Capítulo I: Renacimiento

195 27 4
                                    

A diferencia de otros inmortales, como los ángeles, fui creado como un cachorro normal, hijo de una pareja de felinos, similares a los actuales. No obstante, al igual que todas las criaturas de la creación, el Creador, y otros como él, me alteraron; aunque de forma distinta al resto. Cada vez que moría, volvía a nacer. Pero diferente; más evolucionado.

[En alguna parte de Asia. Año: Desconocido. Época: Inicios del Pleistoceno]

Nada; era lo único que recuerdo de mis inicios.

Sin embargo recuerdo algunas cosas que escuchaba y olía a mi alrededor. Aparte de eso, no recuerdo más nada. ¿Puede uno recordar todo lo que vivió siendo un pequeño cachorro, o un recién nacido? Porque yo no. Pero lo que sí recuerdo, y siempre recordaré, es a mi madre y dos hermanos. Nuestro padre a veces aparecía, y era para vernos, o traernos alguna presa que cazó para que comiéramos. Teníamos la típica vida como toda familia en la selva; pese a que yo era diferente.

Desde un inicio me sentía diferente, y no sabía porque. Padre y Madre me decían que me veía distinto, pero no especificaban en qué. Mis hermanos también me lo decían, y no entendía cómo, y en que, yo era diferente. Entonces crecí con la duda de saberlo; hasta que por fin lo aclare. 

Sucedió un día, en una mañana, cuando mis hermanos y yo, junto a madre, pasamos frente a un arroyo para beber agua. Y al mirar dicho arroyo, contemple un animal, muy similar a mis hermanos, aunque el color amarillo de su pelaje era de un tono más oscuro, y sus manchas marrones eran de forma delineada; casi como rayas. Y lo más destacado era que, en vez tener los ojos amarillos, los tenía de un brillante color verde.

Al principio me mostré fiero y alerta, hasta que madre nos reveló a mis hermanos y a mí, que eso era un reflejo; nuestra apariencia física mostrada por algo externo del ambiente. No tarde mucho en entenderlo —de hecho, fue casi al instante—, y no necesité más para entender otro detalle: así era como me veía; diferente a mis hermanos. Finalmente comprendí porque me sentía distinto, y a que se refería mi familia. Fue entonces cuando comprendí lo distinto que era yo de ellos.

Esa revelación me hizo pensar bastante, pero termine por dejarlo atrás, y no tomarle importancia. Cuando cumplí un año, abandoné la cueva junto a mis hermanos, y cada uno de nosotros tomó un camino distinto para buscar pareja. Mis hermanos estaban felices de eso, sin embargo yo había empezado a tener cierta preocupación; porque había recordado mi rara distinción al resto de mi familia. 

No obstante, volví a intentar dejarlo atrás, y quizás hubiera sido así, de no ser porque, al volver a pasar por un arroyo para beber agua, note mi diferencia en toda su plenitud, ahora que había crecido: era un poco más grande y robusto que el resto de mi familia; aparte de que se volvió más notable que mis manchas marrones lucían casi como rayas. Al compararme con mi familia, note cuán diferente era de ellos; y la diferencia era muy alta.

Fue entonces que comencé a preguntarme: ¿habrá otros como yo? No tenía modo de saberlo. Así que solo continúe viajando, con la esperanza de no ser el único "distinto". Pero durante el viaje, solo encontré hembras iguales, o similares, a mi familia; ninguna cerca de ser idéntica a mí.

Pasaron los años, y aunque conocí a muchas hembras, ninguna desaparecía el sentimiento de soledad en mi ser. Y los hijos que tenía con ellas no poseían ninguna semejanza a mí; sino a ellas. Comencé a entrar en desesperación. No obstante seguía sin perder la fe, de que encontraría a una compañera, que compartiera mi diferencia; ignorando que era un sueño imposible. Por más que la buscara, no la encontraba. Y durante ese tiempo, descubrí algo más, que aumento mi distinción al resto de los míos: envejecía mucho más lento.

La Historia de KhanWhere stories live. Discover now