Shintsiri

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Mis años más felices,fueron los de mi primera infancia,recuerdo vívidamente el viento en mi cara, la brisa agitando mi Cushma, la tierra en mis dedos, el agua del río entre mis manos, mi vida era muy sencilla, el mundo era el más hermoso, aún no conocía a la gente malvada, ni sabíaa que lo podrido del mundo podría ser tan cercano.

Tenía alrededor de 5 años, vivía en una remota comunidad ashaninka, con mis abuelos, mi madre trabajaba en el pueblo, de mi padre no sabía nada, que yo recuerde; nunca lo conocí.

Mis padres eran mis abuelos, cumplían a cabalidad esa función, mi abuelo cazaba (mitayaba), traía palomas, añuje, venado, para alimentarnos, mi abuela sembraba y cosechaba yucas, plátano, naranjas.

Los juguetes como tal no existían en ese lugar, a pesar de quizás muchas carencias, nada me faltaba, aquel día mis abuelos se habían ido a la iglesia, como era demasiado pequeña no me llevaban.

Mi tío, primo hermano de mi madre, vino a nuestra casa, constantemente jugaba conmigo, para mí era mi hermano mayor, contaba en aquel entonces unos quince años; cerca a nuestra casa habían plantaciones de plátano, al no tener muñecas, él me alcanzaba los piñones como si lo fueran, era algo cotidiano en nosotros, aquel día me llevo a "sacar muñecas", asumo ya habría observado la rutina de mis abuelos y sacado cuentas de cuando estaba sola.

Cuando llegamos:

-Tío me alcanzas mi muñeca.

-Esta bien, pero vas a quedarte tranquilita, cierras los ojos y no mires.

Me alcanzo el piñón, yo abrace la muñeca, tal y como siempre solía hacerlo, sentada en la hierba, él me recostó en la tierra, yo no imaginé que me lastimaría, hasta que sentí el dolor, con terror abrí los ojos, aferre de tal manera a aquel piñón, hasta dejar mis nudillos blancos.

-Cierra los ojos, me ordenó aquel desgraciado, sentí el dolor lacerante, el más horrible en toda mi corta vida, en algún momento perdí la consciencia.

Mis abuelos me hallaron horas después, al llegar y no encontrarme en casa, me buscaron por los alrededores, encontrándome inconsciente y llena de sangre, mi abuelo me llevo en brazos aterrado.

Desperté con mi abuelo abrazándome, mi abuela tenía los ojos enrojecidos.

-¿Quién te hizo esto hijita?

-Fue el tío Teodoro.

Mi abuelo agarró su escopeta.

-¡Mataré a ese maldito!

Mi abuela le abrazó las rodillas, comenzando a llorar estruendosamente.

-No vale la pena, no lo vale, nuestra hija nos necesita, ayúdame a lavar a la bebé.

Gruesas lágrimas caían por las mejillas de mi abuelo, tuvo que pensar en cuidarme, y como siempre me puso a mi primero, me tomó delicadamente y me llevó a una batea, en la cual me bañaba y la fueron llenando con agua tibia que ya ardía calentada en el fogón, comencé a sollozar, mi abuela comenzó a sacar los abrojos de mi cabello uno a uno, peinandome lentamente con sus dedos.

-Cada ramita que saco son las cosas malas, ellas se irán y no volverán jamás,

Eres fuerte(shintsiri)
Eres feliz

Nosotros no dejaremos que nadie más te lastime, cuenta conmigo hija.

-Aponi...

Mi tío se fue de la comunidad ese mismo día, nosotros vivíamos alejados de las otras casas, mis abuelos no denunciaron mi desgracia a nadie, igual que podría solucionar?, y que ganarían si todos supieran que me habían violado.

Comencé a tener a las personas, mi abuela, cuando alguien se acercaba, me dejaba esconderme en su canasta de yuca, y si yo no salía me llevaba cargando dentro de la canasta, nunca me obligó a mostrarme a las personas si yo no quería, y nunca se quejó de mi peso adicional en la canasta, adquirí el hábito de ponerme un solo zapato, me avergonzaba usar los dos a la vez, así tengo un pie visiblemente más grande que otro.

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⏰ Última actualización: Mar 29, 2021 ⏰

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