06. |♡| El regreso del peligro.

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—¿Estás bien?, te noto extraña...

—Es que... —toco el puente de mi nariz —, creo que me estoy volviendo loca. —murmuro y estoy segura que si no fuera por mi tono cansado y preocupado, se burlaria de mi diciendo que ya estoy loca.

El silencio reina una vez más, bajo la mirada para ver mis tacones, algo nerviosa.

—Iré a recogerte. —habla seguro en tono bajo.

—No —rápidamente negándome —. Hablamos en casa, bye. —cuelgo la llamada sin esperar respuesta y suspiro.

—Aquí tiene, señorita. —me avisa el vendedor, mi teléfono tiene la funda puesta y el vidrio. Le pago y le doy un extra por la llamada mientras le agradezco. Salgo del local prendiendo mi teléfono, compré el chip y esas cosas de antemano, así que se los pongo mientras camino a mi auto. Dejo el teléfono en el asiento del copiloto y voy a casa, con algo de seguridad ahora que estoy encima del auto.

Llegó a casa y salgo del auto con esa misma sensación de incomodidad, miro atrás de mi por un breve segundo mientras pongo la llave en la puerta del auto. Suspiro entrando a la casa, cierro la puerta detrás de mí, dejo las llaves en mi bolso y me adentro a la sala para lanzarme sobre el sofá con pereza.

Quisiera que Benjamín estuviera...

El timbre suena detrás de mi y miro la puerta extrañada. No se quien será ya que no muchas personas tienen acceso al portón delante de la casa, se necesita huella digital para entrar o si no se habla desde aquí adentro hasta allá.

Abro la puerta y veo un hombre con su mirada gacha, tapando su rostro con un gorro. Lo miro extrañada hasta que levanta su rostro y se quita la gorra puesta. Su ropa es del mismo hombre de esta mañana, esto no me gusta.

—Cuanto tiempo. —esa voz, al instante la reconozco y los recuerdos vuelven a mi. Lo veo con miedo y su sonrisa causa escalofríos.

—¿Qué haces aquí? —pregunto lo primero que pasa por mi mente, no quiero que piense que tiene un efecto terrorífico en mi porque eso le dará poder.

—¿Así recibes a tu prometido? —parece burlarse.

—Tú no eres nada mío. —hablo firme. Su sonrisa se borra y yo tengo mi mano aferrada a la puerta dispuesta a cerrarla en su cara.

—¿No?... —no obtiene respuesta de mi parte, pasa su lengua con lentitud sobre su labio inferior —, ¿¡cómo que no!? —trago duro y me mantengo quieta aparentando no estar asustada ante su futura reacción —. Te espere amor, pero tu te fuiste a buscar a un idiota —da un paso a mi lento, lo cual me asusta. Quiero cerrar la puerta pero la toma brusco arrebatandola de mis manos y cerrandolo con fuerza a sus espaldas, retrocedo en el proceso —. ¡¿Por qué mierda sales con ese tipo?! —toma mis muñecas lo cual me espanta.

—¡No me grites y sueltame! —forcejeo para que suelte mis brazos.

Me estampa con fuerza a la pared, haciéndome jadear de dolor.

—¡Costestame! —aprieta más su agarre y levanta mis manos a la altura de mi cabeza.

—¡No tienes derecho a reclamarme! —grito molesta. Esto es horrible, recuerdos horribles vienen a mi mente y lo que seguía de esto.

—¡Claro que tengo! —me espuja bruscamente adentrandome a la casa sin soltar mis manos.

—¡Tú y yo no somos nada! ¡¿oiste?! ¡NADA! —quiero que le quede claro que no tiene poder sobre mi.

—¡Claro que lo somos!, ¡tengo todo el derecho porque soy tu futuro esposo! —sus palabras me causan escalofríos.

—¡Vete de mi casa! ¡Déjame en paz! —escucho como la puerta se abre de un golpe y golpea la pared.

ℳάs.Where stories live. Discover now