-¿Le parece ella más alegre que yo?

-Creo que se la divierte con mayor facilidad- replicó Henry-, y por lo tanto ¿comprende usted?- añadió sonriendo-, me parece mejor compañera. A usted no me hubiera visto capaz de divertirla con anécdotas irlandesas durante un recorrido de diez millas.

-Creo que mi carácter, corrientemente, es tan animado como el de Julia, pero ahora tengo más cosas en qué pensar.

-Sin duda; y, en determinadas circunstancias, un exceso de alegría denota insensibilidad. Sin embrago, las perspectivas que a usted se le ofrecen son demasiado halagüeñas para justificar una pérdida de humor. Se halla usted ante un panorama risueño.

-¿Habla usted en sentido literal o figurado? Deduzco que literal. Sí, en efecto. Luce el sol y el parque tiene un aspecto alegre. Pero, por desgracia, esa verja de hierro, ese foso escarpado, me dan idea de opresión y limitación- mientras esto decía, poniendo vehemencia en sus palabras, se aproximó a la verja; él la siguió-. ¡Tarda tanto James en venir con la llave!

-Y por nada del mundo se atrevería a usted a salir sin la llave y el consentimiento y la aprobación de Mr. Rushworth; de lo contrario, creo que sin mucha dificultad saltaría usted por este extremo de la verja, con mi ayuda. Creo que podríamos hacerlo, si usted deseara sentirse realmente menos prisionera y tuviera el valor de considerarlo como cosa no prohibida.

-¡Prohibida! ¡Qué tontería! Claro que puedo salir así, y lo haré. James no tardará en llegar, por supuesto: no nos tardaremos mucho, para que nos vea.

-Y, si no nos viera, miss Price tendrá la amabilidad de decirle que nos encontrará cerca de aquella loma...en el robledal de la loma.

Fanny, dándose cuenta de que todo aquello no estaba nada bien, no pudo menos que esforzarse en evitarlo.

-María, te vas a lastimar- porfiaba-; seguro que te lastimarás con esos clavos; te rasgarás el vestido; corres el riesgo de caerte en el foso. Mejor sería que no fueras...

Al decir esto último, su prima se hallaba ya al otro lado, y sonriendo con todo el buen humor que proporciona el éxito, replicó:

-Gracias, querida Fanny, pero tanto mi traje como yo hemos llegado sanos y salvos; de modo que...¡adiós!

Fanny se quedó otra vez sola y no de mejor humor, pues la apenaba casi todo lo que había visto y oído. Estaba asombrada de María y enojada con Henry. Como no tomaron el camino recto, sino otro que les obligara a dar un rodeo y, según ella le pareció, muy irrazonable para dirigirse a la loma, pronto quedaron fuera del alcanza de su vista. Transcurrieron unos minutos más sin que se oyera ni viniese nadie. Le parecía tener todo el bosquecillo para ella sola. Casi tenía motivos para creer que Edmund y miss Crawford la habían abandonado, pero no era posible que Edmund se olvidase tan por completo de ella.

Un repentino rumor de pisadas la distrajo de sus inquietantes suposiciones, alguien se acercaba a paso rápido, bajando por el sendero principal. Esperaba que apareciera Mr. Rushworth, pero era Julia, la cual, acalorada y sin resuello, y evidentemente contrariada, exclamó al verla:

-¡Hola! ¿Dónde se han metido los demás? Creí que María y Henry estaban contigo.

Fanny explicó lo ocurrido.

-¡Bonito truco, a fe mía! No los veo por ninguna parte- exclamó mirando con impaciencia al interior del parque-. Pero no pueden estar muy lejos, y creo que puedo saltar tan bien como María, hasta sin que me ayuden.

-Pero, Julia: Mr. Rushworth estará aquí en un momento con la llave. Espérate, por favor.

-¿Esperarle yo? No es fácil. Demasiado he tenido que aguantar a esa familia por una mañana. ¡Vamos niña! Ahora justamente acabo de liberarme se su horrible madre. ¡Menuda condena he tenido que soportar mientras tú estabas aquí tan sentadita, compuesta y feliz! Tal vez te hubiera dado lo mismo encontrarte en mi sitio, pero el caso es que siempre te las arreglas para escabullirte de esos compromisos.

Mansfield Park Jane AustenWhere stories live. Discover now