6.Escombros

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6. Escombros (Actualizado)

¿Eran las diez? ¿Las once? Áldemir alzó la muñeca para ver la hora y esperó a que su vista se acostumbrara a la luz.

Las agujas del reloj marcaban las doce. Llevaba ocho horas durmiendo, pero a él le parecían muchas menos. ¿Cómo era posible que el tiempo pasara tan rápido?

Recordó que, tras llegar a su casa de madrugada, había agarrado una manta y se había tapado hasta la cabeza. Ni siquiera había logrado dirigirse a su cama. Cayó directamente sobre el sofá del salón y se quedó dormido cubierto con lo primero que había pillado a mano.

¿Dónde estaba esa manta ahora?

Los rayos de sol se filtraban por los huecos de las cortinas iluminando la estancia con un fuerte contraste de luces y sombras; y cómo no, uno de esos minúsculos rayos le apuntaba a la cara, justo a los párpados.

Molesto, gruñó antes de girarse hacia el otro lado para seguir durmiendo. Daba igual que fuera tarde, no pensaba levantarse por nada del mundo. Necesitaba descansar, aprovechar el domingo para reponerse tanto física como mentalmente de aquella semana tan agotadora.

Menudo iluso.

Antes de que el sueño le atrapara nuevamente, el estruendo de las noticias de última hora le terminó por despertar.

"La guerra en Vetrara se va intensificando con el paso de los días. Lo que había empezado siendo una simple confrontación, se ha ido acrecentando. Miles de personas se han unido ya a la organización extremista con la pretensión de matar a todo ser sobrenatural y expulsar a los terrestres de la ciudad imitando a algunas de las ciudades del norte, donde se encuentra la mayor concentración de infectados. Vetrara es la cuarta ciudad de la unión en sucumbir ante una guerra de razas que parece avanzar imparable..."

Sorprendido por aquel inesperado ruido, Áldemir abrió los ojos como platos y dirigió la vista al motivo de su incómodo despertar.

— Pero, ¿qué...? —Andrea había conectado su comunicador y estaba proyectando aquel informativo en la pared que había sobre la chimenea, justo ante ellos—. ¡¿Cómo cojones has entrado?! —protestó irritado.

— Buenos días a ti también, querido —respondió ella con sarcasmo—. Llamé varias veces al timbre, pero como no contestabas, decidí entrar por mi propia cuenta —señaló mostrando su huella dactilar, la misma que Áldemir había registrado por si ocurría alguna urgencia.

— ¿Los humanos soléis colaros en casas ajenas?

— No haber introducido mi huella en la puerta, elfo idiota.

— Los Delhârs no somos elfos —gruñó corrigiéndola. Detestaba con todas sus fuerzas aquel apelativo.

— Tus orejas puntiagudas dicen lo contrario.

— Ya, pero nosotros no somos criaturas creadas por la imaginación terrestre, para que te enteres, somos muy reales.

Andrea sonrió con malicia. Le encantaba sacar de quicio a su amigo, era tan fácil conseguirlo...

— Como sea, haz el favor de callarte y escuchar las noticias —le ordenó—. Tienes que ver esto.

"...Éstas son algunas de las imágenes tomadas ayer por la noche. Como pueden ver, muchas zonas han quedado prácticamente derruidas. La mayoría de los habitantes han huido mientras otros se resisten a abandonar sus hogares..."

Malditos imbéciles —masculló Ál refiriéndose a los cazadores—. Dicen que quieren proteger la ciudad, pero mírales, destruyendo hasta sus cimientos.

Réquiem por la Inocencia I -Leblos-Where stories live. Discover now