Escucho cuando se levanta, pero no puedo girar, no encuentro el valor para hacerlo, así que me quedo estática, espero a ver lo que hará, por varios segundos nos rodeamos de silencio, hasta que pronuncia las peores palabras de todas. 

Su adiós resuena en mis oídos por minutos, por largos minutos, es lo único que mi mente puede procesar, estoy paralizada sin saber qué hacer y cuando reacciono a lo que acaba de ocurrir, me levanto con rapidez para verlo, pero ya no está, soy la única en el jardín. Con algo de fe, corro para ver si su auto sigue ahí, me detengo, casi caigo al ver que no está, se ha ido, no puedo creerlo. Miro donde estuvo su vehículo, mi boca está entreabierta intentando tomar todo el aire posible para seguir viva.

No tengo idea de cuánto tiempo duré así, vuelvo en mí cuando Owen se coloca a mi lado, me hace compañía, coloca su brazo en mis hombros, me apega a él sin decir nada. Aunque sea un experto en fastidiarme y ese sea su pasatiempo favorito, comprende perfectamente cuando no debe hacerlo, cuando debe guardar silencio, estar conmigo; me entiende, aunque no diga nada.

Entramos a casa, voy directo a mi recámara agradeciendo que nadie me haga alguna pregunta de lo que acaba de suceder, tal vez ya están enterados, llegaron a sus propias conclusiones, saben que no es momento de hablar. Ansío tirarme a la cama para quedarme incrustada en mis pensamientos hasta dormir y que me despierten cuando sea hora de irme, es lo único que quiero en estos momentos, irme de una vez por todas, enterrar todos los recuerdos que formé en estas cortas vacaciones.

Los segundos pasan a convertirse en minutos y estos, a horas, yo solo sigo sin mover las partes de mi cuerpo, colocada en posición  , deseando que todo lo que siento desaparezca en cuanto salga de la ciudad, intentando buscar a la Daila que es capaz de enterrar sus sentimientos tan profundamente que resulta imposible que vuelvan a salir. ¿A dónde se la llevó Alec que se niega a regresar? ¿Qué fue lo que me hizo para sentir todo lo que me tenía prohibido?

Agarro mi móvil para distraer mi mente en otras cosas, en cuanto lo tengo en mi mano y lo desbloqueo, veo el nombre de Alec. Me envió un mensaje, me siento sin creer lo que veo, con miedo suelto el aparato, lo alejo de mí intentando reaccionar con lo que acaba de ocurrir, nada tiene sentido, así que con mucha curiosidad y nerviosismo lo abro:

Alec: Sé que es tarde y lo más probable es que estés a casi nada de irte, pero ¿crees que podamos hablar? Estoy en el jardín, no saben que estoy aquí, por si quieres negarte, así no tienes que dar explicación a nadie de por qué no quisiste verme.

Mi corazón empieza a latir mil veces más rápido de lo normal, así lo siento, leo una y otra vez para ver si es verdad o   es un sueño. Para verificar si en realidad sucede, voy hasta la recámara de Owen, que me mira y pide explicaciones, lo ignoro para asomarme a la ventana, compruebo que es cierto lo que leí, en serio se encuentra aquí. Mi hermano igual se asoma curioso de averiguar qué es lo que ocurre, al entenderlo todo, pega un grito que hace que le cubra la boca con la mano para que guarde silencio.

—¡Ya te la mando! —grita Owen por la ventana cuando lo suelto, lo quiero matar por haberlo hecho—. No me digas nada, es más que claro que ibas a bajar. Acaba de llegar tu príncipe azul.

—No existen los príncipes azules.

Las palabras que pronuncio son con intención de creérmelas yo y dejar de sonreír como una tonta.

—¡El tuyo sí existe y te espera afuera! —eleva la voz para que logre escucharlo hasta las escaleras.

Ruedo los ojos, hago lo posible para ocultar la sonrisa que quiere aparecer en mi rostro. Al llegar a la puerta principal, no me topo con nadie, lo más seguro es que se encuentren arreglando cosas para poder irnos, me pongo más nerviosa, cientos de ideas llegan a mi cabeza, intento indagar la razón por la que volvió.

Al estar juntos, mi piel se eriza, lo único que anhelo es estar en sus brazos para darme la tranquilidad que solo él sabe. Con todo el autocontrol solo me quedo frente a él esperando a que hable.

—Perdón por haberme ido así hace rato, tenía que asimilar lo que ocurría, intento encontrar una solución...

—No hay solución. —lo interrumpo antes de que me dé falsas ilusiones.

Me mira pidiendo que no lo corte de nuevo, que lo escuche, levanto las manos al mismo tiempo, le doy a entender que la palabra es suya y que voy a escucharlo.

—No encontraba nada para mantener lo que tenemos, hasta que hace unos minutos me vino una loca y fuera de lo común . Tal vez no quieras aceptar, pero por favor piénsalo, sé que es extraña, estoy seguro de nunca lo has hecho, pero es lo único que puede mantener esto —mi cabeza trabaja como nunca antes, aspira comprender lo que d —. Tú y Owen vienen cada verano, se quedan siete días, pero ¿s se quedaran cinco más?   ustedes, igual que ahora.

—Podríamos hacerlo, supongo.

—Tú dijiste que no vas a estar en una relación a distancia y ¿si estás en una relación por cinco días, una vez al año? Y el resto del tiempo dejas de tener contacto.

Mi cabeza explota al escuchar su descabellada propuesta. Lo que acaba de decir es la locura más grande que he oído en mi vida. Suena tan de película e imposible, haciendo que tenga toda mi atención.

—¿Estás pidiendo que seamos novios   una vez al año y el resto del tiempo olvidemos que el otro existe para repetir eso una y otra vez?, ¡es una locura!

Trato de recapitular su propuesta.

—¡Sería nuestra locura! —eleva la voz emocionado.

Camina de un lugar a otro, pienso en lo que acaba de proponerme. Siempre había querido tener una aventura inigualable, que nadie lo hubiese hecho, esta propuesta es demasiado llamativa. No importa que no podamos vernos todos los demás días, al fin y al cabo, en el verano podré estar con él como si nada hubiese pasado.

—Pongamos reglas.

Deja de caminar para verme con sus ojos brillantes de felicidad por acceder.

—La primera es que en cuanto me vaya, perdemos toda comunicación, yo no sabré nada de ti, ni tú de mí,   cuando venga te enviaré un mensaje. La  , es que vamos a actuar exactamente igual, como novios, ignorando el hecho de que no nos hemos visto en días.  Tercera, podremos terminar con esto cuando queramos, y cuarta, si llegas a conocer a alguien en el transcurso en que no estemos juntos, somos libres de estar con la persona, si llegamos a enamorarnos, acabaremos con este extraño plan para no iniciarlo otra vez.

Afirma con la cabeza en cuanto termino de hablar, y aunque quiero dejar de sonreír ilusionada por lo que está por comenzar, no puedo, tengo muy en claro que no es lo que quería con él, pero es lo más cercano para poder estar juntos sin que me duela por lo lejos que vivimos.

—¿Daila aceptas ser mi novia para terminar en unos minutos y continuar dentro de un año? —pregunta, toma mis manos sin despegar su mirada de la mía.

—  si prometes que no   a olvidarme en los 365 días que restan para volvernos a ver. —susurro, pego mi rostro al suyo, estoy a casi nada de rozar nuestros labios.

—Lo prometo.

Nuestros labios se unen y mis ojos se cierran, el hoy y el ahora es lo único que importa, no quiero pensar en el futuro y todo lo que pueda ocurrir en él. Por primera vez en mucho tiempo estoy feliz de lo que sucederá, entiendo é  pueden pasar miles de sucesos. Pero sentir cómo Alec tiene sus manos en mi rostro con delicadeza y ambos nos mostramos tal cual somos, hace que deje a un lado las preocupaciones y confíe ciegamente, fue él quien propuso hacerlo, no se rindió y pensó en la única alternativa disponible.

Lo mejor es ponerle pausa a lo que tenemos por 8,760 horas y volver a retomarla con la misma satisfacción.

A 137  kilómetros de ti [DISPONIBLE EN FÍSICO]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora