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Ana suspiró, intentando sostener a Ainhoa contra su pecho con una mano y levantar su maleta con la otra. Lentamente pudo subir las no tan largas escaleras que las llevarían a su nuevo hogar. Con su nueva compañera de piso. Quién no tenía idea de la existencia de Ainhoa.

Ana dejó salir un respiro un tanto frustrado, soplando los mechones de cabello con caían sobre su rostro. Ainhoa se removió un poco contra su cuerpo por el movimiento de su madre y esta al fin pudo colocar la pesada maleta sobre el suelo al llegar al tercer piso. Maldiciendo a quién fuera que no instaló un elevador en aquél edificio. Se apoyó contra el muro del apartamento y cerró los ojos por un segundo, intentando recordar el número del apartamento.

613.

Suspiró y ajustó a Ainhoa contra su costado, colocándola un poco más arriba de sus costillas. La bebé emitió un pequeño sonido de queja pero se mantuvo dormida y trás dejar algunos suaves besos sobre sus apenas visibles mejillas por tanto abrigo, Ana tomó la maleta e hizo uso al fin de sus rueditas. Paró apenas vio los números dorados que le indicaban dónde estaría su casa por al menos los próximos meses y levantó la mano con la que no sostenía a la bebé para golpear la puerta suavemente.

Crash!

Ana hizo una pequeña mueca y se retrajo de la puerta instintivamente.

-¡Estoy.. Estoy bien! Sólo dame un segundo.. -Una voz gritó desde el otro lado. Ana observó la puerta con preocupación y empezó a amacar suavemente a Ainhoa para mantenerla tranquila, o quizás más para mantenerse a ella misma tranquila.

La puerta se abrió, revelando a una sonriente rubia con un pack de hielo en gel sobre su mejilla. -¡Debes ser Ana! -Sonrió más grande y entonces sus ojos viajaron hasta el bultito de manta y ropa que Ana sostenía protectivamente sobre su pecho. Sus ojos se abrieron y un jadeo escapó de su boca ante la sorpresa. Ni siquiera un segundo después, se agachó un poquito y sonrió hacia la bebé, quién despierta pero tranquila, la observaba con sus ojos verdes bien abiertos. -Soy Mimi. -Susurró despacito, intentando no perturbarla. -¿Y quién eres tú?

-Ainhoa. -Ana dijo suavemente.  -Yo.. Ehm.. Entiendo si tú no..

Mimi la cortó incluso antes de que pudiera terminar. -Oh, no! Está bien. -Rió suavemente. -Soy maestra de kinder, no tengo ningún problema.

Entonces dio la vuelta y le señaló a Ana que entrara. La morena levantó su maleta y siguió a Mimi hacia el interior del apartamento.

-Su habitación está justo a la vuelta del pasillo.. Ehm. Te la mostraría, pero necesito arreglar este desastre. -Ana miró hacia abajo, un hilo fino de agua saliendo en forma de spray por debajo del lavabo de la cocina. -No.. No quiero inundar la casa en tu primer día. -Sonrió nerviosamente.

Ana sonrió y asintió, mirando preocupada la cara de Mimi. Mimi siguió el trayecto de sus ojos y jadeó, rápidamente removiendo el pack de hielo de su mejilla, dónde un feo y doloroso hematoma se estaba formando.

-Yo ehm.. Golpeé mi cara con la tubería.. Y por eso, medio que explotó. -Mimi explicó bastante avergonzada. -¡Pero puedo arreglarlo!

-Aha.. -Ana sonrió, caminando hacia su nueva habitación.

 -¡Sí puedo!

...

 Ana colocó su maleta en el suelo, justo al lado de su cama. Miró alrededor de la habitación y suspiró cuando se dio cuenta de que no tenía lo suficiente como para hacer que se sienta suya. Miró hacia la cama dónde yacía la pequeña Ainhoa, demasiado despierta para su apenas mes y medio de vida, succionando su chupete con dibujitos de jirafa. Sonrió sentándose a su lado, acariciando su mejilla libre de tanto abrigo y supo que por ella, tenía que ser más fuerte que nunca y luchar por salir adelante.

Compañeras de apartamentoWhere stories live. Discover now