CAPÍTULO 15: Ruego en su mirada.

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- Buenos días bicho.- dice alargando la última letra mientras sube la persiana.- Venga vamos, que tenemos que ir al cole.

El pequeño se retuerce entre las sábanas, anoche no les costó demasiado que se quedase dormido pero los nervios han estado presentes en todos los cuerpos, tanto de padre e hijo, como de la catalana, lo que les ha provocado unas cuantas visitas a la habitación de al lado por petición de Mateo.

El pequeño refunfuña porque levantarse temprano es una de las cosas que más odia. Ruega por unos minutos más que si por él fuera podrían convertirse en horas, pero aunque tienen tiempo de sobra tiene que ir habituándose a los horarios.

- Venga amor, elige la ropa que papá y yo vamos a ir haciendo el desayuno.- le pide Aitana una vez lo ve lo suficientemente despierto como para que no se duerma de nuevo, dejándole un poco de autonomía para que elija su ropa y el calzado.

En diez minutos el pequeño va hasta la cocina para pedir ayuda con los zapatos, y saluda a ambos con un beso en la mejilla antes de empezar a desayunar.

Entre los dos, aunque la catalana no vaya a estar presente, se encargan de explicarle al pequeño el plan que tienen para hoy, sin incluir horarios pero haciendo una estimación para que no quede muy confundido. Le explican que durante dos semanas va a ir sólo una horita y media al cole, para que conozca a sus compañeros y esté a gusto, y ya después pasará un ratito más en el aula. 

Esta semana ya es habitual que la catalana tenga que irse antes, pues la promoción de su último single, que ya roza las diez millones de visitas, le impide parar lo justo para dejarle las comidas libres y parte de la tarde.

Todavía les queda algo de tiempo para que ella tenga que marcharse así que se dividen las tareas de la casa para hacer antes de salir de la vivienda.
A ella le toca hacer la cama del pequeño que con la ayuda del propietario, terminan en unos minutos y que se ve sustituida por la de matrimonio que también está sin hacer.

Cuando ya han terminado, el reloj marca casi las once menos cuarto, apurándole para que salga de casa en menos de lo que le gustaría.
Termina de lavarse los dientes al tiempo que Luis entra en el baño para ver cómo va, y se sonríen a través del espejo cuando escuchan unos piececitos corretear hasta ahí.

- Amor, ven.- le llama la catalana para que entre.- yo me tengo que ir ya, pero papá y mamá te van a llevar juntos al cole cuando pase un ratito.- intenta explicarle lo mejor que puede.- y cuando vuelva me tienes que contar todo lo que te ha gustado ¿Vale?

Con un beso en la mejilla y otro en los labios, este último más corto de lo que le gustaría, sale del piso dejando a padre e hijo solos.
Los dos se encargan de recoger los platos del desayuno, sentando al pequeño en la encimera y nombrándolo el encargado de secarlos bien.

- Papi.- le llama después de unos minutos demasiado callado.- yo no quero ir al cole. Me quero quedar aquí contigo. 

Su padre cierra el grifo, era consciente de que esta conversación iba a tener lugar en algún momento pero no esperaba que fuese estando él sólo y sin el apoyo de Aitana.

- ¿Te acuerdas de la peli que vimos ayer?- pregunta esperando a que asienta.- ¿Y de lo que hablamos cuando la terminamos?

El pequeño vuelve a asentir, recordando esa peli que le gustó tanto con una protagonista súper alegre que pierde unos recuerdos en la cabecita de una niña.

- Dijimos que era bueno que nos dijeses cómo estabas y cómo te sentías, porque así los mayores te podemos ayudar.- le recuerda.- ¿Sabes qué podemos hacer? Podemos hacer un dibujo antes de irnos donde pintemos cómo nos sentimos, y cuando volvamos del cole hacemos otro y vemos si ha cambiado ¿Te parece?

Centímetros de pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora