ii. city of the dead

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—¡Elijah! —vociferó —¡Elijah! —replicó. Alexandra, con la rapidez suficiente para que no la captaran, se alejó de la barra. Lo que la hizo voltear hacía donde se encontraba Elijah, no obstante, él ya no se hallaba ahí. La mujer inhaló —¡Elijah Mikaelson! —gritó una vez más. Alexandra reclinó la cabeza hacía atrás apoyándola sobre la pared.

Camille —nombró. La dueña de aquel disturbio tempranero dio un brinco al escucharlo detrás de ella. Alexandra bajó la mirada para acercarse lo suficiente a la baranda como para verlos, pero no para que ella fuese vista —. Espero que tu visita, esta vez, tenga algún propósito. —expuso. La mujer lobo recordaba la veces en las cuales el noble le había contado sobre las visitas inoportunas, dicho por el mismo Original, que había hecho la joven psicóloga.

—¿Dónde está Klaus? —interrogó —. Necesito hablar con él. —demandó. Alexandra levantó las cejas para luego hacer una mueca de sorpresa. La mujer que recordaba, la Camille que recordaba, no era para nada parecida a la persona que ahora demandaba una conversación con el híbrido Original, mucho menos se imaginó que le llegase a hablar a Elijah de aquella manera. Quizás las estructuras no habían cambiado, pero sin duda, las personas sí.

—No está disponible. —contestó. Se veía irritado, a pesar de que no podía negar que la bartender/psicóloga de su hermano había sido de mucha ayuda para el mismo, ella no caía en la gracia del noble. Quizás por el hecho de que quería mucho más de lo que le ofrecían.

—Siempre me dices lo mismo, Elijah.

—Quizás eso te da una respuesta. —replicó. La joven cerró los labios, ella no daría su brazo a torcer pero el noble mucho menos lo haría. Ellos tenían suficientes problemas como para que las necesidades mundanas de la bartender se sumarán. Camille no le quitó la mirada de encima.

—Cuando lo veas, dile que necesito hablar con él. —finalizó. Se dio la vuelta regresando por el camino por donde había venido la primera vez. La mujer lobo estaba sorprendida, nunca imaginó que la bartender le llegará a hablar de esa manera a alguien, mucho menos a los Mikaelson.

—Camille —pronunció. La mujer se detuvo a unos pasos antes de desaparecer por el pasillo, volteó a ver al hombre de traje, quien aún no se había movido ni un centímetro de su lugar, él no la miraba —. No vuelvas por aquí. —declaró. La psicóloga tragó grueso antes de alejarse por el pasillo. Alexandra no entendía bien la compleja relación que manejaba el híbrido con la bartender, pero con la del noble no era muy difícil. Irritación, podía definirse. La mujer lobo se acercó más al barandal para ver al noble desde la parte de abajo, él alzó la mirada para verla.

Ciertamente, las cosas habían cambiado.




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Él no salía durante el día, pocas veces lo hacía en la noche, pero casi nunca durante el día. Sin embargo, ese día se cumplían exactamente nueve meses desde que su pequeña hija fue enviada lejos de él. Ese día era doloroso, no podía negarlo, a pesar de que sabía que las personas con las que la había enviado eran las dos en las que confiaba más —siendo esto algo inusual en él, debido a que él no confiaba en nadie— no dejaba de dolerle. La opresión de su pecho se instaló esa mañana cuando el sol arribó a su puerta, por supuesto, dormir era una palabra sobre valorada para él. Quizás pocas veces lo hacía. Para cuando los pensamientos no lo dejaban en paz a la a mitad de la noche, después de dar varias vueltas sobre la cama, optaba por ir hasta el caballete a pintar, pudiendo así despejar su mente.

² 𝐖𝐈𝐂𝐊𝐄𝐃 𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃 | Klaus Mikaelson ✓Where stories live. Discover now