El milagro de Santa

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Papá Noel y todo su equipo estaba trabajando a marcha forzada para tener todo listo el día del gran reparto. Pero justamente era por esa razón que Santa hace cada año su propia fiesta de navidad con un poco de antelación. Lo celebra el veinte de diciembre.

Para todos, el anhelo de esa gran fiesta hacía que trabajasen aún más duro para que Santa le diera su reconocimiento, que era la mayor recompensa que cualquiera de esos elfos, enanos, renos y un sinfín de seres y animales fantásticos podían desear. Esa fiesta iba a tener lugar en; "la granja escondida".

Esta se encuentra en Laponia detrás de unas montañas, pasando por un río. Había que ir en trineo ya que ningún coche podía pasar por esos parajes. Ese camino se iluminaba a cada paso que daba para asegurarse que ningún ser venido de otras tierras lejanas se perdiese, cuando ya pasan las míticas montañas gemelas, hay que buscar el viejo tronco cortado dónde ahí se queda permanentemente el búho guardián.

Todos sabían que el que no pronunciaba las palabras mágicas no podía acceder a entrar en el hogar de nuestro mayor.

La clave era: "QUE TODOS LOS NIÑOS SEAN FELICES"

Su hogar, una casa de campo gigante con varias casetas alrededor que se utilizaban como talleres de juguetes, más otras tantas que eran las viviendas de los animales que convivían con él y la última, la cocina dónde se movían a gran velocidad los chefs que trabajaban para él.

¡Era hermoso!

En el aire, se podía notar la magia que ese lugar envolvía.

Un pequeño pueblo campestre dónde se respiraba una atmósfera alegre llena de luces y colores.

Los compañeros de Santa que le ayudaban a ese durísimo pero satisfactorio trabajo, eran seres venidos desde muchos países.

Se hablaba el idioma común "El Santada" que era como un idioma de sonidos graves y pequeñas rimas cantando.

Había Elfos que porsupuesto llevaban su traje típico verde y rojo, renos con narices rojas y otros de otros tonos variados igual que su pelaje, enanos gruñones que sabían montar regalos gigantescos empapelándolos de forma muy artística.

Se asomaban unas pequeñas criaturas de las nieves con un pelaje blanco y nariz rosada y también todos los personajes de los cuentos existentes:

La cenicienta, los sietes enanos, la abuela y el lobo, copito de nieve... Etc...

Esa era la mejor fiesta de todos los tiempos. Todos y cada uno de los invitados traía un regalo a Santa que se encargaba de destinarlos a los niños a quiénes les correspondía como por ejemplo el muñeco de nieve de frozen a la niña Áidely, la muñeca barbie a Maya y un Santa Claus miniatura a Brian...

Todos ellos sabían que tenían que ayudar a montar la fiesta, Pues algunos traían su decorador personal que hacía mil maravillas colgando farolillos multicolores en el cielo que se elevaban con un pequeño soplo de brisa. Otros montaban castillos hinchables con toboganes en

ríos que caían en cascada.

Había colas largas para lanzarse en los toboganes dónde acababan mojados con los pelos alborotados y el fotógrafo estaba encargado de sacarles fotos justo en aquel momento. Lo que ocasionaba grandes risotadas. Poco minutos después el agua que era mágica se desprendía del protagonista para volver a su lugar de origen dejando de nuevo el invitado perfectamente seco y peinado.

Una noria gigante flotaba en el aire desde dónde todos podían apreciar la galaxia y sus estrellas así que las distintas auroras boreales que tenían lugar en distintos sitios del planeta.

Muchos de ellos habían traído sus grupos musicales favoritos que tocaba sin parar canciones de todos los estilos en distintos idiomas.

¡Esa fiesta era lo más!

¿Pero qué sería de una fiesta sin buenas comidas?

Los mejores chefs procedentes del mundo vinieron para deleitar a los comensales más exigentes, pero sobre todo buscaban encantar nuestro anfitrión para que le diese su reconocimiento que era el título mayor hasta la fecha.

Después de cocinar durante horas, todos desfilaron en la inmensa sala de fiesta para depositar ahí el mayor de sus tesoros: "El Plato", el que supuestamente iba a ser el favorito de Papá Noel esa noche.

La fiesta seguía su curso, pero algo en el aire anunciaba algún tipo de tormenta. Santa paró un instante de hablar para estar atento a las señales, alzaba la cabeza y escuchaba atentamente. El oía la voz de un niño desamparado que no paraba de suplicar y pedir por favor que salvasen a su hermanita. La niña de unos seis años se había caído de un taburete golpeándose fuertemente la cabeza contra la esquina de la encimera de la cocina. Desde entonces entró en un coma profundo. Sus padres le hablaban constantemente con la esperanza de que sus voces terminarían despertándola. Su hermano Samuel de diez años teme lo peor, él sabe que ella está a mitad de camino de las puertas del paraíso, porque el día en que Ana tuvo el accidente, él la vio cerca de él en su habitación diciéndole:

"Samu, no te preocupes por mí, yo me siento bien".

En aquel momento no entendía por qué ella acababa de decirle eso, miro su reloj unos segundos y cuando levantó la cabeza ella ya no estaba ahí. Poco después, bajó a la cocina a buscar un vaso de leche cuando la vio inconsciente tendida en el suelo. Empezó a gritar para llamar a sus padres y ellos bajaron corriendo. Es ahí cuando se dio cuenta que cuando la vio instantes antes, no era ella en su estado normal.

El mayor, ante los lloros desesperados de aquel niño decidió bajar a la tierra. El pequeño estaba recostado en su cama pidiendo que por favor volviera Ana en sí.

Se apiadó tanto del pequeño que decidió ir a hablar con él personalmente. Y así entró por la chimenea y se coló en su habitación dejando al niño completamente alucinado sin poder mediar palabra.

Le cuenta que vino a verlo ya que escuchó sus plegarias. Que habló con el guardián de la entrada del paraíso para mandar a la niña de vuelta con su familia porque había sido bendecida por las suplicas de su hermano y que, a los niños tan buenos y tan compasivos como él, se les terminan reclutando más adelante si ellos quieren para ayudar en su taller. El niño lo escuchaba atentamente y se le iluminaba la cara con todas estas revelaciones, De un brinco saltó y se tiró en los brazos del anciano. Su corazón estaba lleno de felicidad, no paraba de moverse alegre y ansioso por todo lo que le dijo y le contestó enérgicamente ¡que contara con él! que quería ayudarlo y ser parte de su equipo para siempre.

El teléfono suena cortando ese momento de euforia, él mira al anciano, eran sus padres...

- ¡¡¡Samuel, Ana se despertó!!! (Dice la madre balbuceando entre lágrimas)

¡Dice que te quiere! Y que disfrutes hoy, que pronto llegará a casa...

Papá Noel lo mira con una gran sonrisa, él se encontraba muy emocionado.

Este le propone ir a su fiesta durante unas horas para animarlo y por supuesto el niño acepto encantado dando saltos de alegría.


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⏰ Last updated: Feb 05, 2020 ⏰

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