Mamá, te mentí

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*Narra Macarena*

Les he contado a mis compañeras nuevas de celda que he visto a Yolanda la chica que falleció salir con esta chica pelinegra y me han dicho que se llama Zulema que lindo nombre ¿no les parece? Además, le quedaba perfecto a ese aspecto misterioso que daba.

Una de mis compañeras de celda llamada Soledad quien era la mayor ahí me advirtió que no tenia que meterme con ella, ya que no era un juego.

Luego me habló Anabel, creo que era una de las chicas más amable que había conocido hasta el momento, se ofreció para conseguirme un abogado que pudiera rebajar mi condena o mejor, sacarme de allí. Obviamente acepte y me prometió que mañana a primera hora estaría aquí.

-No aceptes favores que no puedes pagar de inmediato. Dijo Soledad con un tono petulante-.

Yo no entendí muy bien a que se refería, pero bueno en fin, me fui a dormir.

Al otro día fueron a buscarme a mi celda, tenía una visita, mi primera visita en la cárcel que era de un abogado desconocido, ya que le había mentido a mi familia.

Comenzamos a hablar sobre mi caso, juro que fui muy honesta con él, pero él no tenía interés alguno en lo que decía, me menciono mu condena y rápidamente me pidió dinero

- ¿Tienes un millón de euros o no?

- No tengo nada, mi casa, mi cuenta, es que hasta la jaula del canario la tengo intervenida. Me lleve las manos a la cara, tenía un nudo en la garganta-.

-Bueno entonces me temo que no podré ayudarte.

Me quede helada, sin saber que hacer ¿de donde iba a sacar un millón de euros? No me quedo mas que escapar

-No me encuentro bien, lo veo otro día. Dije, me levanté de la silla y me fui directamente a enfermería-.

Llegando a enfermería me encuentro con Sandoval el doctor de Cruz del Sur, le dije mis síntomas, parecía un tipo agradable, me dio algo para calmarme y de la nada me dormí.

Cuando ya me sentí mejor me dirigí a mi celda donde nuevamente me encontré con Anabel quien me preguntó de inmediato como me había ido con el abogado

-Me ha ido bien, me ha pedido dinero que no tengo, pero gracias.

-Bueno, pero el favor te lo he hecho igualmente, así que ahora tú tienes que hacerme un favor, escúchame bien, vas a ir al patio a las nueve diez y me traerás una cosita que dejará un amigo. Anabel se acercó muy desafiante a mi cara-.

- ¿Una cosita? ¿Qué cosita? Me gustaría saber que es.

- Tu solo tráeme lo que te pedí, aquí tienes una tarjeta para que después puedas abrir la celda, tienes que hacerme este favor, por que ¿sabes lo que les pasa a las chivatas que no cumplen favores? ... Se mueren.

Ahora sabía a lo que se refería Sole, y como Anabel ya había cumplido su parte me tocaba cumplir la mía, guardé la tarjeta en mi bolsillo y me fui al casino por mi desayuno.

Cuando estaba en el casino haciendo la fila para desayunar vino la gobernanta a hacer una revisión buscando un pincho pero yo tenía algo mucho peor, la tarjeta. A mi lado estaba "Rizos" quien me vio un poco paniqueada

-¡¿Tienes un pincho?! Me miró asombrada-.

-No, mucho peor, tengo una tarjeta para salir.

-A la cuenta de tres te deshaces de ella. Dijo mientras la gobernanta estaba a punto de revisarla y comenzó a contar-.

-Uno, dos ... tres. Susurró-.

Cuando terminó de contar empujó a la gobernanta y le pegó a las demás guardias con las frías bandejas de metal. Yo quedé en shock nunca había visto algo así parecía la puta jungla, de repente desperté y metí la tarjeta en un tipo de budín que había para servirse, cuando me di vuelta se llevaban a Rizos.

Al rato salí al patio, me sentía muy mal por lo que iba a hacer, pero no quedaba de otra. Tocaron para que entráramos, y yo me escondí en un canasto de balones que tenían, esperé ahí y de pronto escuche un ruido de algo volando, era un puto dron con una bolsa ahí supe que era el encargo de Anabel. Salí del canasto tan rápido como pude, tomé la bolsa volví a meterme, cuando empecé a escuchar la sirena, me estaban buscando.

Me desesperé y lo único que se me ocurrió hacer fue encerrarme con un alambre para hacerles creer a los guardias que alguien mas me había encerrado. Llegó un guardia y me sacó, la bolsa de Anabel la tenía metida en las bragas, espero que no me descubran. Entramos y todas las presas estaban fuera de sus celdas mirándome, me empezaron a registrar y sí, lo adivinaron, me gané un pasaje directo a aislamiento.

Aislamiento era un lugar horrible solamente sabías que era de día porque prendían una miserable luz, la comida te la daban por un hueco que había en la puerta. En fin, tuve una conversación con una chica en la celda de al lado, quien me recomendó moverme, y eso hice, hacía flexiones de brazos con toda la rabia del mundo cuando de repente mi mano dolió y caí, otra vez a enfermería.

En enfermería me vendaron, me había roto un ligamento, el doctor se fue, y de pronto llegó ella, Zulema, estaba allí frente a mi apoyada en la pared mirándome y luego se sentó en la camilla conmigo.

*Narra Zulema*

Oí que a la rubia nueva la habían descubierto con drogas, y yo pensando que era una mosquita muerta, su apariencia engañaba, también oí que había contado que Yolanda salió conmigo la noche que murió, tendría que hacerle una visita y justamente me había enterado que estaba en enfermería, yo todo lo sé, así que no dude en ir.

Cuando entré en enfermería me quedé un tiempo viéndola, no se si lo habrá notado, ya se que todas aquí ocupamos el mismo uniforme, pero a ella se le veía de otro planeta.

-¿Por qué has salido de aislamiento? Nadie sale si le pillan con heroína. Pregunté-.

-Ya, es que me he dañado la muñeca. Respondió mirándose la mano-.

-Que excusa tan buena, vamos a darte unas vendas para que nadie sepa que eres un sapo. Dije burlándome-.

-No se que es un sapo. Me acerqué a la camilla para parecer desafiante-.

-Un sapo es una chivata.

-No, que yo no he delatado a nadie. Parecía un pollito, el pollito mas tierno que había visto-.

-Tu y yo somos la ultimas dos personas que vimos a Yolanda con vida. No le quitaba la mirada de encima-.

- Estaba dormida. Macarena miraba para otro lado-.

-Déjame ver... yo soy muy perra para que me engañes con un par de vendas. Agarré su mano y la presioné, ella se quejó del dolor-.

Nadie duerme la primera noche, ella no podía engañarme, tampoco le amenacé para delatarme como la culpable, pero la nueva tenía que entender que yo era puta jefa aquí, no dejaría que me delatara, y aunque nuestros encuentros no hayan sido los mejores juro que verla de cierta manera alegraba mis días un poco más, aunque claro yo no tenía corazón y así tenía que demostrarlo.

*Narra Macarena*

Ha venido esta tía a enfermería a amenazarme ¿Qué le pasa? También noté que en ningún momento me quitó la mirada de encima, no sé qué le sucede. He pensado bastante y hablaré, me da igual que Zulema me haga algo, debería ayudar a Yolanda, me dirigí donde la directora y dije todo lo que sabía ¿habrá sido una buena decisión? 

Te odio tanto, que te amoWhere stories live. Discover now