—. Mi familia me a jodido desde mi nacimiento, así que, prefiero no contar con nadie de ellos —alegó con dureza. Se dio la vuelta a mitad de su caminata para verlo a la cara, extendió los brazos a los costados —. Te dije que no estaba de humor. —puntualizó. Siguió con la caminata hacía la casa, aunque Nathaniel no se quedaría atrás, por lo que persiguió con más determinación pero sus pasos se fueron deteniendo a medida que los de Alexandra lo hicieron, algunos de los lobos que tomaban residencia en la propiedad estaban acumulados murmurando, para cuando vieron al Alfa aproximándose abrieron espacio.

—Así que era cierto, nuestra reina a vuelto a casa —habló. Alexandra lo veía con el ceño fruncido, jamás en su vida había visto a ese hombre, sin embargo él parecía conocerla. Nathaniel se adelanto un poco a la mujer lobo —. Nate, no vendría aquí si no lo considerará necesario. —alegó. Alexandra pudo notar la actitud de incredulidad por parte de su primo por lo que su entrecejo permaneció junto.

—¿A qué viniste? —interrogó con rudeza. Cruzó los brazos sobre su pecho, no creía ni una palabra que salía de la boca del hombre. Mucho menos creería las que seguían, pero de igual manera quería escucharlo.

—Vengo por Alexandra —alegó. Él la miró dando otro paso, algunos de los lobos se alertaron lo que llevó a que el hombre se detuviera —. Necesito su ayuda.




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Las voces se podían escuchar a medida de que se aproximaban a la entrada, la puerta corrediza estaba completamente fuera de su vista indicándoles que eran bienvenidos, sus ojos ubicaron a cada uno de los presentes, quienes detuvieron el habla al ver a las personas que se habían introducido. La mayoría de los ojos se iban hacía Alexandra quien tragó grueso al ver a su hermana ahí, observándola de vuelta, un vació se abrió en su estomago. Empero, la joven pudo ver que algunos de los pares de ojos se iban hacía los otros dos hombres que la acompañaban, sobre todo, hacía Nathaniel Labonair. Alexandra tomó una inhalación antes de aproximarse.

—Aiden nos informó —comunicó. Miró a Oliver con un poco de pena —. Siento mucho no haber visto los mensajes —disculpó. El joven lobo asintió ante ello para que luego la mujer lobo se cruzara de brazos observando hacía el noble quien la veía desde antes, sin embargo, la mirada de la joven se detuvo unos momentos en la mancha de sangre que ocupaba la camisa blanca del mismo. Eso le extrañó —. Debemos ayudarlos, sin importar si tienen anillos o no. Son de la manada, además, son niños. Los niños no deberían sufrir los estragos de la guerra. —expuso. Su mirada la alternó con Marcel y Elijah, sabía bien que ahora el Original era parte de la facción de los vampiros por lo que no solo se dirigía al antiguo rey del Barrio Francés.

—¿Y qué podemos hacer? —interrogó. Marcel fue esta vez quien hablo, Alexandra lo miró —¿A dónde los llevaríamos?

—Nathaniel tiene a una porción de los lobos que no poseen los anillos...

—. Que no se vendieron querrás decir. —corrigió Marcel. Oliver lo miró tensando la mandíbula, las razones por las que ellos lo habían hecho eran válidas. No tenían ningún rumbo a seguir, no tenían a ningún líder. Ellos buscaban sobrevivir.

—Los ubiqué en una de las propiedades no muy lejos de donde se asentaban, no creo que seamos rastreables. —expuso por primera vez Nathaniel. Los ojos se fueron hasta él, el hombre lobo tragó un poco, era la primera vez que los veía a todos. A algunos los conocía, pero a otros no era el caso. Alexandra asintió apoyando la idea.

² 𝐖𝐈𝐂𝐊𝐄𝐃 𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃 | Klaus Mikaelson ✓Where stories live. Discover now