Capitulo. 1

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Un niño rubio y un niño pelinegro, enteraron a la habitación en la cual se encuentra un gran ropero de color café, ambos entraron, cada paso que daban se hacía grande, ambos chocaron con unas ramas, provocando una caída al mismo tiempo. Ambos se supusieron de pie y admiraban a su alrededor, era un bosque completamente verde que se encontraba dentro del ropero.

—¿Cómo habrá hecho el profesor? ——Pregunto el pelinegro a su hermano menor.

—Tal vez fue con magia —, respondió el menor con felicidad.

—No digas tonterías Oliver, la magia no existe -, se burló el mayor.

—Por supuesto que existe, James, el abuelo William nos ha contado historias -debatió Oliver.

—Solo lo hace para irnos a dormir y no molestar a los adultos mientras charlan.

A lo lejos de ellos, una joven con cabellera roja, los observa entre los árboles, la joven hablo en susurro causando que los hermanos cayeran dormidos. La joven se acercó a ellos, saco dos piedras en forma de corazón, cada una absorbe la magia de ambos niños.
...

Una alarma sonaba muy fuerte causando que una joven que despierte, su madre entro rápido a la habitación, con una linterna.

—Vamos al refugio Catalina. La joven se levantó de la cama, corría sin nada de calzado no había tiempo para eso al llegar al refugio, se escucharon explosiones.

—Mamá, ¿Crees que me voy a ir como lo hizo papá?

—Es posible hija, pero yo me voy a quedar ya sabes cómo son las leyes de la guerra. Las leyes de la guerra, decían que si llegan a atacar la ciudad, todos los niños se van al campo, con personas desconocidas o conocidas ellos serán responsables de cuidar a los menores, hasta que la guerra termine, mientras que las mujeres se quedan para ser reclutadas para la oficina, enfermería o cocina.

...

Un muchacho veía desde su ventana los aviones de combate, en la calle se oían las bombas explotaban.

—Edmund, aparte de ahí —, le dijo su madre Helen, mientras cerraba las cortinas -¡Peter! -llamó al mayor de los hermanos, Peter llegó con ellos.

—Rápido —dijo tirando de su hermano —No, espera —, dice Edmund intentando soltarse del agarre de su hermano mayor.

—¡Lucy! ¡Vamos, corre! —le dijo a su hermana menor extendiendo la mano para que se levantara rápido y así después de salir corriendo juntó a sus hermanos y madre.

Cruzaron el patio interior en dirección al refugio, cuando estaban acercándose al refugio Edmund se soltó —. Esperen, papá —fue lo único que dijo Edmund antes de regresar a la casa.

Peter va detras de su hermano, Edmund tomo la foto de su padre que se encuentra en una pequeña mesa. El rubio lo toma de la muñeca ambos caen al suelo

—¡Agáchate! —Ordena, Peter, mientras una bomba explota cerca —¡Vamos, corre!

Ambos se ponen de pie, él sale corriendo ya estando en el refugio, Peter lo empuja al colchón más cercano.

—¡CASI NOS MATAS! ¡ERES UN EGOÍSTA! ¡PODRÍAS DEJAR DE PENSAR EN TI POR UNA VEZ! —Exclamo Peter.

—¡YA BASTA! —Dice la madre de los cuatro niños, mientras consuela a Edmund, mientras que el mencionado está abrazando la fotografía de su padre.

—¿Por qué no hacés lo que se te dice? —Pregunto Peter, para después cerrar la puerta.

...

La joven Davis pelinegra se encontraba peinando su corta cabellera negra, le llegaba por los hombros, se hizo una media coleta y el flaco lado derecho, lleva una camisa blanca, una falda verde oscuro, líneas rojas y amarillas ambas formaban cuadros, sinceramente es la peor combinación de los colores de la falda. Lleva unos zapatos negros con calcetines de color blanco. Al terminar de peinarse se puso una boina de color gris, se puso un suéter de color rosa y su abrigo de color azul rey.

Las crónicas de Narnia: El león, la Bruja y el ropero Where stories live. Discover now