II

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Ese mismo día, Sung Kyu decide salir un poco más temprano del trabajo, pues no quiso seguir soportando la burla en los ojos de Sung Jong. ¿Acaso Lee no entiende que está molesto por el atrevido beso que le dio el estúpido de Nam? Porque, aunque el sujeto no es nada de lo que su asistente describió, sí es irritante y demasiado petulante. Así que Sung Kyu se siente aliviado de haberse librado de un hombre como él.
     Aborda su auto y, de camino a su departamento, piensa en pasar antes al supermercado. No ha podido hacer la compra el fin de semana y quiere aprovechar su escapada de la oficina.
     Al entrar en el autoservicio, toma un carrito y con paciencia recorre los pasillos. Se detiene en el apartado de los cereales y se acerca al estante para tomar una caja de su grano favorito, pero, al sujetar el empaque, otra persona lo sostiene al mismo tiempo que él y, desconcertado, gira medio cuerpo pensando en pedir disculpas. Sin embargo, sus intenciones se esfuman y la molestia, mezclada con hastío (incluso con algo de nervios), se apoderan de su cuerpo al encontrarse de frente con Nam Woo Hyun.
     Sung Kyu frunce el ceño y una mueca se forma en su rostro cuando el sujeto a su lado le dedica una amplia sonrisa.
     —¡Que sorpresa! No pensé volver a encontrarme contigo tan pronto. ¿Acaso estás interesado en mí? —comenta Woo Hyun con picardía al tiempo que Sung Kyu nota un extraño brillo en su mirada.
     —Ya quisieras.
     Kim rueda los ojos y decide ignorarlo, tomando otra caja del estante. Le da la espalda y continúa con su recorrido.
     Entonces acelera sus pasos al escuchar que el molesto muchacho le llama por su nombre. Woo Hyun comienza a seguirlo y le habla varias veces, pero cuando por fin le saca de sus casillas, Sung Kyu gira sobre sus talones y lo encara, enfadado.
     —¿Qué diablos quieres? ¡Deja de seguirme! No tengo nada que tratar contigo, así que haz como si nunca nos hubiéramos conocido —exclama con su voz cargada de fastidio, aunque, Woo Hyun ni se inmuta y le vuelve a sonreír.
     —No entiendo cuál es tu problema. Sólo quiero acompañarte a hacer tus compras, Sung Kyu —dice, con un tono demasiado despreocupado y una sonrisa burlona.
     —No necesito de tu compañía, así que puedes regresar por donde viniste —responde, frunciendo la boca.
     Sung Kyu aprieta los dientes y de nuevo se da la vuelta para dirigirse a una de las cajas.
Observa una vacía y se apresura a pagar los pocos artículos que lleva. Toma el par de bolsas y sale del establecimiento con pasos apresurados. No quiere encontrarse otra vez con el idiota de Woo Hyun. El buen humor con el que despertó esta mañana ya se ha esfumado por completo.
Kim camina hasta su auto, abre la cajuela y acomoda las cosas, suelta un largo suspiro y cuando se dispone a cerrarla, escucha de nueva cuenta la latosa voz de Nam a su espalda y le hace dar un respingo.
     —¡¿Qué mierda quieres?! —exclama, cerrando la cajuela con un azote.
     Woo Hyun clava la mirada en la suya e inclina la cabeza con gracia.
     —¿Por qué estás tan enfadado? ¿Acaso no encontraste todo lo que buscabas en el super? —comenta, riendo simpáticamente a su propia pregunta. Sung Kyu empuña las manos y siente que la vena de su frente explotará en cualquier momento.
     —Piérdete —masculla entre dientes, y Woo Hyun se acerca hasta quedar a escasos centímetros de su rostro.
     —¿Por qué? ¿Acaso me odias? —cuestiona, haciendo un puchero con sus labios que provoca un tic en el ojo derecho de Sung Kyu.
     El castaño lo mira con fastidio al mismo tiempo que siente su corazón latir con algo de ansiedad. ¡¿Qué no nota lo exasperante que le resulta?!
     —¿Tú que crees? ¿Acaso no recuerdas lo que te dije antes? —responde Kim lo más cáustico que le permite su voz.
     —Pues, qué lástima, porque tú me gustas mucho.
     Y por unos cuántos segundos Sung Kyu se queda sin habla al sentir la saliva atorarse en su garganta. El idiota de Woo Hyun ha pronunciado esas ridículas palabras y tontamente no puede evitar sonrojarse. Hasta su corazón empieza a latir más rápido de lo normal, pero quiere hacerse a la idea de que lo que siente es repulsión; un extraño, repentino e infundado odio hacia Woo Hyun.
     El castaño desvía la mirada y bufa, observando a Nam con suficiencia segundos después.
     —Pues tú a mí no me gustas. Te lo dije antes, y te lo vuelvo a repetir: eres el tipo de persona que más odio, y ni estando loco me fijaría en ti —aclara, con la mirada más seria que le permiten sus sentidos, y Woo Hyun quiere darle batalla con la misma imperturbable forma de verle, pero de un momento a otro una sorna risita escapa de sus labios.
     Sung Kyu hace una mueca de desagrado y se desconcierta un poco por su actitud tan desenfadada.
     —Mientes —dice Woo Hyun con toda la seguridad del mundo y acercándosele un poco más.           Sung Kyu enarca una ceja y comienza a ponerse inexplicablemente nervioso cuando nota en los ojos del otro algo parecido al deseo. Quiere retroceder un paso, pero el auto a su espalda se lo impide.
     Woo Hyun le muestra su blanca dentadura una vez más y, cuando Sung Kyu menos se lo espera, el otro joven lo toma de la nuca con fuerza para comenzar a besarle en los labios. Kim abre los ojos de golpe por la sorpresa y piensa hacer lo mismo que la vez anterior: acertarle un buen puñetazo en las costillas. Así que aprieta su mano, volviendo blancos sus nudillos, y le lanza un golpe a Woo Hyun en un costado, pero parece que Nam ha anticipado el ataque y le sujeta del brazo al momento, dejando caer la bolsa de sus compras sin importarle lo que lleva adentro.
     Entreabriendo los ojos, Woo Hyun cruza su mirada con la de Sung Kyu, aún manteniéndole bien sujeto del cuello y con sus labios pegados a los suyos. Cree que Kim se relajará y no espera otro movimiento de su parte, no obstante, el castaño le acierta de pronto un puñetazo en el otro costado y Nam aprieta los ojos, obligándole a alejarse mientras el agudo dolor casi le pone de rodillas.
     Woo Hyun se agacha y comienza a quejarse entre dientes, aunque su tonta sonrisa se niega a desaparecer de su rostro. Sung Kyu tuerce la boca y se da la vuelta para subir a su auto, enciende el motor y, mientras sale del estacionamiento, no puede evitar observar al muchacho a través del retrovisor, sintiendo a su corazón latir con ansiedad.

Cita A Ciegas | WooGyuOù les histoires vivent. Découvrez maintenant