Capitulo 14: Confianza

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-Pero quieres ser tú la que este en sus brazos -Diane sonrió -Dime una cosa. ¿El muchacho tiene algún otro motivo para haber venido hasta aquí? -al ver que ella dudaba se acercó para acariciar su rostro -¿Por qué ha salido prácticamente despavorido de la sala?

-Porque...-Clere se sonrojo.

-No lo dejes escapar cariño, persíguelo. Ese muchacho es tuyo, pero si necesitas estar segura ...-se encogió de hombros y con una sonrisa miró hacia la puerta, donde Helen apareció.

-Buenos días -miró a su hija y a su madre con curiosidad.



Durante el resto del día Lucien Bukchaman estuvo alejado del castillo, claramente evitando encontrarse con Clere, llegando incluso a no estar a la hora de la cena con la escusa de estar entrenando con algunos de sus hombres.

Así que ya bien entrada la madrugada, Clere estaba parada ante su ventana pasando las manos por sus brazos, mirando la luna pensativa.

Con decisión, se acercó a su espejo y observó su reflejo, retocó su cabello, dejándolo caer sobre uno de sus hombro, acomodo su camisola y tomó su perfume, vertiendo unas gotas en su cuello. Atravesó la habitación descalza y abrió la puerta despacio mirado al exterior, para cerciorarse de que no había nadie.

Atravesó el pasillo y tras cruzar el rellano de la escalera se sumergió en la oscuridad del pasillo del otro ala del castillo. Cuando paso ante la habitación de sus padres, sintió los nervios recorrer su vientre, obligándola a acelerar su paso con nerviosismo.

Al llegar al fondo del pasillo, se paró ante la puerta de la habitación de Lucien Bukchaman y sin dudar, su mano se posó en la manecilla y abrió empujando despacio procurando no hacer ruido.

Cerró la puerta despacio y se giró, enfrentándose a una imagen que le quitó el aliento. Lucien estaba tumbado en la cama, con el brazo extendido sobre su rostro, la luz de la luna bañando su piel, resaltando los músculos de su abdomen, con la sabana cubriendo su cintura.

Se acercó a la cama, recreándose en esa imagen, observando cada centímetro de su cuerpo. Alzó las piernas, subiéndose de rodillas al colchón, sus dedos acariciaron la piel de su brazo, subiendo por sus hombros, bajando por su pecho y acariciando su abdomen.

Sintió como los músculos del abdomen se endurecieron bajo sus dedos, su ojos se movieron rápidamente hacia su rostro. Estaba despierto, Lucien Bukchaman estaba despierto y la miraba como si fuera una aparición.

-Clere -susurró su nombre como si estuviera preguntándose si era real.

Sonriendo levemente, ella se movió sobre la cama, inclinando su cuerpo sobre el de él, acercando su rostro, besando sus labios lentamente. Alzó la pierna, sentándose sobre él, sintiendo sus manos apretando su cintura.

Y entonces, se vio empujada a un lado y Lucien saltó de la cama, apartándose de ella rápidamente con la respiración acelerada.

-¿Que estas haciendo aquí? -la miró sorprendido, con la mandíbula apretada.

Sentada sobre la cama, recorrió su cuerpo, siendo consciente entonces de su completa desnudez. Sus ojos permanecieron durante unos segundos mirando hacia su cintura y sin poder evitar sonrojarse, alzo la vista para mirarle a la cara.

-Mierda -Lucien agarro la sabana, tirando de ella para rodearse su cintura con la tela. Volvió a mirarla.-No deberías estar aquí, si tu padre...

-¿No quieres que este aquí? -se bajo de la cama, quedando al otro lado de esta, mirándole.

-Lo que yo quiera no importa -el frunció el ceño -Estamos en la casa de tus padres.

-¿Me deseas Lucien? -se movió alrededor de la cama, dispuesta a rodearla y acercase a él.

-¡¿Que haces?! -nervioso dio varios pasos atrás moviéndose al otro lado de la cama.

-No grites -sonrió dando de nuevo un paso -¿Por qué huyes de mi?

-¿Te has vuelto loca? -apretando la sabana en torno a su cintura, la recorrió con la mirada tensándose -Tienes que irte Clere.

-No voy a irme Lucien -y ella se movió de nuevo rodeando la cama.

-Clere -se apartó, pegándose a la pared, inspirando aire profundamente.

-¿No me deseas Lucien? -se paró ante él mirándole fijamente.

-Maldita sea -tragó saliva -No te imaginas cuanto te deseo Clere, pero no puedes hacerme esto.

-¿Que es lo que no puedo hacerte? -le miró confundida.

-Estoy intentando respetarte Clere, quiero hacer las cosas bien -suspiró, como si estuviera totalmente derrotado -Eres muy importante para mí, quiero demostrártelo.

Por primera vez en mucho tiempo, Clere MacClain se había quedado totalmente desconcertada. Se miraron en silencio durante unos segundos.

-Demuéstramelo entonces -y con todo el valor que pudo reunir, llevo las manos hasta la tela de su camisola y la agarró subiéndola por su cuerpo, hasta sacarla por su cabeza y dejarla caer al suelo.

Sin poder apartar la vista de su cuerpo, con los ojos brillando de deseo, avanzó los dos pasos que les separaban, soltando la sabana dejando que se deslizara al suelo, dejándolo totalmente desnudo.

-Clere -alzó la mano, acariciando su mejilla -Eres lo más hermoso que he visto en mi vida.

Sonriendo levemente, alzó las manos, apoyándola en sus hombros, pegándose a su cuerpo. Acercándose a su rostro, hasta que sus narices se rozaron. Y cuando iban a besarse, Lucien la sorprendió tomándola en sus brazos y llevándola a la cama, tumbándola en ella con delicadeza, cerniéndose sobre su cuerpo.

Beso sus labios de forma tierna, deslizando sus labios, dejando besos por su mejilla, su barbilla, su cuello, bajando a sus pechos. Deslizó las yemas de sus dedos por sus mulos, subiendo a cintura y bajando de nuevo, hasta el interior de los muslos, escuchando el jadeo que escapó de los labios de Clere, cuando sus dedos rozaron su intimidad.

Contuvo su propio jadeo, sintiendo la calidez de ella en sus dedos, mientras la acariciaba.

-Lucien -Clere susurro su nombre enredando los dedos en su cabello, tirando de él mientras sentía su lengua lamiendo sus pechos.

Sin poder contener su propio cuerpo, la Amapola se arqueaba bajo el tacto de él, gimiendo y removiéndose presa del placer que le estaba provocando y entonces, sumida en esa maravillosa sensación, sintió el peso de su cuerpo sobre ella y sin pudor alguno, sus manos se movieron por su espalda, acariciando la piel de sus músculos, bajando a su trasero.

-Dolerá -Lucien habló en un susurro, con voz contenida contra su oído.

-Confió en ti -y con esa respuesta, que había salido de sus labios sin siquiera pensar, había admitido mucho más de lo que ella hubiera imaginado jamás.

Y mirandola a los ojos, Lucien Bukchaman se movió despacio adentrándose en el cuerpo de ella, sintiendo como se tensaba bajo su cuerpo. Y en un último empujón, unió sus labios en un intenso beso, conteniendo la leve protesta que salió de los labios de ella.

Permanecieron quietos durante unos segundos, abrazándose, ambos tensos sintiendo el cuerpo del otro, hasta que él se movió despacio, meciéndose sobre ella, mientras Clere jadeaba apretando los dedos en los hombros de él. 

Los Hijos de Las Highlands.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora