Parte 1 (única)

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Cuando Tania salió de la facultad, vio a Víctor esperándola fuera. Su silueta oscura se recortaba contra el gris del cielo, apoyada en uno de los coches aparcados. Llevaba sus viejos vaqueros negros y, una vez más, el pelo largo y con flequillo. Por debajo de él, miraba a la gente que pasaba, sin prestar atención a nadie en particular.

Durante un instante, pensó en darse la vuelta y hacer mutis por el foro, pero su amiga Esther le puso la barbilla en el hombro.

—¿Quién es ese chico? —susurró—. ¡Si está como un queso! ¿No me digas que es ese con quien habías quedado?

—Es un antiguo amigo del instituto —dijo Tania.

—¿Y a qué instituto dices que ibas? Joder, unas tanto y otras tan poco.

Tania inspiró profundamente y avanzó a su encuentro. Al verla, Víctor se levantó y la saludó con una inclinación de cabeza. Tania pensó si debía darle dos besos. O una palmadita en el brazo, al menos. Optó por dejarlo en un tímido “hola”.

Durante el camino no hablaron demasiado. Ya en la cafetería, ella se pidió un café con leche y él, una Coca-Cola. Durante un rato solo se escuchó el sonido de los hielos y las cucharillas, hasta que Tania se decidió a hablar.

—Bueno, se te ve bien.

—A ti también —respondió Víctor.

—¿En qué andas ahora?

Víctor sacudió los hielos en el vaso.

—Pues estoy yendo a una academia para prepararme la prueba de acceso a la universidad. A ver si me la saco de una vez. Aparte de eso, lo mismo de siempre: el blog, salgo un poco, viajes… También hago cosas con una asociación.

—¿De lo tuyo?

—Sí, de lo mío. ¿Y tú, cómo estás?

Víctor la miró con intensidad. O quizá solo fuera que ya se había olvidado de esos ojos grandes y oscuros. Habló un poco atropellada:

—Bien, muchas cosas nuevas. Ahora vivo con dos chicas. Y conocí a este otro chico de la forma más tonta, porque se le cayó un café en el césped, medio encima de nosotras… Mira, ojalá no fuera todo tan complicado.

—No te preocupes. Ya sabía que salías con alguien.

Tania se rio y bajó la vista.

—Solo quería dejar las cosas claras.

—Ya estaban claras antes de venir a verte —Víctor esbozó una de sus extrañas sonrisas.

—Y entonces, ¿por qué insististe tanto?

—Pues… —Víctor se rascó la escasa barba—, porque me porté como un capullo contigo.

—Eso ya lo sabía —Tania levantó la cabeza.

Víctor le sostuvo la mirada unos segundos. Luego puso los codos en la mesa y se derrumbó sobre ella con un suspiro.

—Mira, Tania. Yo era idiota. Empezó primero de bachillerato y de pronto, zas, había pasado a ser un tío canijo y flacucho a dar el estirón de mi vida. Decía que tocaba la batería para explicar las espaldas que se me habían puesto. Y porque a las chicas os gustaba, ¿sabes? De pronto me hacíais tanto caso y en el peor momento, el peor de todos para mí… Yo estaba jodido y resulta que mi actitud os molaba. Estaba flipando, y a la vez quería vengarme.

—No me digas ahora que lo nuestro fue una venganza planeada.

—No exactamente. Pero tú eras tan maravillosa, tan inteligente, tan impecable. Me dijeron que estabas por mí, pero al principio pensé que era una broma. Una chica así no podía interesarse por mí, y yo no sabría corresponderla.

¿Qué se siente al ser tan joven?Where stories live. Discover now