Un campo de césped, que lleva al cielo, una gentil brisa pasaba... cuando tú me sonreíste.
No hay nada que temer por siempre en mi corazón, esas flores nacientes prevalecerán.
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Cada año las plantas de todo tipo florecen y el mundo se llena de color... al menos el mundo que es conocido para cada región que goza de esta estación.
En una ciudad, el jardín japonés celebraba una adaptación de lo que era el festival Hanami 1. Los arboles eran la atracción principal para parejas y familias.
Había llegado la primavera.
-Mamá-
La joven giro al compás de una brisa que la hacía ver aún más celestial para su pequeña cría. Con dulzura se agacho hasta estar a su altura -¿Qué sucede amor?-
-Hace frio- Se abrazó a sí mismo.
Julieta rio con gracias, saco de su bolso una bufanda azul y con delicadeza la envolvió en el cuello del pequeño.
-Listo- Se levantó y lo tomo de la mano comenzando ambos a caminar. Los pasos del pequeño eran aun algo torpes, cuestión extraña ya que rondaba los tres años; o quizás era que su madre, esbelta y alta; tenía una forma de andar diferente.
El niño vio como un par de lobos pasaron junto a ellos sin quitarle la vista a su madre, eran adultos... se daba cuenta por la altura de uno que bien sobrepasaba por poco a su progenitora. En un instinto protector, soltó a la mujer y se puso enfrente mirando fijamente a los mayores, era su intento de enviar un mensaje a través de su lenguaje corporal: "no te metas con mi madre" acto que enterneció a su progenitora.
Por el otro extremo, los adultos se sorprendieron de la osadía del pequeño que si bien quisieran, tomarían del cuello y quitarían del camino. La madre era hermosa, no lo negarían pero ambos ya eran una pareja... era una lástima que las crías no se dieran cuenta de los aromas aun.
Siguieron su camino tras la curiosa experiencia, dejando a madre e hijo en medio del jardín.
-Freddy...-Le puso una mano en la cabeza-... tranquilo cariño, no pasa nada- Procedió a acariciarlo hasta la nuca causándole una especie mimo íntimo.
-Es que te veían feo- Tenía los ojos cerrados sintiendo esa presencia tranquilizadora que el aura materna mantenía usualmente en él.
Julieta hizo una "o" con sus labios antes de saber explicarse- No amor... no me miraban a mí- Lo tomo de la mano de nuevo.
-¿Entonces?- Levanto la vista pidiendo una respuesta con la mirada.
-Algún día lo entenderás, cuando encuentres una pareja- Volvió a caminar junto a su pequeño.
Este solo lo pensó unos segundos antes de concluir:-Yo ya tengo pareja- Una sonrisa y medio saltito.
-¿Así?...-Levanto una ceja con media sonrisa graciosa que los mechones de su pelo ocultaban de la vista del menor-... Mi hijo ya tiene pareja ¿Quién será?- Sintió que un abrazo en su pierna la detenía, bajo la mirada para ver los preciosos ojos azules del muchachito.
-Es mami, siempre va a ser mami...-Restregó la mejilla contra la tela del vestido-...nunca te dejare sola-
La joven sonrió con tristeza, algo dentro de su corazón se quebraba cada vez que su amado hijo juraba que jamás la abandonaría; ella lo sabía, algún día él se enamoraría y se iría... ya fuera alfa, beta u omega... pero lo haría. Aún faltaba mucho pero ya echaba de menos un padre para que la ayudara... Julieta era una omega, y el alfa con el que se casó había muerto cuando su cría tenía solo meses de nacido. ¿Qué haría ella si resultaba ser un alfa? Rezaba por saberlo guiar y educar... y no solo ella, el mismo infante se daba cuenta de este vacío.
