ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ 9

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—¿Ves? Así es mejor —lo escuchó decir. Desde atrás no podía ver su rostro, aunque notó que sus mejillas se alzaban evidenciando así una sonrisa.

—¿Pero no es más difícil para ti? —preguntó suavemente mientras recostaba su cabeza con su nariz rozando los cabellos de la nuca de Yeonjun.

—Te duele la rodilla y voy a cuidarte. De lo demás no te preocupes —fue lo único que soltó.

Seyeon asintió pese a que el otro no podía ver sus gestos. Nuevamente el olor a jabón y chocolate ingresó a su sistema y la curiosidad le ganó, por lo que olfateó. Yeonjun sintió eso y se sobresaltó.

—¿Tienes complejo de perro?

—No es eso —se sonrojó apartándose un poco—. ¿Por qué hueles a chocolate? ¿Es algún tipo de perfume?

—Llegamos.

Yeonjun ingresó a la sala de enfermería dejando a Seyeon sobre una de las camillas. Al alejarse se estiró y miró a sus alrededores buscando a la enfermera.

—Parece que no está aquí —se encogió de hombros—. Podemos esperarla, aunque no creo que se enoje si agarramos un algodón, desinfectamos tu herida y le ponemos una gasita.

No esperó una respuesta por parte de ella; se limpió las manos con alcohol, agarró una silla, se sentó frente a la chica y comenzó a limpiar la herida.

—Tengo inciensos en mi casa, me ayudan a relajarme —soltó de repente. Seyeon iba a preguntar hasta que él continuó hablando—. El de chocolate es mi preferido, me gusta mucho. En las mañanas y en las noches también suelo tomar una taza de chocolate caliente.

—Por eso hueles a chocolate.

—Sí —miró directo a sus ojos—, ¿molesta?

Seyeon negó.

—No, es agradable. Creo que va contigo.

Yeonjun le sonrió y continuó con lo que hacía.

—Y dijo que era una incompetente, ¿te lo puedes creer? —la rubia se cruzó de brazos y bufó—

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—Y dijo que era una incompetente, ¿te lo puedes creer? —la rubia se cruzó de brazos y bufó—. ¿Quién se cree esa estúpida? Estaba así de cagarla a piñas. Lamentablemente soy una empleada ejemplar y no había forma que perdiera mi emple... no estás escuchando, ¿verdad? —no hubo respuesta—. ¡Seyeon!

La mencionada se sobresaltó y miró rápidamente a Yeri. Esta la veía con el ceño fruncido y sus labios apretados.

—¿Perdón?

—Andas en las nubes últimamente —suspiró recostando su cabeza en su palma izquierda.

La campana de la entrada sonó y la de cabellos largos abrió los ojos sorprendida.

—Creí que ya no habrían más clientes por hoy —soltó Yeri bajito.

—Bienvenido —oyeron a Soobin decir—, ¿mesa para uno?

ᴾˡᵉᵃˢᵉ, ᶜᵘʳᵉ ᵐᵉ - ᶜʰᵒⁱ ʸᵉᵒⁿʲᵘⁿWhere stories live. Discover now