El señor D

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Mi pie seguía el movimiento del reloj, impaciente, muy impaciente estaba por salir y escapar lo máximo posible del la interminable clase de español. Pero mis ánimos subieron junto con mis hormonas cuando se abrió de golpe la puerta del salón continuo y salieron con su escándalo habitual. De entre todos los chicos y chicas de décimo año se resaltaba una cabeza llena de rizos y una mirada despreocupada observando quien sabe que cosa de entre el mar de estudiante eufóricos por salir de las aburridas clases. Junto a mi venían mis amigos, James, Adrián y Harold, este ultimo el mas cercano a mi desde hace mas de tres años, como el ninguno y ya van a ver por que. 

la mata de cabellos rulos tenia por nombre Dalton y yo le tenia un pequeño sobrenombre por el que lo llamaba como clave entre Harold y yo ''el señor D''.  Ya dicho esto, Dalton siguió su camino de siempre, se podría decir que ya era su rutina de siempre; caminaba rápido y sin compañía, casi como si se estuviera ahogando, en dirección hacia el campo de fútbol. donde entrenaría hasta su segunda clase. 

Estoy colgada por Dalton Ambrose hace dos años, donde empecé a hacerme notar, por casi todos, ese casi era el mi única motivación para no tirar todo por el caño, por lo menos, aun no.

Dalton era la clase de chico por el que cualquier chica como yo mataría. Por eso me alegro de que hayan pocas como yo. En fin, moreno, alto y acuerpado, caliente, profundo, pasión por los libros, el deporte y la política. El era el mejor partido de la escuela. 

Hace un año comencé a observarlo, estudiarlo y descubrir mas de él, ideando un plan infalible para conquistarlo y de paso conseguir que no quedara nadie que me lo pudiera quitar. 

Espere un rato y trate de sacudirme un poco mis compañeras que cada día me abrumaban con cosas vanales. Solo quería ir a verlo correr detrás de un pelota. Pero me tenia que controlar. 

Me mantuve a distancia y prudencia de su figura, mas no lo perdí de vista. No es que lo acosara, prefería el termino investigar. Pero podía percibir el guiño de Harold a lo lejos y luego señalarlo con la mirada a cambio recibía una sonrisa de mi parte en lo que corría hacia el. 

Harold Williams, un pícaro de nacimiento, ojos claros y un porte irresistible para las chicas, excepto yo, claro. Un mujeriego incambiable. Nos sentamos en las gradas del campo a comer y charlar mientras yo me buceaba algo disimulado al risitos y el tal vez a alguna animadora.

decidí desviar la vista por un rato. Existía la mediana posibilidad que Dalton ya me tuviera fama de acosadora por la vez que me atrapo mirándolo, o tal vez por la vez que me (otra vez) atrapo mirándolo a tal vez de un espejo, o por la vez que el tonto de Harold fue corriendo hacia el diciéndole que ''había una increíble chica que me tenia que presentar'' y ademas alegando que tenía un "tremendo culazo con el que él podría disfrutar durante años'' y no solo lo supe por él, si no también por que también eligió decirlo con un montón de gente a su alrededor. y para colmo, me señalo. Solo salí de ahí corriendo con Harold detrás mio. Alegando que ''Ya te lo cuadre''. La cara de Dalton, me encanto, totalmente inexpresiva. 

Pero la esperanza de poder tener algo con el surgió como nunca antes con un evento en el que llevaba planeando hacer algo que no me ayudaría en nada, pero que existía una pequeña posibilidad que algo pasara. El día de San Valentin. 

Sabia de buena fuente que Dalton no tenia novia ni se le conocían amores, pero lo que me tenia con cierta inquietud era una pequeña chica rubia y de irritantes ojos verdes que se lo vivía corriendo detrás de él sin disimular en lo absoluto, con voz chirriante y obsesión por mis rizos. Tal vez ella tenia mas oportunidad, ella lo conocía pero yo no estaba dispuesta dejarlo ir.

Se podría decir que todo comenzó a andar cuando a la salida del colegio un gran grupo de estudiantes se reunía en diferentes grupos esperando a que sus padres los vinieran a buscar, lo pocos que no se iban en auto propio o preferían caminar. Por mi parte desde que choque el auto de mi madre con un bote de basura yo, mas tomada que cualquier otra cosa, no me dejo conducir mas nunca. 

Se hizo cada vez mas tarde y presentía que para Shanelle, mi madre yo era su ultimo pensamiento. A cada segundo me quedaba mas sola, solo quedaba mi mejor amiga Bella o Azabache, su apodo de cariño.  

Ambrose, se encontraba sentado solo en una banqueta donde se solían sentar todos los grupos separados por una prudente distancia. La esquina derecha era nuestro lugar de siempre, Azabache y yo nos íbamos juntas ya que ella vivía un par de cuadras antes que yo eso nos hizo ser aun mas unidas. 

La demente mejor amiga miro por el rabillo del ojo a D y luego a mi como si se acaba de percatar de su existencia. Una sonrisa macabra lleno su rostro de pura maldad. 

-Niño Dalton -como ella le decía-, se que nos llevamos conociendo durante poco tiempo pero ¿Sabes? te quiero presentar a una buena amiga mía, ella es Anastacia - luego tomo mi mano izquierda y lo señalo.

-Era la otra, estúpida.- mascullé, para que solo ella pudiera oírme.

Dalton Ambrose me sonrió como si fuera la cosa mas normal del mundo, yo no quise resistirme el era ...demasiado, le sonreí y nos estrechamos las manos. Nos miramos por un par de segundos en el que ni el ni yo desviamos la vista. Pero, antes de que se hiciera raro yo tuve que tomar la iniciativa. 

Voltee hacia Azabache quien sonreía hasta mas no poder. No estaba molesta con ella, solo se habían bloqueado todas las malas emociones dejándome probablemente con una sonrisa ridícula.

Tiempo después uno de los subordinados de Shanelle estaciono en frente de la escuela.

El primero que caigaWhere stories live. Discover now