—De hecho sí, señor.—respondió.—Allí encontraron a una chica, alguien la mató—hizo un puchero notando como la sonrisa del entrenador desaparecía de inmediato.—, y es muy injusto eso—se cruzó de brazos.—, pero es increíble como la mataron, verdaderamente una gran hazaña. 

—Sí, escuché que la apuñalaron dieciséis veces y que nunca hallaron al asesino.—agregó Daniela.—Definitivamente una mente criminal.—la sonrisa de Marcus volvió a aparecer en su rostro. 

—Tienes razón, que impresionante.—asintió Poché, fingiendo intriga.—Engañó totalmente a la policía. 

—La policía es una estúpida.—intervino Marcus, con su ego tocado.—Nunca se dieron cuenta que las chicas eran violadas con un juguete sexual—rió.—, por eso nunca encontraron semen cerca de ellas.—Poché abrió bien sus ojos sorprendida ante la estupidez del tal Marcus.—Sin mencionar que fueron llevadas al central park cuando ya estaban muertas, la policía es muy estúpida.—repitió negando con la cabeza. 

—¿Qué se sintió matar a esas chicas?—preguntó Daniela rápidamente y Poché sintió que le leyó la mente. 

—Excitante...—fue su respuesta inerte.—No, que-...—

—¿Lo tienes?—le preguntó en una sonrisa Poché a Daniela, cambiando el tono de su voz. 

—Toda la confesión.—asintió orgullosa. Marcus las miraba sin entender.—¿Llamo a la policía?—Poché asintió esta vez. 

—María José Garzón, abogada.—se presentó simplemente.—Usted confesó cosas que solamente el asesino sabría. 

—¿De qué hablas?—preguntó confundido, o más que eso, nervioso. 

—Señor Marcus, usted acaba de confesar el asesinato de las ocho chicas encontradas en central park.—respondió Poché, sonando segura.—Si le soy sincera pensé que me tomaría más tiempo resolver el caso, dos o tres días hasta que confesara—rió al ver como el sudor bajaba por la frente del hombre.—, pero me lo hizo demasiado fácil. 

—Yo no maté a esas siete chicas.—respondió nervioso y Poché volvió a reír, en serio se lo dejaban demasiado fácil. 

—Gracias por corregirme.—dijo sarcástica.—Tiene razón, siete chicas.—Daniela colgó el teléfono y también quiso aportar en el caso, viendo cómo Marcus intentaba hablar, pero lo único que salía de su boca eran palabras a medias, ya que no sabía que estaba contra la pared, no literalmente. 

—¿Por qué las mató?—preguntó Daniela, interesada.—Eran chicas jóvenes, porristas que no le hacían daño a nadie. 

—¿Ellas se visten tan provocativas y sensuales y me preguntas a mí por qué las maté?—preguntó resignado al saber que ya no tenía escapatoria.—Se lo merecían por distraer a mis chicos.—Poché pensó que era una respuesta muy estúpida, carente de fundamentos. 

—Probablemente esperaba a que el camino estuviera vacío y atacaba a la última que quedaba—intervino Poché.—, o a la que más indefensa se veía. Los deportistas nunca desconfían en los entrenadores, y eso está mal ya que usted era de un equipo diferente. —el hombre rió irónico. 

—Cualquier porrista hueca se derrite si le ofrecen capitanía en algún equipo de porristas.—respondió y fue cuestión de tiempo para que un par de policías llegaran a la cancha de basketball y reconocieran de inmediato a María José Garzón. Todos los estudiantes estaban sorprendidos y boquiabiertos, algunos incluso estaban grabando con sus celulares. 

—Señorita Garzón, un gusto volverla a ver.—saludó educadamente el jefe de policía. 

—Lo mismo digo, señor Brooks.—respondió con una sonrisa cordial.—Verá, estoy encargada del caso del asesino de centra park y como puede ver yo hice el trabajo por ustedes, de nuevo.—bromeó, haciendo reír al muchacho.—Es él, el entrenador de fútbol americano de esta preparatoria, tenemos la confesión así que pueden llevárselo.—al escuchar aquello, el segundo policía le colocó las esposas tranquilamente, ya que Marcus se había entregado voluntariamente, no tenía nada que perder de todos modos. 

paper hearts. » caché. [adaptación] (TERMINADA).Where stories live. Discover now