Ana se levantó rápido cuando escuchó otro ruido fuerte que provenía de la cocina.

-¡Estoy bien!

 
Sacudió la cabeza despacio y tomando a Ainhoa entre sus brazos, se dirigió a la cocina, suspirando cuando vio a Mimi empapada y con un corte sobre su labio.

-Voy a llamar a un plomero.

 
-¡No! Yo.. -Mimi hizo una mueca cuando sintió la sangre correr por su labio. -Bueno.. -Suspiró resignada.

Después de asegurar a la pequeña entre mantas y almohadones en el sofá que se encontraba en la habitación, Ana curó con suavidad el labio de Mimi con un poco de gasa y antiséptico. Mientras la rubia intentaba no quejarse demasiado.

-Siento que no haya sido una muy buena bienvenida. -Murmuró Mimi apesumbrada.

-Sí sirve como consuelo, fue mucho mejor que la del anterior lugar donde vivíamos antes. -Ana le sonrió con suavidad y Mimi devolvió el gesto.

-Igual me siento mal.

-No te sientas mal. Estoy muy agradecida de que me hayas aceptado y recibido en tu hogar. Ainhoa también. -Ana aseguró, levantando la manito de la pequeña que dormía.

Mimi sonrió hacia Ainhoa, apretando un poco su rostro cuando sintió el dolor del corte otra vez. -¿Por qué no las aceptaría a ambas? -Estiró un dedo para acariciar la cabecita de la bebé y continuó sonriendo.

Ana volvió a su tarea de limpiar la sangre del corte de Mimi y se encogió de hombros.

-Bueno, hasta ahora son las dos increíbles compañeras. -Mimi rió, levantándose hacia la nevera detrás de ella. -La mala compañera he sido yo, rompiendo la tubería en su primer día. -Dijo mientras tomaba una lata de coca-cola y miró hacia Ana. -¿Quieres una?

Ana sacudió la cabeza en respuesta. Mimi se sentó en frente en la pequeña mesa que se encontraba en la cocina.

-Um.. ¿Ainhoa necesita algo?


-Sí, tendría que ir a comprarle su formula al supermercado. -Ana paró en seco, pensando por un momento. -Y una cuna.

Mimi se levantó de un salto. -Puedo ir contigo.. con ustedes, si quieres.

Ana sonrió y se levantó también. -Vale. Sólo déjame agarrar mi abrigo y abrigar a Ainhoa.

...

Ana se dirigió hacia su nueva cama y miró a Ainhoa quién dormía pacíficamente entre sus brazos. Dejó escapar un pequeño suspiro mientras le quitaba el abrigo peludito que llevaba puesto y su gorrito de lana. -Tenemos el suficiente dinero como para mantenernos algunos meses.. Hasta que seas lo suficientemente grande para llevarte a una guardería y yo pueda conseguir un trabajo. -Le contaba a la bebé con una voz suave y llena de paz que reservaba únicamente para ella, Ainhoa se despertaba lista para cenar pero se quedaba tranquilita en los brazos de su mamá. Hasta ahora, no había sido nunca una bebé demasiado llorona y Ana se sentía afortunada. Basada en lo que otras madres le habían dicho. Basada en lo que su madre le había dicho.


Ana sacudió la cabeza intentando deshacerse del pensamiento de su madre y colocó a Ainhoa contra su pecho, del cual la bebé comenzó a alimentarse mientras con ojos grandes observaba a los de su madre. Ana acariciaba sus manitos suavemente mientras la dejaba coger ritmo. Levantó la vista hacia la cuna que Mimi le había ayudado a colocar y sonrió. La rubia era un adorable rayito de sol y Ana también se sentía muy afortunada por ella, a pesar de conocerla tan sólo por un par de horas.

Compañeras de apartamentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora