Calló de golpe, por lo que mi corazón no pudo evitar inquietarse y morir de ternura ante su reacción. Busqué su rostro con mis manos, logrando que me mirara directamente a los ojos.

Los suyos brillaban.

Volví a buscar sus labios y lo besé con suavidad, pero Wade subió el nivel de nuestro beso y me devoró. Lentamente empezó con las embestidas, eran lentas, suaves, llenas de cuidado. Rodeé su cuello con mis brazos y me escondí entre el nacimiento de su cuello y su hombro.

—Wade...—gemí gozando de ese instante, de sentir su piel contra la mía.

—Esto es... extraño—empezó a decir con dificultad—. No puedo soportarlo por más tiempo.

¿Tanto se estaba aguantando? ¿por qué? ¿acaso quería que nuestra primera vez fuera como esos relatos llenos de amor que nos contaban cuando niños? Su inocencia me mataba. Ah... ¿Por qué me sentía tan feliz de poder tomarla? Mi mente no dejaba de alentarme a destruirla, a provocarla. Busqué su oído con suavidad.

—Wade—jadeé con picardía, sintiendo como su cuerpo se tensaba ante mi voz: —. Wade, destrúyeme.

—Maldición.

Wade se acomodó en la cama, acorralándome con ese sentido de posesión que tanto caracterizaba a los Alfas y las embestidas subieron su tono.

—¡Ah! —gemí ante la sorpresa.

No iba a negar que eran movimientos algo torpes, desesperados, pero me gustaba. Me encantaba la forma en la que Wade se esmeraba a reclamar mi cuerpo sin dudar.

Quería mucho más.

Solté el cuello de Wade para poder apoyar mis manos en su pecho, haciendo que me diera un poco de espacio para poder girarme dándole la espalda y ofreciéndole mi agujero sin dudar.

—Cielos—jadeó.

No tardó en llenarme nuevamente. Su cadera golpeaba mi trasero sin cuidado, por lo que, de alguna forma, asumí que al día siguiente me dolería el poder sentarme.

Pero eso era lo de menos.

Su mano recorrió mi espalda hasta llegar a mi cuello, quitando mi cabello que se encontraba cubriendo la cicatriz de mi antiguo lazo.

—Me molesta—gruñó entre embestidas—. Mierda, como me molesta.

—¿Q-qué cosa? —pregunté con dificultad ante mis continuos jadeos.

—Saber que... ah—gimió levemente—. No soy el primero en tomarte.

Wade se recostó sobre mi cuerpo, logrando que yo sintiera su dominancia y su caliente aliento en mi cuello. Mi corazón estaba más que acelerado por su calor y sus recientes palabras.

—Pero, al menos, no durarán que tienes un nuevo dueño.

Tras esas palabras, Wade gimió con agresividad. Sentía mi cuerpo temblar bajo el suyo, pero sabía que era por todo el éxtasis que estaba recibiendo, que mi Omega estaba gozando de aquel Alfa que lo reclamaba como suyo.

—¡Wade!

Al final de todo, Wade se corrió dentro de mí y se anudó. Y por primera vez en tanto tiempo no sentí nada de asco al recibir la semilla de alguien en mi interior.

Ambos caímos agotados sobre su cama, buscando grandes bocados de aire para poder recomponernos mientras esperábamos que su nudo bajara.

. . .

Me desperté a la mañana siguiente sintiendo algo tocar mi rostro con suavidad. En el momento que abrí mis ojos me encontré con la atenta mirada de Wade.

Almas perdidasWhere stories live. Discover now