sonriendo desde el cielo y vistiendo con el más elegante vestido violeta, definitivamente si fuera un color sería violeta, no hay duda, ese era mi sueño, y después de los cinco, mi realidad. Desde que nací supe que no pertenecía a la humanidad, yo pertenecía al espectro, y al cumplir cinco años de ser humana lo confirme todo, salude al espejo y estaba todo claro, me hablo, me reveló todo, yo era el violeta. Sin embargo, esa peculiar mañana no me sentía violeta, me sentía gris. No encajaba en el arcoíris y el espejo me gritaba "¡GRIS!" no podía creerlo, el espejo siempre habló bien de mí, esa mañana se encontraba de mal humor. No le creí y seguí mi camino para abrir la puerta y encontrarme al viejo paisaje de mandarinas, se trataba de la pintura más anciana y sabia de toda la casa, siempre sabía que decir, aunque le gustaba dormir, dormía todo el tiempo, solo despertaba a las 09h00 de la mañana y a las 21h00 de la noche, era muy puntual, al igual que yo. Salí de la habitación a las 08h59, perfectamente a tiempo. Me paré frente al anciano. Abrió los ojos al momento perfecto, movió los labios para desearme los buenos días, estaba ya tan viejo y era tan lento. "Buenos días gris, te deseo un lindo día." No lo podía creer, me llamo gris, si mi nombre siempre fue Violeta, era desesperante oír que me llamaban de esa forma, no tenía ningún sentido, el gris ni siquiera era un color del arcoíris, no comprendía por qué. Y, antes de que pudiera preguntar, el anciano volvió a dormir, el cuadro de las mandarinas estaba inmóvil y yo estaba en un laberinto, ¿por qué gris?, ¿Por qué no verde?, ¿Por qué no violeta?... ¿Qué fue lo que cambió?... Las preguntas me invadieron sin cesar hasta que llegué al comedor, donde me esperaba mi madre humana, le llegué a estimar tanto que incluso en mi corazón había amor hacia ella. "Buen día Daisy, feliz cumpleaños querida." No me había percatado de que aquella mañana era el 12 de noviembre, el día que nací en el mundo incorrecto, me dormí de once y desperté de doce años. Ya había cumplido años antes, pero esa mañana se veía más gris de lo que acostumbraba, seguro tenía relación con mi nuevo nombre, debía esperar por el anciano, a las nueve de la noche...

 Entre tanto fui a conversar con los jóvenes cuadros, ellos aún me llamaban violeta, eran los únicos sensatos de toda la casa. Regresé a mi habitación después de haber conversado con mi madre, evite al espejo que se portó tan grosero y en seguida salude a los jóvenes. No me respondían mucho, pero al menos no dormían como lo hacía el anciano, me arrodille en cama para estar de frente a sus rostros y despertaron todos al mismo tiempo "Gris" durmieron de nuevo. Me llamaron gris, no lo creía, si ellos me llamaban gris, tenía que ser cierto, los jóvenes jamás mentían. No entendía nada, y me eche a llorar, las lágrimas me resbalaban por las mejillas, y en lugar de ser azules como siempre, mis lágrimas eran grises. Era cierto, me había vuelto gris, no encontraba la razón de aquella desgracia, seguí llorando, no podía parar, "gris, gris y más gris." De pronto, sentí mojarme el pantalón, aunque no había bebido nada, ni siquiera un vaso de jugo naranja, lo evite, aunque fuese mi favorito. Me levante lentamente y toda mi cobija blanca estaba pintada color violeta, era una maravilla, de mi salió todo ese color. Vi que los jóvenes despertaron una vez más y gritaron alegres "VIOLETA" ya entendía, a los doce años, los niños que no eran del mundo humano como yo, se volvían al espectro, volvían a ser un color, me sentía algo débil mientras veía al violeta colorear mis sábanas, pero no pude evitar sonreír. Nunca fui gris, solo estaba transformándome. Lo último que recuerdo de aquel extraño mundo es a mi madre, estaban goteándole las mismas lágrimas que a mí, pero eran celestes, un celeste sobrenatural, brillante, ojalá yo hubiera sido ese ese celeste, escuche que gritaba "¡Daisy!" cada vez más fuerte. "DAISY"... nunca supo mi nombre real, pero ahora pienso que aquellos gritos eran de celebración...finalmente sería un color.

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⏰ Última actualización: Apr 18, 2020 ⏰

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