Capítulo 41

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¿Han notado que justo antes de saltar, se dan un impulso?  

Bueno, consideren este capítulo como eso. Un impulso. 


Adrien.

Su cabello me cosquilleaba en la nariz.

Creo que eso fue lo que me hizo despertar. O tal vez la agradable sensación que me daba el aroma de su shampo, su manía de hacerse bolita o quizás esa respiración acompasada que subía y bajaba pegada a mi pecho.

Era extraño pero en esta posición no me dolía ninguno de los golpes medio merecidos que había recibido ayer. Algo así como la posición perfecta, y estaba deseando que nos quedáramos un buen tiempo más, pero al estirar la cabeza para ver mi reloj note que eran casi las once de la mañana.

En parte puede que eso me haya despertado en realidad puesto que mi sistema estaba adecuado a trabajar temprano, de otra forma estoy seguro de que mi Adrien inconsciente no hubiese querido que esto acabara.

Mi teléfono sonó de pronto encima de la mesita de noche y maldije para mis adentros no haberle dejado en silencio. Como si alguna llamada fuera importante para mí a estas alturas con mi vida arruinada como estaba, por eso ni me digne a ver el identificador y bloquee la pantalla volteándome de inmediato hacia la hermosa azabache que se removía a mi lado.

- Mmm ¿Adrien? –joder, ese soy yo.

- ¿Si? –respondí colando mis brazos a su alrededor mientras despertaba lentamente.

Abrió los ojos y me inspeccionó durante un segundo, como si no se creyera que en realidad era yo o que había pasado la noche aquí, lo que me saco una sonrisa que le dedique por completo.

- Hola –me dijo.

- Buenos días. ¿Cómo haz dormido?

- ¿Qué hora es? –pregunto intentando levantarse pero se lo impedí.

- Casi las once. Aún es temprano.

- Mmm se supone que vería a Lance hoy –suspiro estirándose– debería irme.

- No es necesario, puedes quedarte un poco más –roge hundiendo mi cara en su cabello– ¿Qué dices si desayunamos? Puedo prepararte algo especial.

- ¿Tienes acaso desayunos de microondas?

- Oye soy un chef excelente –me queje viéndola reírse en mi propia cara. En mi propia casa y más aún en mi propia cama– veo que despertaste insolente.

Saco otra carcajada y luego se estiro de nuevo. Estaba loca si pensaba que la dejaría ir tan fácil.

- Creo que dormí muy bien –me confeso enfocando la ventana.

Ya había dejado de llover pero seguía nublado. Se notaba a leguas que la mañana estaba fría y húmeda afuera lo que quería decir que la tormenta duro hasta bien entrada la madrugada, a pesar de lo cual igual pudo dormir. Bien hecho Adrien, eres bueno.

- Soy fantástico –le susurre realizado– hice que durmieras bien.

- ¿Tú hiciste que yo durmiera bien? –exclamo incrédula– más bien le daría crédito a esta cama tan cómoda. A que te costó una fortuna ¿Verdad? ¿Es ortopédica?

- Es la mejor cama que el dinero pueda pagar. Adrien Agreste no duerme en cualquier cosa –acepte recordando que de hecho desembolsé mucho dinero por ella– pero aun así no es más cómoda que yo cariño, creo que deberías admitir que fui tu salvador.

Dos centavos por una canción. [Miraculous AU]Where stories live. Discover now