Bakugo había ingresado a su hogar con bastante cansancio, el sol estaba saliendo, trabajó prácticamente toda la noche por una llamada de emergencia en un distrito cercano, lo único que deseaba era recostarse a descansar, ingresó a la habitación que compartía con la chica de cara redonda y la encontró durmiendo en su cama.

Cualquiera pensaría que alguien tan linda y adorable como ella se vería de la misma forma durmiendo.

Pero no, Uraraka no.

Ella solía revolcarse en la cama y moverse bastante, mejor dicho, demasiado, como si estuviese cubierta de hormigas. Por ello su cabello se veía desastroso como cada mañana, además, tenía un hilo de saliva bajando por su mentón, y aún así, a Bakugou le pareció que ella se veía tierna.

El no pudo aguantar soltar una pequeña risa que estuvo aguantando mientras se acercaba, Uraraka reaccionó ante tal sonido con un ronquido. El rubio cubrió su boca con una mano para evitar explotar en carcajadas, al acercarse a su lado de la cama, se detuvo al fijarse en algo que no había notado antes, ella dormía abrazada a un peluche de más o menos treinta centímetros que... que lucía igual a él en su traje de héroe.

Se sintió confundido, asqueado, perturbado y otra vez confundido. ¿Qué demonios significaba eso? Hizo una mueca de desagrado con la boca, definitivamente iba pedir explicaciones cuando ella despierte.

Sus dudas fueron aclaradas al ver cómo ella abrazaba la vil y pequeña copia inerte, quizás ella lo conservaba para recordarlo a él en sus días de ausencia, era de esperarse que piense eso, la expresión facial de Bakugo se volvió más calmada, con una mirada más comprensiva.

Suspiró y se echó en la cama, curiosamente, su mano chocó contra algo suave y esponjoso, al inicio pensó que era una almohada, pero por su forma no aparentaba eso. Agarró el misterioso objeto, abrió sus ojos con furia al ver frente a él un peluche de Deku similar al que tenía Uraraka en brazos, se levantó casi de un salto de la cama.

Eso definitivamente no tenía explicación que lo valide, ¡No! Llevó el muñeco verde al baño, lo intentó lanzar al basurero, pero no cabía, entonces lo lanzó al escusado, jaló la cadena y salió de allí apretando los dientes, maldiciendo entre murmuros.

—¿Buenos días?— Exclamó una somnolienta Uraraka que lo asustó. —¿A qué hora llegaste?— Emitió un bostezo y se resfregó un ojo.

—Ah... llegué recién.— Dijo él desde la puerta del baño.

—Cielos, duérmete un rato al menos, no quiero pasar medio día con un Bakugo malhumorado.— Tras decir eso, se colocó las pantunflas y caminó hasta el baño, pero cierto rubio le impedía el paso. —Yo me encargaré de la comida... ¿Puedes?— Hizo gestos indicándole que se apartara.

—Usa el baño de la sala, el escusado de éste está tapado.

—¿Qué...?— Ella lucía confundida. -¿Comiste curri extra?

—¡No lo decía de esa manera! ¡Agh, sólo ve al otro, mierda!— La sujetó de la espalda y la empujó sin mucha fuerza hasta afuera de la habitación.

—¡Okay, okay!— Uraraka frunció el seño al ser corrida de allí, negó con la cabeza. —Hombres.

Al medio día Bakugou recién había despertado, pero al menos ya recuperó suficientes energías, vio el reloj y calculó que aún le sobraba mucho tiempo antes de ir a la agencia de nuevo. Fue hasta el comedor de la cocina y se encontró a una torpe y linda chica ocupándose de poner la mesa, él se sentó en una de las sillas manteniéndose en silencio.

—Ah, justo iba ir a despertarte, cuando dije "duerme un rato" no me refería a toda la mañana.— Comentó en un tono burlón mientras se quitaba el delantal, Katsuki no respondió, sólo le dedicó una mirada de "No molestes" —Por cierto, me llamaron de la agencia para avisarme que ésta tarde debo ir por papeleo, ¿Por casualidad no haz visto mi traj-

—Junto al cesto de ropa sucia del baño de la habitación, al costado de la puerta.— Respondió de inmediato, interrumpiéndola.

—Uh, gracias! Eres mi héroe, en seguida regreso.— Ella fue hasta el lugar indicado y en ese momento, Bakugou se dio cuenta de dónde la había mandado, rodó los ojos echando la cabeza para atrás y emitió un largo suspiro, aguardando el grito.

—¡Bakugou Katsuki!— Se oyó desde el baño, justo como esperaba. Giró la cabeza y la vio caminar directo hacia él con mucha rapidez. Expresó asco al ver que ella traía el muñeco del bastardo en manos, húmedo y chorreando.

—No me jodas, ¿En serio lo sacaste del escusado? ¡Eres asquerosa a morir!

—No tenías ningún derecho a tirarlo, es mío. ¡Míralo! Lo dejaste todo mojado.— Fue hasta el fregadero y dejó el peluche allí, abrió el grifo y el agua comenzó a llenarlo, de paso se lavó las manos.

—Lo hubiese hecho cenizas mejor. No quiero mercancía de ese bastardo en mi casa.— Uraraka no podía creerlo, ¿Él estaba celoso de un muñeco? No, imposible, no podía ser tan infantil...

—¿Ah sí?— Él la miró mientras bebía jugo en un vaso. —¿Y qué harías si uno de tus hijos llegase a admirar a Deku-kun? ¿Le negarías un juguete a un niño?— La castaña se sentó en la mesa frente al adverso, sonriente y confiada de que Bakugou no haría algo así con su propio hijo.

Él por su parte, no sabía si asquearse más por haberla escuchado llamar así al brócoli, o por imaginar la idea de que uno de sus herederos pudiese admirar a una escoria como Deku, según su punto de vista, claro.

—A la única persona a la que admirarán nuestros hijos será a mí.— Dejó el vaso sobre la mesa y cogió un pan. —Y tal vez a ti también. Ah, pásame el...— La miró por casualidad, ella lucía sorprendida, ni siquiera se movía. —...¿Qué?

Ochako reaccionó a los pocos segundos desviando la mirada, ¿¡Cómo es posible que él sea tan descuidado con sus palabras?! ¡No puede hablar de tener hijos así de fácil!

—¡N-nada!— Se levantó y le dio la espalda a Katsuki fingiendo buscar algo en la estantería, la realidad era que no quería que él viera su sonrojo provocado por esas palabras tan simples y casuales.

Quizás mantenga ese pensamiento en su mente todo el día, de hecho, le pareció algo lindo imaginar cómo sería Katsuki de padre...

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El héroe N°3. ⌦ᴋᴀᴄᴄʜᴀᴋᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora