La casa sin ventanas

Parte 1 Sin Título

José llegó a las 3 pm a su casa después de colegio, el sol abrazador de marzo lo acompañó todo el recorrido. No era de sorpresa que su dulce mamá le tenía listo su almuerzo en la mesa. Solamente había una cosa en la mente de José que lo agobiaba cual deuda millonaria impagable, el proyecto sobre electromagnetismo que tenía que presentar mañana y que era necesario hacerla brillantemente para aprobar el curso de ciencia. Lo que más le aterraba a él era hablar en público, sentía que era como estar delante del sindicato de payasos y que a cada acto que hiciera se mofarían de él.

El pensar sobre toda la responsabilidad que le esperaba al día siguiente lo agotó mucho, por lo que decidió, a las 8 de la noche, tomar una siesta antes de preparar su exposición. Por extraño que parezca, el cuarto de José no tenía ventanas, lo que le permite dormir en cualquier momento del día. A decir verdad, toda su casa no tenía ventanas.

Se despertó sobresaltándose, prendió la luz y exclamó alborotado dentro de sí ¡son las 9 de la mañana! José no se explica cómo pudo quedarse dormido hasta el día siguiente, ¡Ya desaprobé! se lamentó internamente. De pronto vino a su mente las palabras que dijo su padre "si desapruebas un curso irás a vivir con tus abuelos a un pueblo inhóspito" y eso lo aterró.

La única solución era escapar de casa hacia la casa de unos tíos que lo estimaban mucho. Entonces, dispuesto a escaparse, alistó algunas cosas en su mochila y abrió sigilosamente la puerta de su cuarto lo suficientemente poco como para ver quién estaba afuera sin que lo vieran. Pudo ver a sus padres en el comedor conversando, lo cual no era común, pues salía al trabajo muy temprano todos los días. José empezó a pensar que sus padres sospechaban que había desaprobado.

Solo le quedaba una alternativa, usar el ratón a cuerda que compró hace días afuera del colegio. Lo dirigió hacia donde estaban sus padres y estos aterrorizados se fueron a otro ambiente de la casa. Rápidamente, José se dirigió a la puerta que lleva a la calle, estaba a unos pasos para salvarse de ser castigado. Cuando por fin abrió la puerta y vio el negro cielo de la noche, sonrió aliviado y avergonzado.