Prólogo

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-Tengo algo que decirte...-

Las manos de aquella mujer apretaban con temerosa inseguridad sus hombros, expectante y de forma algo ansiosa, ella temblaba. Pero sus ojos infantes no miraron su desespero ya que estos solo se fijaron con atención aquel gafete dorado que portaba el pecho izquierdo de su madre. Él viendo aquellas palabras duramente bordadas en verde oscuro, cuales mismas dictaban su cruda y ruda profesión, fue sordo para el llanto de su madre.

Teniente coronel (中將)

Por aquellas palabras, por aquel rango, la mujer que llamaba "madre" se iba a un lugar carbónico, corrosivo, crudo, lleno de azufre y fuego: A una guerra por honor y defensa.

Sus ojos se desviaron de aquel terrorífico bordado, de aquellas estrellas tan tétricamente moldeadas en bordado fino, de esos coloridos galardones de muerte que relucían al igual como la Pollia.

Sus pupilas recorrieron en cámara lenta por toda la habitación, como tratando de huir del agarre tan firme de aquellos brazos, que en un ayer, llegaron a amarlo en calurosos abrazos. Sus aguanosos ojos miraron sin querer a su padre ocultado tras esa miseria en blanco y negro.

Se veía más chiquito, más delgado, más minúsculo. Un cuerpo insignificante a comparación de la firmeza del cuerpo de su madre alpha. Sus pestañas pronto se sintieron húmedas, ver a su padre escondido tras la pared fue algo chocante, que triste era verlo tan herido, tan perdido.

-(...) A-Xian, mami cuidara de ambos con su vida, ya que papi y A-Xian son el mundo de madre. Solo durara unos cuantos... meses, mami volverá, volverá para ver a su familia, te lo juro.

Solo el balbuceo ajeno de un llanto lastimero se abrió con timidez, con un tono demandante, algo suplicante, las lágrimas hialinas recorrieron sus mejillas calientes. Un nudo desgastante y ácido se ubicó en su garganta, y con una dengosa actitud, el omega adulto arrebato a su hijo de los brazos de su mujer. Mientras huía, tal vez de aquella alpha o de aquel horrible traje tintando en verde, su pequeño hijo-casi recién destetado- le miraba tan extraño, confundido, asustado.

No dio por hecho de que su dolor se viera manifestado en su hijo, pues vio como él lloraba, lloraba aquellas lagrimas que se negaron a salir de sus propios ojos.

Para A-xian, su padre era un omega consentido, enamorado de su madre desde épocas vírgenes y campestres. Vio por la ventana las primeras muestras de un amanecer, dado que los gritos de minutos antes le habían despertado cuando madre trataba de calmar las acusaciones por parte de padre, él fue descuidado y se dejó ver.

-duerme, las horas que quedan deben ser aprovechadas para tu descanso.

Las palabras le temblaban, aquella sonrisa dadivosa salió de sobra, no la necesita. Sus parpados se sintieron pesados, el sueño pronto canso sus ojos. Los parpados cayeron, como un cachorro bajo las acaricias de su padre omega, se miró protegido. Había cerrado sus ojos.

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.

Solo al escuchar aquel fuerte sonido seco, sonidos que se expandían por todo el perímetro en forma de espiral, con esos gritos mezclados por medio de balas, una oscuridad solo disipada por algunos cigarrillos. Por el sonido que hacia el barro mojado entre las suelas de las botas negras al pisar, con las armas siendo preparadas, la repartición de suministro, las feas y maltratadas tazas de aluminio.

El casco que sostenían sus manos, con la bocina gritando en rojo alerta.

Los ojos cristalinos y vacíos de un nuevo día. Con las armas ya listas. Ser el expectante de esas miradas, de aquellos gestos que dictaban el último día, aquellas mismas que ahora le miraban con suma atención, como si en cualquier minuto su presencia desaparecería para siempre. La trinchera en la que estaban metidos era hedionda, las ratas pasaban por encima de sus botas embarradas en lodo. No habían comido en tres días.

Mangata: El camino por la lunaUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum