i. outside the wall

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—Se muchas cosas sobre ti —aseguró. Alexandra lo veía con un rostro sin expresión, había aprendido a no tener miedo sobre muchas cosas. Sobre todo de los vivos —. Quién eres, qué eres. Se lo suficiente sobre ti, durante más de cinco meses te he estado buscando —completó. Se comenzaba a colocar de pie con lentitud mientras la mujer lo veía con los brazos cruzados sobre su pecho —. Debo admitir de que eres difícil de encontrar —Siendo ese el punto —. No dejas pistas, ni huellas. Eres muy buena en el arte de desaparecer.

—¿Eres un aficionado de las personas desaparecidas? —interrogó —. Por qué la última vez que revisé, no estoy en esa lista. Así que, dónde te firmo el autógrafo para terminar con esto. —agregó. El hombre mostró una sonrisa para cuando se tomaba del auto para estabilizarse, pasaba su mano aún por su cuello rojo.

—Soy aficionado de las cosas que incumban a mi manada —informó. Alexandra de inmediato mostró un rostro de confusión —. Cuando escuché de las gemelas mesías pensé que era una mala broma, después de todo, aquella noche en la cual desaparecieron se selló el destino de la manada Crescent —prosiguió —. Imagina mi sorpresa para cuando llegó la noticia de que ustedes estaban vivas.

—Así que no solo eres un aficionado, si no también un incrédulo —manifestó —. Mira no se que es lo que quieres, o que extraña fantasía ronde por tu cabeza. Pero te aseguró de que lo que viniste a buscar no lo encontrarás —confesó. Tomó una inhalación para pasar por detrás del auto dirigiéndose a la puerta del piloto, debía dar un par de vueltas primero antes de dirigirse a la casa de seguridad —. Es mejor que te vayas. —finalizó. Tomó la manija de la puerta abriendo la misma.

—Vine en busca de la reina Crescent —habló. Eso llevó a que la mujer se detuviera en el acto, las últimas palabras la dejaron helada. Cerró los ojos, aquel momento nunca se le pasó por la cabeza alguna vez, durante los meses en los cuales se enteró de la procedencia de su familia jamás imaginó el puesto que ocupaba ella en todo eso —. Ahora, no me iré de aquí hasta no tener una audiencia con ella —completó. Alexandra se dio la vuelta con lentitud para ver al hombre de pie, era más alto así como corpulento por lo cual no entendió como lo había dominado de aquella manera —. Necesitamos hablar, Alexandría.




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Tenía las manos entrelazadas apoyadas sobre la pierna izquierda la cual se hallaba sobre su pierna derecha. Desde el asiento lo observaba a detalle. Tenía ojos claros, cabello oscuro, una barba poco abundante sobre su mandíbula bien formada. La mujer ladeó la cabeza mientras veía como él terminaba de ordenar lo que quería comer, por supuesto, ella solo había aceptado una taza de café así que no entendía porque él iba a establecer un desayuno. Después de todo, no creía que durarían más de tres minutos sosteniendo esa conversación que él aclamaba querer.

Siendo solo una de las partes involucradas con aquel deseo. —Así que, terminemos con esto. —habló. Alexandra aclaró su garganta, quería finalizar con aquella 'reunión' lo más rápido que podía, no le gustaba mucho que las personas de la ciudad la vieran, quizás eso se relacionaba con su paranoia. De igual forma, no estaba demás estar al pendiente.

—Parecería que tienes un lugar importante a donde ir —expuso. La mujer tragó grueso, por lo que había estado confirmando, él no tenía ni la menor idea de que ella no se hallaba sola en aquel lugar, pero sin duda había veces que desconfiaba de esa creencia —. Esta bien, hace cinco meses regresé a Nueva Orleans con la esperanza de toparme con una manada re-potenciada debido a que si las mesías habían retornado de entre los muertos, ahora los Crescents habían vuelto a su estatus de gobernadores —explicó —. Sin embargo, me encontré con que, no solo la manada era un desastre, si no que el Barrio en general lo era.

² 𝐖𝐈𝐂𝐊𝐄𝐃 𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃 | Klaus Mikaelson ✓Where stories live. Discover now