CAPÍTULO 2

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-¡¿QUÉ YA TIENES UN MATE?!- grito Sara incrédula.

-Shh…baja la voz- susurro Mel, mirando a nuestro alrededor lejos de miradas curiosas.

Volví a coger la tercera jarra de cerveza y a ponerla en mi boca, tragando su delicioso alcohol. Estar borracha me ayudaba a que se lo contara todo con sinceridad.

El bar estaba lleno y las pintas de cerveza circulaban de un lado para otro, teniendo de fondo la música típica de su país. Nosotras nos encontrábamos en un rincón, bebiendo y hablando sobre mi encrucijada.

-Pero eso es maravilloso ¿no crees?, por fin has encontrado a tu media naranja- dijo Amelia con alegría en su voz.

-Eso lo dices porque tu ya tienes a John- dijo Samy con objetividad.

Volví a tomar un trago.

-Eso no me impide estar con vosotras y salir de fiesta- dijo Amelia a la defensiva.

-¿Recuerdas la que nos montó después de la última salida por sus estúpidos celos? – mencionó Samy, desviándonos del principal tema de conversación.

-Pero él es así, el quiere protegerme y tenerme a su lado...

-¿Protegerte de un gigoló inofensivo qué contratamos en casa de Sara sólo para divertirnos? El pobre tuvo que ir a urgencias por la paliza que le dio tu novio y nos fastidio la fiesta. Si no le hubieras llamado para contárselo no tendríamos que haber pagado más de lo necesario y los padres de Sara no se hubieran enterado.

Amelia bajo la cabeza, avergonzada. Sara miraba la situación con diversión y Mel estaba sonrojada por si alguien lo hubiera escuchado. Yo simplemente volví a tomar otro trago.

-Calma, calma lobitas. No hace falta que volvamos hablar de ello-dijo Sara- Además, nos lo pasamos muy bien cuando John le estuvo persiguiendo con esa cara de loco. Ese fue la guinda al pastel de esa noche.

Todas nos reímos, incluso a Amelia se le escapó una risita por lo bajo.

-Y eso que tu mate es el próximo Alpha de nuestra manada – le dijo Mel a Amelia, que sonrió con orgullo a ser la próxima Luna de la manda.

-A mí me parece bien tener un personaje así como mi jefe- contestó Sara.

-Sí, sino seríamos una de las manadas más aburridas y cerradas de mente. Odiaría eso –dijo Samy- reconozco que me alegro que seas nuestra pequeña y obediente Luna.

Amelia la miró de reojo y a Samy se le formó una sonrisa de malicia.

-Pero no nos desviemos del tema, Leyla, ¿cuéntanos…?

Todas me vieron pidiendo al camarero otra jarra con la tercera vacía en mi mano. Volví la cabeza y todas me miraron sorprendidas.

-Esta…borracha- soltó Amelia.

-Y encima a las siete de la tarde- dijo Sara.

-Sí que tiene que ser realmente gordo lo que ha pasado para beber de esa forma –soltó Samy.

Mel me puso una mano en el hombro, animándome a que lo contara. Gracias al alcohol tuve el valor de decirlo, pero claro…estaba borracha.

-Hay un inconveniente- dije con una voz de borracha que sólo mis amigas me podían entender.

-Para esas cosas no hay inconvenientes, Leyla- dijo Amelia.

-Pues este es uno muy problemático para mí…bueno…en verdad son dos inconvenientes.

-¿Y cuáles son?- preguntó Samy.

Levanté un dedo.

-Primero…que yo estaba muy bien como estaba, teniendo una relación sin compromiso de quita y pon con un hombre a la semana o al día y estar el máximo tiempo con vosotras, mi madre…y el trabajo- eso último no lo dije con mucho entusiasmo.

-Bueno, pero sabías que eso iba a cambiar dentro de poco. No puedes estar así para siempre- razonó Mel conmigo.

-¡Pero es muy pronto para ser una estrecha! …joooo- gimoteé como la borracha que era, dando unos pequeños golpes en la mesa con la jarra medio llena y escondiendo la cabeza en mi brazo izquierdo.

Sara intentaba contenerse la risa, al igual que Samy. Verme de esta forma como una niña malhumorada y quejica era algo que siempre las hacían reírse de mí.

-¿Y cuál es el segundo inconveniente?- preguntó Amelia.

Me quede callada, con la cara toda roja. Mis amigas estaban en silencio, muy interesadas en lo que iba a decir. Será mejor que lo suelte y que se rían de mí. Para que…mañana me abre olvidado la mayor parte de la charla.

-Es…me…or- susurre muy bajito.

Todas me miraron sin entender.

-¿eh?

-Que es…que yo.

-Leyla, dilo en alto que así no te entiende ni los murciélagos.

-¡Que es más joven que yo, un chaval de instituto, un niño, un menor!- las grite con lágrimas en los ojos.

Todas se quedaron calladas, incluso el bar se puso unos segundos en silencio para luego hablar entre ellos sobre mí. Yo me miraba las manos, avergonzada y esperando la respuesta de mis amigas.

-Un…¿menor?- dijo Mel con la cara desfigurada por la sorpresa.

Yo aun no dije nada.

Oí un ruido de una silla caerse y unas carcajadas de loca. Vi a Sara cómo se cogía la tripa del dolor que le daba al reírse demasiado.

-JAJAJA…un menor…la que siempre decía que esos son asquerosos…y va la Diosa…JAJAJA

Samy continuó con la frase, también riéndose, sin ser tan exagerado como el de Sara.

-¡Y va la Diosa y le da un niñato adolescente! La que siempre decía que ella quería hombres de verdad y le da un yogurín de instituto...jajaja...

-¿Puedo apodarte con cariño "Loba pederasta"?- improvisó Sara.

-¡No tiene gracia chicas, no es algo para lo que reírse!- les reprochó Amelia a las dos.

-Si no nos reímos por lo que ha dicho,... sino cómo lo ha dicho...jajaja...

Tapé mi cabeza con las manos, pidiendo a la tierra que me tragara. Mi loba gruñía por cómo hablaban de mi mate. Una vez que se calmaron, la conversación fluyó normal.

-Bueno, háblanos de él, ¿cómo es?- dijo Mel con una sonrisa de compresión.

-Bueno…es alto aunque estaba muy lejos para saberlo con exactitud. Moreno…ojos grises pero con un tono azulado

-¿Era guapo?- me preguntó Samy.

-Si…el más guapo que haya visto- mis mejillas se calentaron y una sonrisa surco mis labios. ¡Espera un momento! deja de comportarte de esa forma tan cursi. No pienses de esa forma de él. Mi loba se rió de mí con triunfo.

-¿Y qué vas a hacer?

-Intentar no volver a encontrármelo. No estoy preparada para esta clase de relación ni del futuro que me espera si estoy con él. Yo no sirvo para estar atada a alguien ahora. Tengo mis metas, mis propósitos…ser libre.

-Eso ya es imposible, si le rechazas va a ser muy doloroso para los dos. Pienso que eso es de cobardes Leyla. Es tu mate, y no puedes alejar a tu loba de su lobo- dijo seriamente Samy mirándome a los ojos.

-¿Y por qué no intentas conocerle? Si la Diosa ha querido que sea así habrá una razón- razonó Sara.

Ahí Samy y Sara tenían toda razón. Hice un trato con mi loba de que todo tendría que cambiar sí lo encontrábamos. No quería hacerla sufrir. Deseaba su felicidad. Me quede callada, pensando en lo que iba a hacer a partir de ahora…notaba cómo la cabeza me iba a explotar. No tenía que haber bebido demasiado.

Tensión Lobuna (Corrigiendo Partes) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora