2: Dando una vuelta

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Después de media hora, aproximadamente, ya estaban todos cambiados y con energías recargadas.

—Había olvidado lo mucho que Noah tarda en ducharse —comento Brad, que iba vestido con un jean oscuro, un jersey negro y un gorro de lana del mismo color— Me bañe en cinco minutos y dormí el resto —continuó, y todos rieron. 

—Disculpe usted, Flash —le respondió Noah, que tenía puesta una camisa a cuadros y un jean.

A las chicas les pareció que se habían vuelto más atractivos.

—¿A dónde vamos a ir? —pregunto Ethan saliendo de su habitación, seguido por Marcus.

—A dar una vuelta, lo genial de París es que tiene mil y un lugar para recorrer —suspiró— ¡Todos son hermosos!

Y fueron a dar una vuelta. Jessica no se equivocaba, los paisajes de París eran preciosos. Los amigos parecían los típicos turistas, sacándole foto a todo y comprando recuerdos para llevarse.

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A la noche, luego de una cena INCREÍBLE (no había otras palabras para describir lo que había sido eso... o si, algo como lujoso, elegante, delicioso, maravilloso y sinónimos) las chicas se reunieron en la habitación de Maddie y Megan para hablar de todo lo que había pasado en el tiempo que no se habían visto; intercambiarse rumores y esas cosas.

—¡Noah me compro un oso de peluche gigante! —suspiro Emma y las demás la siguieron.

—A mi Ethan me regalo un muñeco de Simba. ¡De Simba! ¡Del Rey León

—Ya quiero seguir recorriendo la ciudad —exclamo Madisson, comiéndose un KitKat. Juliet a su lado asintió de acuerdo.

—París es hermoso, me encantaría tenerlas aquí siempre —murmuro Jess y todas la abrazaron— Lo digo en serio, las francesas son tan —hizo una mueca— pero los franceseeeeeeees, dios mio, como están —sus amigas rieron. Nunca faltaban ese tipo de comentarios por parte de Jessica.

—¿Y besan como Marcus? —pregunto Juls, divertida, recordando lo ocurrido en el campamento.

—Nadie besa como Marcus —volvieron a reír— De verdad, si hubiese sabido que besaba así... —silbó.

Las amigas siguieron riendo y hablando, se habían extrañado mucho. Era cierto que todas tenían a sus amigas en sus hogares, pero las cinco habían formado un lazo especial.

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Al día siguiente, los chicos siguieron recorriendo. Las chicas querían ver el Arco de Triunfo, y nadie se negó.

Iban caminando, separados en algunos grupos. Atrás de todo Megan y Emma, junto con Juliet, sacaban fotos; adelante Jess hablaba como toda una guía de turismo profesional, Marcus, Maddie y Ethan la escuchaban atentos; y James hablaba con Noah y Brad. Este último se separo un poco de sus amigos y llamo a Juls con la mirada.

—Oye, te extrañe —murmuro el castaño. Ella rodó los ojos y negó divertida— ¿Qué? No nos vemos hace...

—Un mes —completo Juliet.

—Y medio —añadió él, tomándole la mano y mirando la ciudad.

—Lo sé. Parecen milenios, pero Brad... Este es un viaje de amigos, con nuestros amigos. Ya tendremos tiempo para nosotros —le prometió, él sonrió— No puedo creer que en unos meses entraras a la universidad —murmuro, sonriéndole. Sabía que Bradley odiaba que tocara ese tema.

—Calla, Juliet —puso los ojos en blanco y su novia rió.

—Lo digo en serio, ¿Ya sabes que estudiaras? —Brad todavía no podía decidirse, tenía muchas carreras en mente.

—Nada —dijo despreocupado— Seré una estrella de rock —ella se rió.

—Primero podrías aprender a tocar un instrumento que no sea el piano, no es demasiado... rock —ambos rieron y siguieron caminando, uniéndose a sus amigos.

Juliet no había sabido que Brad tocaba el piano hasta unos meses atrás, cuando fue a su casa.


Los chicos deseaban haber podido asistir al cumpleaños de Bradley, pero entre la distancia, las obligaciones, el colegio y el permiso de sus padres, todo se volvía catastrófico. Al final, Madisson y los hermanos Blair si fueron. 

Fue un encuentro emotivo y bonito. A la tarde, antes de que la fiesta de Brad empezara, Maddie y James decidieron que querían dar una vuelta por Nueva York (¿Quién no?)

—¿Cuando me llevaras a mí a dar una vuelta por Nueva York? —le pregunto Juliet mientras tomaba el café que su novio le había preparado. Brad rió, pensando en que Juls había sonado como una pequeña niña encaprichada.

—Cuando quieras, menos hoy —le contesto con una sonrisa. Ella rodó los ojos. Se puso de pie y fue caminando hasta el living, con los ojos puestos en un hermoso (y muy probablemente carísimo) piano de cola.

—¿Tocas? —pregunto, sentándose en el banco frente a este.

—Un poco —murmuro Brad. Ella lo miro molesta.

—¿Por qué jamás me dijiste?

—Es algo irrelevante en mi vida —contesto el sentándose junto a su novia, y tocando un poco. Ella lo miraba enternecida, enamorada, embobada, como si fuera un ángel (bueno, algo así). Cuando termino, Juls aplaudió levemente.

—Y entonces, ¿qué es algo relevante en tu vida? —pregunto divertida. Él le sonrió.

—Tú —le dio un pequeño beso en los labios y ella también sonrió.

—Quiero que me enseñes a tocar el piano —pidió, como una niña, de nuevo. Brad rió levemente.

—Mejor te enseño mi cama —Juliet rió y negó divertida.


—Oye Emma —exclamo Noah dándose vuelta para buscar a su chica, pero su expresión cambio— ¿Em? —pregunto. Todos sus amigos se voltearon, y al no ver ni a Meg ni a Emma se preocuparon y empezaron a llamarlas.

 Todos sus amigos se voltearon, y al no ver ni a Meg ni a Emma se preocuparon y empezaron a llamarlas

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