Amor Noxiano [VLADIMIR x SWAIN] League of Legends

-Parte Uno-

Vladimir estaba chupando la sangre de uno de sus discipulos cuando Swain entro a su guarida. Estaba vestido con un tapado de piel de oso y en su hombro traía a un negro cuervo. A el vampiro le encantaba Swain, pero éste último no lo sabía. Cada vez que lo visitaba, Vladimir intentaba impresionarlo. Esta vez fue distinto. Vladimir no sabía que vendría Swain y por eso estaba chupando sangre de un pobre chico. Los duros zapatos del estratega noxiano resonaban en la residencia de Vladimir con una estridencia tal que rebotaba en las paredes, alejadas unas de otras.

Swain: Hola, Vladimir. Perdón por llegar de improvisto. Tenemos cosas de urgencia de qué hablar. Te pido encarecidamente que dejes lo que estas haciendo y me acompañes.

Vladimir: Ho-Hola Swain. (Se sonroja). Claro que iré... (Tira a su débil discipulo al suelo, sin importarle su bienestar)-. Se levantó bruscamente y fue casi trotando a donde estaba Swain.

Vladimir no lo notó, pero Swain sonrió un poco. Él también estaba enamorado de Vladimir pero debía ocultarlo. En Noxus estaba penada con muerte la homosexualidad. Swain se encargó del asesinato de muchos homosexuales a lo largo de su carrera... Para que ahora se de cuenta de todo. Que Ironía.
Bajaron juntos la escalinata de piedra que unía la elevada casa de Vladimir con las calles noxianas. No hablaron en todo el trayecto. Ellos estaban felices de tenerse al lado y caminar juntos por las calles de Noxus.

Iban por una calle adoquinada cuando Vladimir tropezó con un adoquín salido. Casi cae al suelo, avergonzandose de todo porque Swain, su tan amado hombre, lo vería caer. Pero no fue así. La dura pero firme mano de Swain se aferró a su brazo derecho y lo levantó antes de tocar el suelo. Quedaron muy cerca. Vladimir recorrió el cuerpo de Swain con su mirada hasta llegar a sus penetrantes ojos. Su boca estaba un poco abierta, mostrando sus blancos y perfectos dientes. Su expresión era de duda, pero la de Vladimir era de pena. Además de estar rojo como la sangre que tanto le gusta consumir.

Swain: ¿Estas bien Vladimir? ¿Te has hecho daño?-. Había soltado el brazo del hombre y ahora lo observaba, esperando su respuesta.

Vladimir: Si... Estoy bien. Muchas gracias, S-Swain.- Miró al suelo, totalmente apenado. Sentía la necesidad de llorar. Quería irse. Lo habían visto caer... Y para colmo Swain.

Swain no podía dejar de verlo. Él era perfecto y ahora que estaba vulnerable necesitaba protegerlo. Pero ahora estaban en público. Necesitaba mostrarse como lo que era: El gran estratega noxiano que no se enamoraba... Al menos hasta que lleguen a su destino. Así que empezó a avanzar por la calle, ignorando si Vladimir lo seguía pero en el fondo anhelando que así sea.
Vladimir vio, aún con su cara un poco sonrojada, que Swain se iba sin mirar atrás. Entonces Vladimir lo siguió, intentando calmarse en ese corto trayecto hasta llegar a él. ¿Se habría dado cuenta de los sentimientos de Vladimir? Dios quiera que no, pensó el vampiro.
Al escuchar los apresurados pasos de Vladimir contra el adoquín, Swain sonrió. ¿Se habría dado cuenta Vladimir de los sentimientos de él? Que lo parta un rayo si así es, pensó Swain.
Otra vez estuvieron sin hablar hasta que llegaron a un pequeño parque desolado y bastante abandonado. Los arboles estaban muy crecidos y sus hojas estaban descontroladas. En el centro había una pequeña fuente que ya no expulsaba nada y tenía agua estancada y verde en el cuenco de piedra. La estatua de la fuente era un guerrero noxiano ya olvidado.. Le faltaba la cabeza y tenía excremento de ave por todos lados. Levantaba una espada corta y su armadura estaba agrietada.
El terreno tenía un pequeño camino que se metía en un conjunto de arboles. Allí dentro, en la oscuridad, se encontraba un descuidado banquito de piedra. Era del tamaño justo de dos personas.
Los dos noxianos siguieron el camino. Swain miró a los costados un momento para cerciorarse que no había nadie y se sentó.

Swain: Sientate.- Ordenó a su acompañante. Estaba mirando al suelo y jugueteaba un poco con sus nervisos dedos. Vladimir obedeció e, intentando no tocar a Swain, se sentó a su lado. Juntó sus flacas piernas y miró a Swain de reojo, que seguía observando el precario suelo. Vladimir sentía su corazón palpitar tan fuerte que pensaba que se le iba a salir mientras que Swain controlaba su palpitar pero sentía como si una parvada de cuervos estuviese revoloteando en su interior.

Swain: Mira Vladimir... Hemos estado trabajando juntos para Noxus tanto tiempo y yo...-. Cerró por un momento los ojos y respiró hondo. Vladimir lo miraba atento mientras que Swain seguía con la cabeza gacha.- Yo... He estado pensando que... Tu...- Entonces Swain se dio cuenta. ¿Y si Vladimir no sentía lo mismo? ¿Que pasaría si lo rechazaba y por consecuente lo ejecutaban por enamorarse de un hombre?. No podía correr ese riesgo y menos con todo el trabajo que tuvo que hacer para llegar hasta ahí. Pero y si tal vez... No. Aunque no pueda controlar lo que siente por él, ahora deberá ocultarlo. También correría riesgo la vida de Vladimir ya que si por el lo ejecutan, sus seguidores y los de Vladimir entrarían en guerra y tal vez de esa batalla Vladimir no salga ileso. No soportaría ni en muerte haberle causado ese mal a su amado.

Swain: No. Olvidalo. Perdón por hacerte perder el tiempo. Si quieres llamo a una carreta para que te lleve a tu morada.- Swain se levantó lentamente y estuvo a punto de irse, pero en su brazo humano algo se aferró fuertemente. Era Vladimir. Swain quedó sorprendido pero extrañado.

Vladimir: ¿Que quieres decirme, Swain? Ahora que ya estoy aquí... Dímelo. Y si es muy personal quedate tranquilo, que en mi puedes confiar. Porque yo te aprecio y lo sabes... D-De una manera profesional claro.- Vladimir se había vuelto a sonrojar pero esta vez solo los cachetes. Miraba con seriedad a Swain mientras seguía aferrado a su brazo derecho. La penumbra del pequeño bosque apenas dejaba ver, pero los rojos ojos de Swain, clavados en Vladimir, parecían brillar ante la vista del vampiro. Swain tenía algo que estaba ocultando, eso era obvio, pero Vladimir se lo iba a sacar de la boca, sea como sea. No podía perder esta oportunidad.
Swain, que ahora no podía controlar su corazón, lo soltó:

Swain: Te amo, Vladimir. Y ya no solo profesionalmente. Te amo de verdad. Quiero estar junto a ti y que tu estés junto a mi...- Swain, que se dio cuenta de lo que acaba de decir, se soltó rapidamente del agarre del petrificado Vladimir, que se tambaleó un poco ante tal brusquedad. Swain dio media vuelta como para salir del siniestro bosque cuando Vladimir corrió hacia él y volteó su cabeza para darle un largo beso. Vladimir tenía que pararse en las puntas de sus pies para poder llegar a la boca de Swain y darle esa demostración de amor mutuo.
Las manos de Swain, ahora dulces y delicadas, rodearon a Vladimir por la cintura mientras que las del vampiro estaban una a cada lado del rostro de Swain. Una suave brisa invernal hizo que sus blancas cabelleras se juntaran, tampandoles el rostro a los dos amantes.
Cuando el beso se concretó, sus manos se encontraron y se tomaron de ellas, mirandose con una sonrisa los dos. Este romántico momento hubiese seguido de no ser por el estridente graznido del cuervo de Swain. El estratega se puso serio de golpe y acercó la oreja al cuervo. Soltó las manos de Vladimir, que también estaba alerta, y quedó atento a lo que le "decía" su animal.

Swain: Se acercan guardias noxianos. Necesito que te vayas solo a tu casa. Yo saldré por atras e ire al centro de mando, donde debería de estar hace ya bastante tiempo... Dice mi cuervo que fueron avisados de dos hombres de pelo blanco que se metieron entre los arboles... Nos veremos luego.- Entonces Swain caminó hasta la parte de atras del banco donde estaban sentados y desapareció entre los arboles. Vladimir quedó viendolo hasta que desapareció y entonces el también apresuró el paso. Salió por los arboles de la derecha y terminó en la calle adoquinada de antes. No sabría por donde vendrían los guardias así que tuvo que entrar por una callejuela que había entre un bar y una casa. Llegó hasta el final del callejón y salió a una calle que, para él, sería segura. Entonces empezó su camino de vuelta a casa, donde, probablemente, se quedaría todo el día pensando en lo que pasó.