Las cosas en Seabrook han cambiado. Zed y Addison siguen siendo muy felices juntos, pero nuevos peligros amenazan a esta "perfecta" ciudad. Vuelven los problemas, vuelve el amor, pero ahora... ¡con lobos!
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La media noche estaba cerca, y yo seguía caminando por el bosque, en un vago intento de no pensar en mi hermana, pero no me funcionaba. A pesar de que los lobos trataron de reconfortarme, no podía evitar pensar en lo que me dijo Addison.
Es mi hermana, y sé que todo lo que me dice, me lo dice porque me quiere. Pero esta vez... no sé cómo tomarlo. En su momento, los lobos pensaron que ella era su alfa. Ella estaba dispuesta a dejar su vida de humana atrás, por salvarlos. Y, aunque sabía que iba a doler el separarme de ella, no dije nada. Ella debería poder entender la situación, pero, desafortunadamente, no lo hace. Y eso... lo paga contra mí. Yo soy la primera que no quiere que haya problemas. No quiero que nadie esté en peligro. Solo quería seguir aprendiendo de los lobos, hasta que tuviéramos que volver a clases. Ese era mi plan para estas vacaciones, no todo esto.
Pensaba en todo. Muchas preguntas rondaban mi cabeza. ¿Quiénes eran esos otros lobos? ¿Por qué se robaron la piedra lunar? ¿En verdad estuvo bien lo que hice? ¿Mi familia humana me perdonará? Entre otras. Estaba tan estresada que comenzaba a marearme. Y, el hecho de que la piedra me llamara de una forma tan... extraña, no ayudaba mucho. Sentía el llamado, pero era muy lejano y difícil de entender. Terminé apoyándome en el árbol más cercano a mí. Cerré los ojos, disfrutando de los sonidos de la naturaleza y la suave brisa de la noche. Olvidando, al menos por unos segundos, todo lo que estaba pasando.
Me gustaban esos pequeños momentos de paz que daba el bosque. O... simplemente la noche.
— ¿En qué piensas? —dijo Wyatt mientras se colocaba detrás de mí, apoyado en el mismo árbol.
— En nada... En todo... No lo sé. —le dije sin abrir los ojos.
— Tienes que calmarte un poco. Lo que hiciste estuvo bien. Y Addison te quiere, no estarán mucho tiempo distanciadas. Lo sabes, yo lo sé, ella lo sabe.
— No puedo. El tema simplemente invade mi mente, y no me deja tranquila. Además... está el robo de la piedra lunar, los invasores y... todo. Ha sido demasiado, en poco tiempo.
— Ni la escuela era así, ¿verdad? —dijo como una mala broma. Apreciaba su esfuerzo, y solo por eso contesté.
— Salir de las clases, para venir al bosque a tomar clases de cómo ser alfa, o cómo ser una mujer lobo... Esto es mil veces más complicado. —aunque traté de tomarlo con humor, yo... no podía.
— Bueno, supongo que puedo ayudarte a que dejes de pensar en eso. —dijo mientras se colocaba en frente mío. Al sentirlo cerca, me obligué a abrir los ojos. Nos quedamos mirando unos segundos hasta que empezó a hablar.— Mira, lo que pasó en la cafetería, con los zombies. Yo...
— ¿Tú...? —insistí cuando se quedó callado.
La verdad es que prefiero no tener que romper mis ilusiones justo ahora. Pero no tengo fuerzas, ni ganas, para pelear contra esto. Así que, si tengo que agregar un corazón roto, a la lista de cosas que me preocupan, ese va a ser el menor de mis problemas.
