De regreso, ¿a casa?

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—¿Podremos asistir a algún partido de fútbol? —interrumpió precisamente Bill mirando por el retrovisor del espejo, aunque regresando rápidamente la vista al camino, el volante no estaba en el sitio que acostumbraba y sentía que perdería en control en algún momento, miedo no expresado por el bienestar de los pasajeros.

—¿De qué hablas?

—Leí en el periódico del puerto, que este año es el más importante en los torneos, que han sido muy buenos los equipos y no escatimaron en gastos.

—Si quieres ve tú... aunque no te engañes, siempre dicen que es el mejor.

—¿No lo es, señor?

Terry guardó silencio, ni siquiera sabía cómo se jugaba el deporte aquél y Bill le venía a abrir una conversación al respecto. Aunque reconocía que sus intentos por romper hielo eran buenos.

—Richard adora el fútbol, seguro le encantará venir, y podrías acompañarle claro, si Terruce y Susana no tienen inconveniente.

La rubia asintió sin decir palabra, aceptando la invitación que le hacían al muchacho, secundada por Terry que solo se encogió de hombros aún con cierta aversión a escuchar su nombre completo luego de que por años fuera "Terry", Madeleine abusaba llamándolo Terruce. Aunque a final de cuentas, así se llamaba y poco o nada se podía hacer al respecto, además podría ser peor y que lo llamara Graham, porque nunca se daría por enterado que le hablaba a él.

—Espero que te siente mejor estar en tierra —comentó Susana con suave voz sin despegar tampoco la vista de la ventana, solo que la contraria que tenía la atención de su esposo.

La mucama había tomado el asiento del copiloto mientras que la enfermera hacía de compañera de asiento de Madeleine que se sentía cada vez más incómoda con toda la situación, especialmente porque se encontraba de frente a la pareja evidentemente distanciada, lo que empezaba a preocuparla, pues no sabía de qué manera habían tratado el tema sus hermanos con su madre y llegar al borde de un colapso marital solo desencadenaría el "esto es el colmo, ni siquiera puede resolver su vida y pretenden traerlo para que arregle la de su padre."

Resopló su incomodidad encogiendo el regordete cuello dentro del abrigo.

No se hablaban, no se miraban, Susana había desistido completamente de sus intentos iniciales de hacer más grato el viaje. Se había dado cuenta incluso, de que no habían dormido en la misma habitación. Aunque de eso último, toda la tripulación se había enterado, y así como había quienes estaban a favor por "el bien de la salud de su esposa", luego del altercado en el salón comedor donde Terry un poco más que entrado en copas hiciera una penosa exhibición, estaban los que reprobaban totalmente el hecho diciendo que "el deber de una buena mujer era cuidar de su marido en todas las circunstancias".

Evidentemente que no había abordado el tema porque no era de su incumbencia, pero el otro asunto que le estaba haciendo imaginar una desagradable escena con su madre, era el evidente alcoholismo del actor. Sinceramente ya dudaba sobre si había sido una buena idea ir a remover escombros del pasado como última voluntad de su padre.

Mientras tanto, el camino hasta la estación parecía volverse más largo, sobre todo con la gente irrumpiendo la vialidad de autos como si fueran inmunes a ser arrollados. Sin embargo, y con un suspiro de felicidad, finalmente el edificio de un nivel se hizo presente en el horizonte, las tablas rojas y verdes que lo conformaban resultaron la más grata de las visiones del día. Aunque de abordar a llegar, había otro trecho, y luego uno más de la estación hasta la villa, un recorrido de aproximadamente dos horas y media, dependiendo de a qué hora estuviera programada la salida del andén.

El honor de un caballeroWhere stories live. Discover now