viii. chasing the devil's tail

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La caminata no les tomó mucho, bajaron la corta colina que se les presentó en su campo de visión. Seguido pudieron apreciar como el alba comenzaba a alzarse sobre el horizonte del lago, en ese momento el sol y el agua se tocaban. En el muelle se encontraba Jackson Kenner terminando de esparcir el alcohol sobre el cuerpo de su amigo caído, en ese momento, el hombre lobo se sintió la peor persona del mundo debido a que no estuvo ahí cuando Oliver lo necesitaba. Las hermanas Labonair podían ver como Jackson estaba lleno de arrepentimiento más no podían hacer mucho más que estar ahí para él, apoyarlo.

Jackson miró a Alexandra que estaba a la izquierda de él, un poco más atrás, le extendió la caja de cerillos. La mujer lobo miró a los ojos oscuros del hombre para finalmente asentir repetitivamente. Con una inhalación los cogió para dar un paso hacía el borde del muelle, seguido, Jackson empujó la balsa que transportaba el cuerpo del Crescent. Alexandra esperó unos segundos antes de encender el cerillo y lanzarlo finalmente hacía la sabana que cubría al cuerpo. En cuestión de segundos se incendió, las brasas de las llamas eran lo único que se escuchaban en la lejanía.

El silenció imperaba en el Bayou. —Esto es un asco —espetó. Jackson tenía tensada la mandíbula cuando lo dijo, Alexandra lo miró —. Todos saben que los funerales son al alba, sin embargo, nadie esta aquí —agregó —. La lealtad se a perdido. —completó. En los ojos del Alfa se veía lo derrotado que estaba. Alexandra miró a Hayley notando como esta quería reconfortar a Jackson más no sabía bien como.

—No la has perdido, Jack —habló —. Los lobos no están aquí porque se rompió la confianza, sí. Pero si esta roto significa que puede ser reparado —le dio una sonrisa —. Solo tienes que estar dispuesto a trabajar en ello. —finalizó. Jackson la miró, desde ahí podía ver de lo que los lobos en la casa Labonair hablaban, de los murmullos que se pasaban cuando nadie los escuchaba. La reina Crescent, la mujer que estaba ahí para hacerlos resurgir de nuevo. Tal como le dijo a Hayley hacía un tiempo atrás, ella era el Alfa que ellos necesitaban.

Alexandra se encontraba observando la balsa que se encontraba a la lejanía. En ese momento una cosa se prometió: Aquella sería la última vez que tendrían un funeral de esa manera. 




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Sus brazos estaban cruzados sobre su pecho mientras observaba el horizonte, su mente estaba lejos de estar en tierra en aquel momento. Los pensamientos la habían obligado a perderse en su cabeza. Jackson comenzó a acercarse a la mujer lobo quien se encontraba a la orilla del lago, se colocó a un costado de ella. Era la primera vez que se veían después de tantos meses. Alexandra no le dio ninguna mirada, no tenía porque hacerlo, ella sabía de la presencia de él.

—Gracias por las palabras —agradeció. Tenía la mirada fija en el horizonte al igual que la mujer que lo acompañaba —. Ahora entiendo más sobre los rumores que se corren entre los lobos, eres una gran líder, Alex —aseguró. La mujer le dio una mirada —. Lamento no haber estado ahí para ayudarte, de verdad...

—Jack —detuvo. El hombre lobo la miró. La detalló por unos segundos notando la trenza que formaba su cabello. Ahora entendía que había estado investigando un poco —. Todo esta bien entre nosotros. No estoy molesta si eso es lo que piensas, lo único que me trae reconforte ahora es saber que volviste. —tranquilizó. El hombre lobo asintió entendiendo las palabras —. Debería darte las gracias, aunque sea por el vínculo que compartimos, gracias a ti estoy aquí. Viva. —agregó. Jackson le regaló una sonrisa de reconforte al respecto, él estaba consciente de que aquel vínculo por primera vez había actuado para algo, y no solo para que simplemente sirviera como un reflejo de dolor.

² 𝐖𝐈𝐂𝐊𝐄𝐃 𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃 | Klaus Mikaelson ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora